Por fortuna, la vida se parece a menudo a una cita a ciegas. Tú te preparas para todas las opciones posibles, para todo lo que te puedas encontrar en ella, para todos los cambios de rumbo inesperados y todos los reveses y todos los sobresaltos, pero, de un modo u otro, siempre acaba sorprendiéndote.
Es como comprarse un coche de tercera mano. Desconoces por dónde reventará, pero sabes que lo hará. Y tú recorres ese sendero enigmático e impredecible ignorando qué sucederá al doblar la siguiente curva. Si todo se mantendrá igual. Si las cosas se pondrán difíciles. Si sufrirás un pinchazo. Si llegarás a buen puerto o, por el contrario, te escoñarás.
La vida se parece a una cita a ciegas o a un coche de tercera mano. No sabes por dónde reventará, pero sabes que lo hará
Y un buen día te levantas y te das cuenta de que nada se parece a lo que habías planeado. De que la vida ha ido sucediendo a pesar de ti y tus propósitos de Año Nuevo. Quién te iba a decir que a estas alturas todavía no estarías casado ni tendrías hijos. Quién le iba a decir a la Pantoja que terminaría dando con sus huesos en la cárcel. O al Cordobés que su padre era el Cordobés y viceversa. Quién podría haber previsto que Haruki Murakami sería favorito para el Nobel de Literatura durante seis años seguidos y no lo ganaría. O que Mick Jagger volvería a ser padre por octava vez a sus 73 años. ¿Quién le iba a decir al cantante de los Rolling Stones que tendría otro hijo siendo ya bisabuelo?
Pues Keith Richards, por ejemplo. Keith Richards podría habérselo dicho perfectamente.
El lado débil de Jagger
Porque sí, los caminos del señor son inescrutables, pero los de Mick Jagger estaban cantados. O, al menos, eso es lo que se desprende de la extensa lista de anécdotas que Keith narra en “Life”, la autobiografía que publicó en 2010 y en la que retrata a Jagger como un mujeriego hambriento e irremediablemente adúltero incapaz de negar nada a una mujer. Sirva de ejemplo el hecho de que, mientras esperaba el nacimiento de Karis, su primera hija, fruto de su relación con Marsha Hunt, ya se había enamorado de la que sería su primera esposa, Bianca Pérez-Mora, y al mismo tiempo continuaba acostándose con una serie de jovencitas, casi todas ellas californianas, que, con el tiempo, pasarían a integrarse en el equipo de asistentes personales de Mick.
Mientras esperaba el nacimiento de su primera hija, ya se había enamorado de la que sería su primera esposa y al mismo tiempo continuaba acostándose con una serie de jovencitas
Cuando Karis nació, Marsha Hunt no era exactamente su novia. Melanie Hamrick, la bailarina de 29 años que será madre de su futuro hijo, tampoco lo es. En ambos casos la relación tuvo más que ver con lo sexual que con lo sentimental. Entre Karis, primogénita de Mick, y su futuro hermano, que nacerá a principios de 2017, habrá una diferencia de edad de 46 años. Porque Jagger lleva teniendo hijos desde 1970. Éste será el octavo. En 2014, de hecho, su nieta Assisi Jackson, hija de su segunda hija, Jade, lo convirtió en bisabuelo. Algo que hizo mientras su madre también daba a luz a un bebé que sería hermano de Assisi y nieto de Mick. Es decir, que el instinto reproductivo, esa extraña la pulsión de los Jagger por tener descendencia continuamente, parece cosa de familia.
Instintos básicos
Y tal vez por ahí vayan los tiros. El psiquiatra Eugenio Cornide y el psicólogo Andrés Sampayo me explicaron al comentar el asunto con ellos que las razones para tener hijos hoy en día, a diferencia de la época preindustrial, en la que estos ayudaban al mantenimiento de las familias y a su perpetuación, son puramente emocionales, pudiendo estar Jagger queriendo agarrarse de forma inconsciente al instinto de vida.
“Los dos instintos básicos que actúan en el hombre son el instinto de vida y el instinto de muerte, a los que Freud llamó Eros y Thanatos, respectivamente -Cornide comienza aclarando lo general antes de entrar en lo particular-. Eros es un instinto cuya característica es la tendencia a la conservación de la vida, a la unión y a la integridad, a mantener unido todo lo animado. Un instinto que posibilita el sexo como placentero y como generador de nueva vida. Thanatos, por el contrario, es el instinto de la muerte. Se supone que en aquellas actividades humanas elevadas, como el verdadero amor, la caridad, la tolerancia, la solidaridad, el querer crecer y desarrollarse, desear hijos, educarlos, etc., está presente Eros, que construye y une, a diferencia de Thanatos, que destruye y desune”.
Desde que fue padre por primera vez siempre ha habido un hijo de Jagger menor de edad en la tierra
Lucas, el último hijo de Mick Jagger hasta la fecha, nació hace diecisiete años. Curiosamente, desde que Karis vino al mundo, siempre ha habido un hijo menor de edad de Mick Jager sobre la faz de la Tierra. Jade nació cuando Karis tenía un año. Elizabeth, cuando Karis tenía catorce y Jade trece. Después vinieron James y Georgia y, por último, el cuarto hijo con Jerry Hall, Gabriel, que cumplió en diciembre dieciocho años. Pero justo cuando estaba a punto de alcanzar la mayoría de edad nació Lucas, hijo de la modelo brasileira Luciana Gimenez, por lo que Jagger no sabe lo que es no tener hijos menores a su cargo. De ahí que llame tanto la atención que, ahora que Lucas va a cumplir los dieciocho, Mick haya decidido volver a ser papá.
Paternidad convulsiva, narcisismo galopante
Desde un punto de vista psicoanalítico, la pregunta es clara: ¿qué puede llevar a un hombre a querer vivir en un estado constante de reciente paternidad? Eugenio Cornide y Andrés Sampayo creen que puede estar relacionado con un mecanismo de defensa narcisista.
“Pueden confundirse fácilmente una serie de conductas aparentemente relacionadas con el instinto de vida que en realidad esconden mecanismos de defensa narcisistas, algo por otra parte bastante habitual en artistas. El narcisismo es un desorden mental que resulta en una persona que tiene un sentido inflado de importancia y una profunda necesidad de admiración. Detrás de esta fachada de seguridad y grandilocuencia, el narcisista esconde un ego frágil que es altamente sensible a las críticas. Para minimizar el daño, activa un mecanismo de defensa descrito por Anna Freud, hija de Sigmund, que es la “formación reactiva”, que implica expresar con actitudes opuestas aquello a lo a uno le causa más angustia. En este caso, puede que ese querer “ser eternamente joven” sea un expresión de un pánico enorme a envejecer. Sus esfuerzos por aparentar juventud irían en esta misma línea”.
El narcisismo es un desorden mental que resulta en una persona que tiene un sentido inflado de importancia y una profunda necesidad de admiración
En cualquier caso, como indica Andrés Sampayo, la corriente predominante hoy en día, la cognitivo-conductual, no catalogaría ninguna de estas conductas de Jagger como patología, “o dicho de otro modo, ni el DSM-V ni la CIE-10, manual americano y europeo respectivamente, encontrarían una categoría diagnóstica en la que encuadrar los síntomas de Jagger”.
“La terapia cognitivo-conductual -añade el psicólogo- incidiría en las creencias subyacentes que están detrás de los PAN (pensamientos automáticos negativos) y que provocan su conducta. En su caso sería algo así como “necesito seguir teniendo hijos para sentirme bien” o “ necesito verme joven para valorarme”. Por su parte, la tradición conductista, centrada básicamente en condicionamientos y refuerzos como forma de control de nuestras conductas, se limitaría a ver esta necesidad de volver a ser padre como una conducta que produjo satisfacción en el pasado y que, por tanto, quiere volver a repetir”. Para Andrés, ésta sería la forma menos “patologizante” de verlo.
“el pene vivo más pequeño que hay”
Mientras Cornide y Sampayo valoran la posibilidad de que querer tener hijos tan rápidamente pueda consistir en la expresión del duelo causado por el suicidio en 2014 de su pareja, la diseñadora L’Wren Scott, que provocó en Jagger un trastorno por estrés postraumático, recuerdo las palabras de Keith Richards en Life sobre los atributos de su compañero de banda: “Marianne (Faithfull) no tenía cómo divertirse con su pequeño amiguito. Sé que tiene un par de bolas enormes, pero no puede llenar el vacío entre ellas". Una apreciación que secundó la modelo Janice Dickinson cuando declaró que el de Mick era “el pene vivo más pequeño que hay”.
Preguntar a un psiquiatra si el tamaño del pene puede desembocar en mecanismos mentales de defensa es una de esas puertas que uno no quiere abrir
Por un momento me pregunto qué pensaría Freud de todo esto. Si semejante circunstancia habrá influido en la obstinación amatoria de Jagger. Si el tamaño de su órgano viril habrá tenido algo que ver con el tamaño de su prole. Sopeso si será o no buena idea consultarlo con los expertos, que todavía debaten sobre los efectos del posible trauma de Jagger, pero finalmente me echo atrás. Preguntar a un psiquiatra y a un psicólogo si el tamaño del pene puede desembocar en la activación de mecanismos mentales de defensa es una de esas puertas que uno sabe que no quiere abrir. Se ponga la vida como se ponga.