Ni subordinadas, ni resignadas, ni reprimidas. Ni guardar la honra, ni cerrar las piernas, menos aún la boca. Así se reivindican cada vez más flamencas. También flamencos, que se apuntan a escribir coplas jondas adaptadas al siglo XXI. “Mi tío escribe mis temas aunque sus poemas son el resultado de las charlas que tenemos los dos sobre asuntos que nos preocupan”, explica Lourdes Pastor, que tiene dos discos en el mercado.
En el último, ¿A quién le cantaré yo?, incluye un tema en el que critica los contenidos de los libros de texto. Se titula María y Lucía y en él lamenta que en los colegios aún se explique casi exclusivamente la Historia y el Arte hechos por hombres. “No entiendo que no se les dé a leer a Simone de Beauvoir o a conocer la obra de Frida Khalo, mujeres que juraría es la primera vez que se nombran en el flamenco”, dice riendo.
Muchos artistas han adaptado la poesía culta de autores como Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca o incluso Jorge Luis Borges a los palos del flamenco, pero este ha sido y es un arte popular. Sus letras también, por eso en ellas se han reflejado trabajos como el del campo o la mina y realidades sociales como la vida en prisión. Poco o nada de las injusticias cometidas contra las mujeres, a quienes casi siempre se ha reflejado sometidas a los hombres y en su papel de esposa y madre.
Pastor y otras como ella rompen esa dinámica porque hablan de educación pero también de familias en paro que no pueden vivir con ayudas de 400 euros al mes, Y de madres que crían solas a sus hijos y a las que anima a pasear con la frente bien alta:
“Anda y ve y dile a tu madre / que no sienta tanta culpa / cuando te sale a la calle.
Que te ha ‘criao’ ella solita / batallando con la vida / y sin la ayuda de nadie”
Ni decidir, ni piropear
Lourdes no es la primera que intenta cambiar el mensaje de lo jondo. Se dice del flamenco que es un mundo cerrado y alérgico a la evolución pero lo cierto es que ya hace años que hay cantaoras que liman, poco a poco, las asperezas de algunas letras. Una es Carmen Linares, que en varias ocasiones ha puesto en su boca letras cantadas por hombres, llevándolas así a otro lugar:
“Porque ya estoy cansada de aguantarte tus caprichos y rarezas / Porque ya estoy cansada de aguantarte / Y vamos a llevarnos bien / que a los dos nos interesa. / O acaba ya de una vez”.
La Macanita, cantora gitana de Jerez también dijo “basta” en sus Bulerías del desenamoro:
“Oye, tú, cómo te digo / que ya no estás en mis pensares, / que no quiero tus suspiros, / que no me baño en tus mares”.
Esas letras pueden parecer inofensivas pero fueron un avance, según explica Miguel López Castro en una tesis doctoral dedicada a la imagen de las mujeres en las coplas flamencas. Lo son porque ellas ya no aparecen como sujetos pasivos y porque desafían una regla machista básica: “Que la mujer pertenecía para siempre al hombre con el que estaba y si se separaba, recibía el rechazo social.”
Otra acción vetada a las flamencas es la seducción. Y nada de piropear. “No está bien visto que una mujer requiebre o se declare a un hombre”, explica el análisis de López Castro. Eso también se ha superado y por eso en el disco Morisca se puede escuchar a La Yiya cantar por alegrías esta letra de Manuel Velázquez García-Baquero. Versos en los que la mujer toma la iniciativa. Es provocadora y cazadora. Y no la presa:
“Quién te pillara / descalcito en el río / y en noche clara”.
Más que música
“Creo que con estas letras, el flamenco puede atraer a otro público que lo descarta al considerarlo retrógrado”, explica Alicia Carrasco. En los cantes de esta artista de Algeciras no aparece la Beauvoir sino Clara Campoamor. Y en algunas de sus letras habla de mujeres que se plantean su vida solas, sin pareja. Y tan a gusto. Algo imposible de escuchar hasta hace poco en los tablaos y en algunos, tampoco hoy. “Por eso buscamos espacios alternativos, pues en los entornos exclusivamente flamencos no siempre aceptan lo que hacemos”.
“Mi cuerpo, mi honra, / mi vida, mi historia, / una nueva sociedad”.
Así reza una de las letras de esta Mujer-Klórica, nombre de su último proyecto musical, en el que colaboran estrellas del género como Ginesa Ortega o la misma Carmen Linares. “Es un proyecto de igualdad y diversidad”, explica. Junto a Pablo Villanueva y José Manuel León actúa en cárceles de hombres y de mujeres y colabora en proyectos sobre inmigración, libertad sexual e independencia económica.
Para Pastor la vocación artística también está ligada a sus inquietudes sociales. Es socióloga, imparte talleres para prevenir la violencia de género en los colegios y es miembro de la Plataforma Andaluza de Apoyo al Lobby Europeo de Mujeres. “Soy feminista y mestiza y amo el flamenco. Y no, nada de eso es incompatible”, cuenta e insiste en destacar que las letras machistas no son exclusivas del flamenco.
“Besos libres, besos libres / líbrate de aquellos besos / aquellos que te esclavicen que el amor tiene que ser / como el agua de los ríos / que con cauce pa’correr”
Así es el amor que proclama Pastor, uno sin violencia y en igualdad de condiciones. Nada que ver con el que el que se refleja en letras antiquísimas que aún se cantan:
“Tienes por maña / cuando te pego / llamar a los guardias”.
Cambio en los márgenes
Ni Pastor ni Carrasco han optado por un flamenco ortodoxo, ni en la letra, ni en la música. “Escuchando cantes, soy más antigua que nadie. Pero lo que hago es como yo: mestizo”, dice Lourdes. Sus discos encajan en la etiqueta de flamenco-fusión, ámbito en el que el musicólogo Faustino Núñez cree que la modificación de las letras “chirría” menos.
“Hacer un cante de Enrique el Mellizo, que tiene casi 150 años, con una letra actual tiene algo de anacrónico”, opina el experto, que ve natural que las coplas de hoy aborden cuestiones como feminismo y machismo siempre que lo musical vaya en consonancia.
Carrasco no hace fusión, pues recoge tópicos y letras de siempre y otras compuestas por ella y Pablo Villanueva. Y al cantar unas junto a las otras, se ve cómo está cambiando el relato flamenco. Porque Alicia puede empezar diciendo:
“En mi infancia he conocido / que había una sola verdad / que me inculcaron mis padres / guardar mi virginidad”.
Pero acabar concluyendo esto:
“Por eso yo he decidido / no mostrar conformidad / y hacer de mi cuerpo el dueño / de su propia honestidad”.
En Mujer-Klórica, Carrasco canta por soleá, fandango o bamberas pero con melodías modificadas. “A alguna gente le suena raro pero aún les resulta más extraño que usemos palabras como ‘empatía’ en un cante flamenco”, dice Carrasco y continúa cantando:
“La libertad es un tren / que por mu’ tarde que llegue / tiene nombre de mujer”.