Los últimos días del rock de clase media
El documental 'Los zapatos no vuelan' revela la vida interior de las bandas obreras del panorama nacional.
18 mayo, 2016 01:33Noticias relacionadas
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"En estos días que corren, hacer lo que hacemos es de héroes o de gilipollas. Somos héroes", sonreía Garaje Jack. Lo que hacían -lo que hacen los proletarios de la música- es quemar rueda en la furgoneta, dormir poco, comer regular, ser chicos para todo, buscarse empleos complementarios para llegar a fin de mes. Sudar, sudar, sudar. Dejaron de intentarlo en abril de 2015: por lo menos, por ahora. Lo dice Francisco Gené Cort, el director del documental Los zapatos no vuelan: "Muchos son los llamados y pocos los escogidos: el proverbio resulta perfecto para describir el mundo del rock".
En este trabajo -del que ya se ha presentado el primer tráiler-, artistas de la talla de Sex Museum, Le Punk, Crudo Pimiento, Garaje Jack, Viaje a 800 o Los DelTonos ponen en relieve, con confesiones y música, lo espinoso que es para una banda abrirse paso en una industria lacrada. Sobre todo, si le da a uno por ser original, por pensar por sí mismo, por ofrecer un producto que respete la sustancia propia.
El precio de la independencia
"Es uno de los precios de la independencia: el desgaste que conlleva moverte, autopromocionarte... esas son las cosas que hacen que te quemes", explican Viaje a 800. Cuánto cuesta seguir cuando se está siempre sólo a un paso de triunfar. Cómo resistir si vivir holgadamente es siempre la zanahoria y el músico alternativo, el burro. Cómo no mandarlo todo al carajo entre los disensos en el grupo, entre las estrecheces, el cansancio y la imposición de la realidad. Es ese el cúmulo de desencantos que hace que las bandas españolas tengan una esperanza de vida mucho más corta que en otros países.
Unos supervivientes son Sex Museum, que llevan desde el año 1985 reinventándose y saltándose las modas y siguen en la trinchera, tocando y editando discos. "Lo hacemos todo nosotros, a todos los niveles: la composición, la grabación, la fabricación, la distribución... siempre de forma autogestionada. En resumen: a nuestra bola", explica Fernando Pardo, integrante del grupo, a este periódico.
"Lo que buscamos es tener el máximo control de nosotros mismos. ¡Y nos ha ido bastante bien! Hemos entendido que, más allá de que le intereses al sistema o al mundo musical... más allá hay un hueco para ti, y eso es algo de lo que mucha gente no es consciente. Cree que si nadie le saca el disco es porque no hay hueco para ellos".
Hemos entendido que, más allá de que le intereses al sistema o al mundo musical... más allá hay un hueco para ti, y eso es algo de lo que mucha gente no es consciente
Pardo se llama a sí mismo "obrero del rock". Y no le echa la culpa de ello a la industria: "Ella trabaja a un nivel y nosotros a otro. Es el Gobierno quien nos pone las dificultades. Hay algo que está por debajo del nivel cultural: el ser autónomo. Somos músicos y autónomos, en sí es una contradicción", reflexiona. "Nos hacen pagar cantidades que no vienen a cuento, estamos sometidos a mucha presión fiscal y social, pero, sobre todo, institucional. Mira que hasta hace poco estábamos en el mismo epígrafe que los banderilleros", se ríe, irónico.
"Luego los políticos tienen sus amiguitos, las estrellas... las que van con ellos a jugar al billar a Moncloa, pero los músicos del montón nos ganamos la vida de forma muy precaria y nos defendemos con uñas y dientes". Cree Pardo que, al menos, cuando ellos empezaron "aún estaba el país en el aire, no estaba todo tan normalizado con leyes": "Que un chico de 18 años lo haga ahora es imposible. Hay que ser un loco". Y lo dice con tristeza.
Zancadillas políticas
Se queja el cantante de las zancadillas que le pone la política a su arte: "Sólo para tocar en un festival te tienes que dar de alta en la seguridad social, dar la cuota de autónomos y el Certificado de Actividades de Hacienda para demostrar que no tienes deudas con ellos. No podemos más. Si lo quieres llevar legal es una ruina, y claro, nosotros al nivel que estamos lo llevamos legal". Sex Museum es un grupo afortunado: ahora viven de eso. Aunque Pardo cuenta que él ha hecho "de todo": "He sido oficinista, obrero de construcción... lo que se te ocurra. Si vieras mi currículum, es de lo más animado".
He conocido a gente que ha pasado hambre, que se ha muerto de hambre, que ha caído en el desastre familiar... y ha seguido teniéndolo claro
Claro que no todos han corrido la misma suerte: "He conocido a gente que ha pasado hambre, que se ha muerto de hambre, que ha caído en el desastre familiar... y ha seguido teniéndolo claro", reconoce Crudo Pimiento en el tráiler. "Esto parece un libro de autoayuda, pero uno sabe que lo va a conseguir por cojones".
Gené Cort, el director, cuenta que "hay muchos que trabajan en fábricas puras y duras, cargando máquinas. Otro poniendo copas, otro en tiendas de ropa modo H&M, Zara y compañía, otro que tiene un bar... dedicarse a ser músico al cien por cien es muy complicado, por los impuestos, porque la gente no se compra tus discos, sino que se los baja, porque piensan, en algunos casos, que por ser poco conocido no tienes que cobrar en un concierto...".
Fábrica y música
Recuerda Gené Cort por qué se separaron los chicos de Viaje a 800. Dos de los integrantes trabajaban en la misma fábrica: uno trabajaba los fines de semana de tarde, y el otro, entre semana de mañana. Era imposible que se vieran para ensayar. Le pidieron al jefe que les ayudara a ajustar horarios porque tenían una pasión, un grupo. No se los tomó en serio. "Es una tristeza, después, que tus grupos favoritos se vayan disgregando: me pasó con Le Punk, los antiguos componentes de Buenas noches Rose. Todo el mundo 'qué discos tan buenísimos', estupendas críticas en todos los medios especializados... y sin embargo, no acababan de llenar sus conciertos", relata.
El problema de base, apunta el director, es que "en España no hay circuito ni cultura musical": "Aquí o suenas en Radio 3 o no suenas. Ellos son maravillosos, impagables. Pero el resto son todo radiofórmulas o similares. Es una pena que un programa tan genial como Cachitos de hierro y cromo, de RTVE, sólo ponga Lola Flores y Peret. Será una pena cuando intente hacerse una recopilación del siglo XXI y RTVE no tenga archivo".
Pero con la desidia, con el agotamiento y hasta con la miseria puede la pasión. "Hay una fuerza que te empuja a tocar, algo que va a explotar por algún lado. España está llena de bares donde grupos de 50 o 60 años se reúnen a hacer versiones de los Beatles. Es eso o reventar", esboza.
España está llena de bares donde grupos de 50 o 60 años se reúnen a hacer versiones de los Beatles. Es eso o reventar
Explica que la vocación es un proceso personal, que no está ligado al éxito. "La vergüenza de este país es que en la música, en el cine o en las artes, la gente ve una frikada que un señor de 50 años y calvo esté tocando una guitarra. Le dicen '¿Pero estás loco?, tienes que irte al campo con tu mujer'. Se nos ha olvidado tirar hacia lo que nos haga felices", concluye. Eso sí, el documentalista cita a un amigo y bromea: "Está claro que una banda dura menos que un matrimonio".