Los conservatorios superiores deberían ser centros de élite para formar a los mejores músicos españoles. Pero los testimonios de dos decenas de profesores y alumnos trazan un retrato muy distinto sobre su labor.
Algunos conservatorios sufren cortes de luz por no pagar las facturas y otros obligan a sus alumnos a ensayar en cabinas sin calefacción. Pero las denuncias más graves tienen que ver con el proceso de selección de los profesores y con su cualificación.
Varios alumnos denuncian que en Madrid hubo durante años un profesor de piano que no sabía tocar el piano y que en las oposiciones de lugares como la Comunidad Valenciana se valoran menos los conocimientos musicales que el conocimiento del valenciano o la antigüedad.
Un alumno denuncia que uno de sus profesores le dijo que sólo aprobaría si asistía a unas clases particulares por las que le cobraba 100 euros en negro. Otros aseguran que las penurias presupuestarias obligan a algunos docentes a llevar folios de casa para los exámenes y a ensayar juntos a la vez en la misma cabina a tres alumnos de percusión.
Muchos de estos problemas tienen que ver con la forma en que los conservatorios superiores están organizados en España. El Estado lleva más de 30 años sin sacar oposiciones para catedráticos, por lo que la mayor parte de estas plazas las ocupan personas en comisión de servicio. Se supone que esos docentes sólo pueden enseñar en conservatorios superiores de manera excepcional pero no es así.
“Las comisiones de servicio son muy endogámicas y en ocasiones no se conceden por criterios profesionales", dice Jaime, un profesor de música en un conservatorio de grado medio que toca en un cuarteto de cuerda y que ha hecho cursos en un conservatorio de grado superior.
Jaime recuerda que los conservatorios superiores en España están regulados como si fuesen institutos de secundaria cuando para los músicos son el equivalente a la universidad. “Esto da muchos problemas a la hora de convalidar el título en otros países”, explica. “Las inspecciones de conservatorios son como las de secundaria. Les interesa más controlar si los profesores piden un permiso para dar uno u otro concierto que en evaluar y potenciar la calidad del servicio que pueden ofrecer”.
Para escribir este reportaje he hablado con alumnos y profesores de ocho conservatorios superiores. Algunos alumnos siguen estudiando en España. Otros se han ido a países como el Reino Unido, Holanda o Luxemburgo. Unos hablan sin tapujos pero otros tienen miedo de las consecuencias que tendría aparecer con su nombre en este artículo y prefieren aparecer de manera anónima. Estas son sus historias.
1. Madrid: sin clases durante meses
Jaime Paniagua tiene 23 años, toca el trombón y estudia desde hace tres años en Atocha, el nombre con el que se conoce coloquialmente al conservatorio superior de Madrid.
Decidió dejar Castellón y venir a Madrid porque su conservatorio era “un desastre administrativo”. No lo tuvo fácil por los problemas burocráticos. Convalidar sus asignaturas en otra comunidad autónoma fue una locura: muchas no coinciden entre sí.
Este extremo le obligó a perder un año pero sus problemas no acabaron al llegar a Madrid. En el departamento de viento metal son unos 70 alumnos, pero solo tienen siete cabinas para ensayar.
“Cuando no conseguimos cabina, que es casi siempre, tenemos que tocar en nuestras casas”, explica. “Esto es un gran problema para alguien que toca el trombón”.
Paniagua denuncia que algunos estudiantes estuvieron varios meses sin dar clase al principio del curso: “Los alumnos de contrabajo estuvieron sin profesor de instrumento casi tres meses. Al parecer, la culpa no era del centro sino del Gobierno por no asignar la plaza a nadie”.
En el conservatorio de Atocha han impartido clases profesores que ni siquiera saben tocar su instrumento. “El año pasado los alumnos de viola y trompeta tenían un profesor de piano acompañante que se había sacado la plaza 10 años antes y que no sabía tocar”, denuncia Paniagua. “¿Te puedes imaginar lo que es prepararte tu pieza durante meses, ir a tu examen de final de curso y que la persona que te acompaña no pueda tocar?”.
Varios alumnos que dieron clase con este profesor corroboran lo que dice Panigua'. “No hay ni un año normal con los pianistas”, se queja una. “Era muy evidente que nuestro acompañante no podía tocar. Incluso hicimos una grabación para demostrarlo. Se lo enseñamos a la dirección pero no sirvió de nada”.
Todos los alumnos de viola firmaron una carta explicando los motivos por los que debían cambiar a ese profesor. Pero nadie hizo nada para reemplazarlo. Fue el propio pianista quien acabó por renunciar.
Los alumnos subrayan que uno de los grandes problemas para los alumnos son las broncas entre profesores, que a veces terminan en los tribunales.
Hace tres años un profesor del departamento de trompeta llevó a otro a juicio. “Los alumnos de trompeta se encontraron ante una situación ridícula”, explica Paniagua. “Para evitar cruzarse por los pasillos, cada uno daba medio año de clase. Esta situación se prolongó durante dos años. Los alumnos obviamente sufrían porque lo que enseñaba un profesor lo negaba el otro”. Un alumno de trompeta afirma que en tres años llegó a tener cuatro profesores distintos.
Al explicarle lo que me cuentan los alumnos sobre los problemas del profesorado, Ana Guijarro, directora del Real Conservatorio Superior de Madrid, dice que los directores no tienen autonomía para contratar a los profesores porque los conservatorios están regulados como parte de la educación secundaria. “Aunque se quejen los alumnos, es muy complicado echar a un profesor. Si tuviésemos la autonomía de una universidad, esto no pasaría”, se queja la directora.
Guijarro admite que los problemas entre el profesorado son difíciles de gestionar: “Al ser una enseñanza individualista, muchas veces el ego del profesor interviene en su labor”, explica. En su opinión, hay demasiados conservatorios superiores. “Cada comunidad autónoma quiere tener su propio conservatorio y esto es insostenible”, afirma. En total hay 24 conservatorios superiores en España.
2. Palma: la venganza de un profesor
Marina Cuesta tiene 23 años. Estudió durante dos años en el conservatorio superior de Palma de Mallorca antes de cambiarse al conservatorio de La Haya, en Holanda. “Me fui porque era una broma de mal gusto”, explica la alumna. “Estuve sin profesor de instrumento más de tres meses”.
“En Palma había un sistema de profesor titular y profesor invitado. Yo me vine a este conservatorio por el invitado, pero el año en que yo llegué, en diciembre decidieron suprimir a los profesores invitados de todas las especialidades”.
Cuando empezó su segundo año, Marina se encontró con que tampoco tenía profesor titular porque al docente que venía cada semana se le había terminado el contrato. En lugar de sacar la plaza a concurso en verano para que hubiese un profesor al inicio del curso, la dirección la sacó a finales de noviembre, por lo que los alumnos de viola estuvieron sin tutor y sin clase durante varios meses.
“No creo que lo hicieran para fastidiar”, explica Marina. “Yo creo que fue pura incompetencia”.
Esos meses sin profesor no fueron el único problema: “Ese año quitaron la calefacción en invierno y eso que estaba nevando. ¡El único invierno en el que ha nevado en Palma de Mallorca y nos quitan la calefacción! La gente se llevaba sus calefacciones eléctricas a las cabinas para poder practicar. Tenían las luces de los pasillos apagadas a las ocho de la mañana para ahorrar luz y teníamos que ir a clase a oscuras. La biblioteca apenas tenía libros ni partituras”.
Si para Marina su problema fue no tener profesor, para otro ex alumno del departamento de saxofón el problema fue haberlo tenido. Este saxofonista explica que al terminar la carrera intentó acceder a una plaza de docente en el conservatorio. Para acceder a este puesto tenía que hacer dos exámenes delante de un tribunal de tres personas.
“El primero, que era práctico, me lo habían aprobado”, explica el alumno. “Antes del segundo, el profesor titular de saxo, que era mi antiguo tutor, mandó un mensaje de WhatsApp a dos de los tres miembros del tribunal en el que les pedía que no me aprobasen. Así, sin más. Yo esto lo sé porque al recibir el mensaje uno de ellos se lo enseñó a la presidenta del tribunal. La historia causó mucho revuelo en el conservatorio".
Este alumno ha hecho una denuncia oficial y está esperando la respuesta de la Consellería de Educación de Baleares.
"Cuando era su alumno, nunca me deje influir por sus opiniones. Esa puede ser razón por la que mi antiguo profesor intentó que no me aprobaran", especula el saxofonista, que prefiere no dar su nombre ni el de su ex tutor.
3. Vigo: tres percusionistas en una cabina
Álvaro Jurado estudia el cuarto año de la carrera de percusión en el Conservatorio de Vigo. En su opinión, en su centro lo que falla no es el profesorado sino el presupuesto.
“Los de percusión sólo tenemos dos cabinas para 14 alumnos, con muy malas condiciones acústicas”, dice Jurado. “Esto nos puede causar daños muy graves en el oído. ¡A veces nos juntamos tres personas en una cabina y las paredes no están insonorizadas! Hacemos un ruido infernal y nos molestamos a nosotros y a los demás”.
El alumno de percusión explica que en el mundo de la música existe una leyenda urbana sobre el típico profesor que vende su instrumento cuando se saca la oposición: “Por supuesto hay de todo y tenemos grandes músicos. En Vigo tenemos a un profesor que es referencia en composición a nivel global. Pero también hay profesores que se han estancado”.
Jurado recuerda un detalle importante. Mientras en muchos conservatorios de Europa tocar en una orquesta profesional es lo que más se aprecia en un docente, en España ser profesor y tocar en una orquesta no es lo normal.
“En Vigo tenemos profesores que nunca han tocado en una orquesta y están enseñando repertorio orquestal”, explica este alumno. “Esto no es culpa de ellos sino de quien les pone ahí”.
Según Jurado, que los conservatorios superiores no formen parte de la universidad es un problema tremendo. “Muchos de los alumnos no tenemos la capacidad económica para tener todos los instrumentos que requiere un set de percusión y en el conservatorio hay muchos instrumentos de los que no disponen. El presupuesto no da para más”.
Los problemas de presupuesto se extienden más allá del conservatorio. Muchos españoles que terminan sus estudios deben irse fuera si quieren vivir de la música. “En los últimos cinco años el Gobierno ha recortado gran parte del presupuesto de la Joven Orquesta Nacional de España”, dice Jurado. “Yo ahora me voy a una orquesta en Luxemburgo que está llena de españoles”.
4. Valencia: el idioma importa más
Teresa Revilla estudia flauta en el Conservatorio Superior de Valencia y es la impulsora de una petición de Change.org en la que pide que los conservatorios se introduzcan dentro del sistema universitario.
“Yo soy de Albacete y vine al Conservatorio de Valencia por un profesor que me gustaba mucho”, explica. “Lo que me encontré fue un gran descontrol en el centro”.
En España no salen oposiciones a catedráticos de conservatorio desde hace tres décadas, por lo que las clases las dan profesores en comisión de servicio. A mitad del curso pasado, la Consellería de Educación de la Comunidad Valenciana anuló estas comisiones y de pronto todos esos profesores en comisión de servicio tuvieron que abandonar sus plazas. Como consecuencia, muchos alumnos empezaron el curso sin tener profesores ni clases.
“A finales de octubre seguían faltando profesores”, explica Teresa. “En noviembre yo seguía teniendo asignaturas en las que todavía no habían puesto un profesor. ¿Por qué tengo que estar pagando por dar la mitad del plan de estudios? Entiendo que esas comisiones de servicio eran ilegales pero ha sido peor el remedio que la enfermedad”.
Carles Tamarit también estudia en el Conservatorio de Valencia y forma parte de la asamblea de alumnos de conservatorios superiores de la Comunidad Valenciana. Unos días antes de las últimas elecciones autonómicas, el Gobierno del PP aprobó una orden de acceso a 122 plazas a catedráticos de Música y Artes Escénicas por promoción interna. Esta orden no recoge ninguna prueba práctica, por lo que un profesor de instrumento podría llegar a catedrático sin interpretar una sola pieza delante de un tribunal.
“Nosotros denunciamos que esta orden es incapaz de garantizar una enseñanza musical de calidad”, explica Carles. “Lo que más se valora es la antigüedad del profesor. Uno de los requisitos es que el aspirante haya sido funcionario del cuerpo de profesores durante 8 años. También se le exige hablar tanto valenciano como castellano”.
Carles explica que esta decisión ha suscitado una movilización histórica. “Hemos organizado varios conciertos para protestar”, explica. “También hemos presentado al conseller una petición con casi 1.000 firmas para anular la orden de acceso a cátedras, que han firmado prácticamente todos los alumnos de los tres conservatorios superiores de la Comunidad Valenciana. Como asociación pedimos la integración de los estudios de enseñanzas artísticas superiores dentro de la universidad y unas oposiciones libres con un criterio profesional”.
5. Castellón: cobrando en negro
Francisco, que prefiere no decir su apellido, acaba de terminar la carrera de Musicología. Primero estudió en Castellón y luego en Alicante. “De Castellón me fui porque estaba teniendo muchos problemas por no querer dar clases particulares en casa de mi profesor”, denuncia. “Se supone que no tienes por qué dar clases particulares cuando ya has entrado en un conservatorio. Pero mi tutor me pedía 100 euros por cada clase particular y los cobraba en negro”.
Cuando se negó a ir a esas clases, su profesor empezó a suspenderle. “El profesor les decía a los del tribunal: ‘No apruebes a éste’. Y no me aprobaban”.
De Alicante cuenta que el conservatorio “se caía a trozos” y recuerda las palabras de un arquitecto: “Vino a decirnos que nos daba dos años antes de que se cayera el techo. Hace dos años cortaron el agua y la luz del conservatorio por no pagar”.
Para Francisco, no estar en la universidad es un problema enorme. “Como nosotros estamos reconocidos como instituto, recibimos dinero como instituto, no como universidad. Tenemos tan pocos recursos que a veces los profesores se traen los folios de casa para hacer exámenes”.
Hasta ahora la mayoría de los docentes de los conservatorios superiores eran personas en comisión de servicio. Pero la Comunidad Valenciana ha empezado a suprimir estas comisiones y muchos ya no pueden dar clase de su instrumento. Así lo explica uno de esos profesores, que dice que ahora sus plazas las ocuparán profesores interinos que se han apuntado a una bolsa para cubrir bajas.
Los profesores de estas bolsas ni siquiera tienen la oposición aprobada, pero sustituirán a los profesores que estaban en comisión de servicio en los conservatorios superiores, que en su mayoría han tenido que volver a los conservatorios medios de donde venían desplazando a su vez a los que estaban ocupando su lugar.
Se da la paradoja de que a los profesores de comisiones de servicio del conservatorio les han pedido formar parte de los tribunales que van a elegir a los profesores que les sustituyan: “Según ellos, no estamos capacitados para dar clases de la materia, pero sí para designar nuestros sustitutos. Mientras tanto, los alumnos están sin profesor a mitad de curso”.
Este profesor apunta que en la bolsa de música barroca han sacado una plaza para un docente que tendrá que dar clase a cuatro instrumentos distintos. “¡Cuatro distintos! Eso es una auténtica locura. Nadie puede tocar o enseñar cuatro instrumentos que además son antiguos, y mucho menos al nivel de un conservatorio superior”.
6. Jaén: optativas que son obligatorias
Eva Calero forma parte del consejo escolar del Conservatorio de Jaén. Su centro ha salido recientemente en las noticias a raíz de la mala gestión de su directora, Inmaculada Báez. “La mayoría de los alumnos y del profesorado llevábamos meses pidiendo su dimisión”, explica Eva.
Irene Bueno y María De Goñi, dos estudiantes de viola y violonchelo que también están involucradas en el consejo escolar, afirman que han estado contactando a los medios locales durante meses para denunciar la mala gestión de su conservatorio, que este año abrió mucho más tarde de lo normal.
“El 14 de mayo de cada año sale una normativa indicando el inicio de curso con todas las instrucciones”, explica Eva. “Normalmente se la mandan a la directora por correo, pero este año por alguna razón no le llegó. En lugar de preguntar o mirar por su cuenta el comienzo del curso, nuestra directora se cruzó de brazos. El 1 de septiembre seguíamos sin tener clase. Cuando le preguntamos, ella se defendió diciendo que no le habían mandado la normativa por correo, cuando el resto de los conservatorios ya estaban abiertos porque la orden había salido en mayo”.
El sábado 19 de septiembre los alumnos recibieron un email informándoles de que las clases empezaban ese mismo lunes. “La mayor parte de los estudiantes del conservatorio no viven en Jaén, por lo que el inicio del curso fue un caos total”, afirma Eva. En noviembre todavía había estudiantes del Conservatorio de Jaén sin horario, y profesores que todavía no habían llegado.
Esta no es la única queja que los alumnos del centro tienen contra su directora. Eva también explica que el año pasado dos asignaturas del centro aparecían como optativas obligatorias. “Esto es una incongruencia, ya que si son optativas no pueden ser obligatorias”, razona la alumna. Casualmente, estas dos asignaturas eran pedagogía y legislación: las materias que impartían la directora y su marido.
Irene y María explican cómo en el acto de inauguración del nuevo curso los alumnos del conservatorio dieron la espalda a la directora en medio de su discurso. La protesta llegó a salir en los medios locales y el 20 de noviembre Báez presentó finalmente su dimisión, aunque a día de hoy sigue siendo profesora del centro. En el momento de publicarse este artículo se encuentra de baja, por lo que no ha sido posible contactar con ella.
7. Sevilla: un cuartel militar
Elena Vallecillo toca el violín y está en el cuarto año del conservatorio superior de Sevilla. Hasta hace unos años el conservatorio era un cuartel militar, por lo que no está habilitado para ser utilizado por estudiantes de música. Al estar en el centro de la ciudad y en mitad de la calle, el centro ha recibido quejas y denuncias durante años por parte de los vecinos. Elena explica que los estudiantes se han manifestado varias veces delante del ayuntamiento para pedir otro edificio, pero sólo han conseguido que insonoricen las aulas que dan a la calle.
La alumna también explica que hay cinco cabinas en todo el conservatorio, por lo que para la mayor parte de los alumnos practicar en el centro no es una opción. “Yo toco el violín, por lo que no me importa practicar por mi cuenta, pero hay percusionistas o personas que tocan el fagot que no pueden practicar en sus casas”, dice la estudiante. “Tampoco tenemos un auditorio para poder hacer conciertos. Tenemos una capilla porque el centro era antes un cuartel militar y llevamos años pidiendo que la conviertan en un auditorio”.
Vallecillo explica que el año pasado la consejería de Educación de Andalucía anunció que iba a convocar oposiciones a cátedra después de 30 años. Sin embargo, este anuncio ha generado una gran controversia entre los músicos porque estas pruebas priorizaban requisitos que no tienen nada que ver con la música. Por ejemplo, los años de antigüedad en un cuerpo de enseñanza o haber desempeñado cargos directivos de relevancia.
“Estos requisitos eran ridículos. Valoraban méritos que no tienen nada que ver con ser un buen músico”, dice la alumna. “Fuimos al ayuntamiento a manifestarnos, y desde entonces no ha vuelto a salir el tema y todavía no han sacado las oposiciones”.
Vallecillo cree que hay demasiados conservatorios en España: “Son 24 en total. En Andalucía tenemos cinco. Hay más plazas que gente que quiere entrar. Una de las razones por las que el nivel es tan bajo es porque hay demasiados conservatorios”.
¿Estudias o das clase en un conservatorio? ¿Has sufrido algún abuso que quieras denunciar? Escribe un correo electrónico a esta dirección: juliatenad@gmail.com