Dicen que Sara Barquinero (Zaragoza, 1994) es una de las jóvenes promesas de la literatura española. La zaragozana viene a salvarnos el septiembre, con una prosa que engancha, atrapa y te hace devorar su libro en horas.
La búsqueda obsesiva nos lleva por España de la mano de su protagonista, que no tiene nombre ni tampoco muy claro qué quiere hacer con su vida. Estaré sola y sin fiesta (Lumen) nace de la propia anécdota de la autora, que se encontró en la calle un diario personal escrito por una tal Yna. En 2017, su curiosidad le llevó a convertir este diario en una novela. Eso sí, con una mezcla de realidad y ficción con los que aborda alguno de los temas universales.
Barquinero estudió Filosofía, algo que se refleja de una forma sutil en su escritura. Un estilo muy personal que le ha regalado varios galardones, desde el Premio de ensayo Valores Universales de la Fundación Unir, hasta el Premio Virginia Wolf de relato en lengua inglesa, el Premio Voces Nuevas de poesía de la Editorial Torremozas hasta el Premio del IAJ de creación artística. Ahora, Sara Barquinero se adentra con éxito en la magia de los libros para demostrar que la juventud no es un impedimento para la reflexión profunda.
Estaré Sola y sin fiesta comienza con una muerte, ¿qué significa para ti este concepto?
La muerte para mí ni siquiera es un concepto, es algo que me asusta terriblemente desde que supe que existía. Hay gente que lleva muy bien el asunto de la vida y la muerte pero desde que soy una niña me ha parecido la mayor fuente de angustia que puede tener el ser humano. Supongo que la única forma de darle dignidad a esto tan terrible es otorgarle un sentido de transcendencia o sentido, quizás por eso incluyo tan a menudo la muerte en todo lo que escribo.
Muchos millenials reflexionan sobre ella, hasta Rosalía le dedicó su primer álbum. ¿Por qué crees que obsesiona tanto a la gente joven?
La verdad no estoy muy segura de si nos obsesiona más a la gente de nuestra generación que a otras. Pero creo que una posible causa de porqué nosotros reflexionamos de forma más explícita sobre la muerte es porque no tenemos ningún otro problema tan, tan horrible. Es muy diferente reflexionar sobre la muerte en un contexto como una Guerra Civil o una Guerra Mundial, donde muere mucha gente, que cuando simplemente se tiene miedo a ese qué pasará después de que mi cuerpo espire.
A veces es mejor sola que mal acompañada, aunque sea sin fiesta, ¿son las relaciones desastrosas las que nos hacen replantearnos la vida en soledad?
Creo que es mejor estar sola que mal acompañada, aunque es una creencia teórica que luego en mi vida me cuesta mantener. De hecho, creo que si puedes conseguir que los momentos más importantes de tu vida puedas saborearlos tú sola, aunque nadie te acompañe, mejor.
Yna, la propietaria del diario se siente sola, incluso teniendo una familia e hijos, ¿crees que se aprende en algún momento a estar solo? ¿Hay una edad mágica en la que nos basta estar con nosotros mismos?
Depende muchísimo de la persona. Creo que hay gente que es perfectísimamente capaz de vivir en soledad desde una edad muy pronta, aunque ahí entre en juego cuestiones como la educación que haya tenido. Pero también hay gente que es incapaz de estarlo y que debería haber aprendido a soportar la soledad. Es un tema que intenté sacar en el texto: cómo las personas mayores están solas y cómo les afecta. Pensamos que las personas mayores están solas bien, pero la pandemia nos ha enseñado que ellas lo pasan fatal también. Hay ancianos que llevan muy bien la soledad más absoluta, pero también hay muchos que sufren y que sin esos centros comunitarios lo han pasado fatal en estos meses.
Yna escribe sobre el desamor y el corazón roto, ¿por qué crees que es un tema tan recurrente o que atrae tanto a nivel creativo?
Supongo que en nuestra generación es el dolor fuerte más común. Me gustaba mucho cuando yo misma tenía el corazón roto y me ponía a releer páginas del diario de Yna. Eso me ayudaba a verlo todo desde otra perspectiva. Cuando tienes el corazón roto el dolor te parece absoluto y cuando te dicen “vas a estar mejor con el tiempo”, no es que tú no te lo creas, es que no quieres estar mejor, quieres seguir con el corazón roto por esa pérdida.
La protagonista plantea que quizás son incompatibles la ética y el amor, ¿opinas lo mismo?
Es un tema que me preocupa bastante. Entran en juego dos tendencias a la hora de entender la ética en filosofía, una tiene que ver con el deber, y la otra con los sentimientos morales, la virtud, la compasión, etc. Creo que hacemos mejores éticas cuando atendemos al deber. Cuando puse esa frase estaba estudiando justo estos debates y sentía que tenía que elegir entre algo que sabía que no funcionaba, que era ese sentimiento puro como medida de la moral, o el deber, que es algo tan frio que parece que ni siquiera es moral en muchos sentidos.
Tu libro invita a reflexionar sobre cómo nos obsesionan las vidas ajenas y plantea que puede ser porque nos muestran un reflejo de nosotros mismos, ¿alguna vez has leído algo en lo que te hayas visto reflejada con mucha intensidad?
Sí, y me pasa constantemente. Obsesionarme con cualquier cosa y al tiempo darme cuenta de que era por algo que me estaba sucediendo en realidad a mí. Con este diario fue de forma muy explícita. Una de las cosas que me hizo escribir fue leer La Nausa de Jean- Paul Sartre, que explora estas cuestiones: esas obras de arte que trascienden y conectan con otra persona y le hacen pensar en cómo podría haber sido la vida de esa persona,.
Exploras la vida de los años 90, ¿crees que nos diferencian muchas cosas o seguimos aún estancados en muchos aspectos de la época?
Cogí los años 90 porque estaban reflejados en el diario, y aunque no soy una experta en esa etapa sí que me resultó muy llamativo cómo en ese momento estaban configuradas las relaciones románticas: de una forma muy patriarcal, muy dañina, tóxica, de "para toda la vida". Y hemos roto con eso, lo hemos destrozado y está muy bien, pero parece que no tenemos una alternativa clara a cómo queremos construir el amor. En los 90 había una respuesta que no nos gustaba y ahora hay una pregunta abierta.
La protagonista ansía amar como lo hace Yna, ¿seguimos idealizando el mito del amor romántico aunque sepamos que es tóxico?
Totalmente, pero creo que es un poco descafeinado. Hoy en día hay relaciones preciosas, pero me resulta a veces un poco molesto cómo construimos las relaciones. Ahora pensamos que cualquier persona, relación o emoción es prescindible. Por ejemplo, estoy ligando con x persona, pero si no me contesta no me importa, porque en realidad ese tío me da igual. Y muchas veces hablando con amigas detecto ese miedo a arrojarse a una emoción, a veces hay que arriesgar un poco pero ¿cómo arriesgar sin volverte una persona enamorada, tóxica u obsesionada con la persona?
No solo desamor, también exploras en tus obras otros grandes temas como la fe, la depresión o la ya mencionada muerte, ¿se puede hablar de todo ello aún siendo joven? ¿Es incluso más rica esta mirada?
Tendrá que juzgar quien lea. Mi juventud se puede notar en algunos símbolos, pero sinceramente soy muy intensa y tengo ya ganas de ser una señora para hablar con profundidad.
Dicen de ti que eres una de las grandes jóvenes promesas de la literatura, ¿cómo se luce esta etiqueta? ¿Da vertido o tranquilidad?
Depende del rato. A veces siento muchísima ilusión, y otras me da mucha vergüenza. Tranquiliza porque ves que lo que trabajas funciona, pero me queda un gran camino. La etiqueta de promesa no lo sé, pero para la de "gran voz" aún me queda mucho recorrido.
¿Qué puedes aportar con tu escritura al panorama nacional?
Creo que si propongo alguna nueva renovación o aportación a la narrativa de mi generación es que apuesto un poco más por la trama. Llevamos unos años en los que la prosa de mi perfil sociológico de mujer joven etc. era más autoficción, y me apetece mucho volver a la trama y renovarla de alguna forma.
¿Hay hueco para las autoras más allá de la manida categoría literatura de mujeres?
Me parece que no condiciona el trabajo que hacemos, pero sí la percepción crítica y la capacidad de llegar a lectores y lectoras. También entiendo que muchas veces es tramposa la etiqueta, por una parte es desagradable, pero también es un punto de nicho de mercado, de apostar por la literatura de mujer. No creo que ni yo ni ninguna escritora esté pensando en hacer “literatura de mujeres”, pero hay mucho lector que va buscando esa etiqueta en concreto.
¿Qué tres libros no pueden faltar en la librería de Sara Barquinero?
Uno de mis libros favoritos es Franny y Zooey de J. D. Salinger, va sobre la depresión y la angustia. Me gusta mucho David Foster Wallace, tiene que haber uno en mi casa para releer alguna de sus obras, sobre todo El rey pálido. Y también imprescindible alguna obra de Marguerite Duras.
Por último, estamos a la espera de otros trabajos tuyos, Los escorpiones y El Desapego son algunos, ¿qué puedes adelantarnos?
Estoy escribiendo una novela bastante larga desde hace muchísimo tiempo, sobre la depresión, el suicidio y la teoría de la conspiración. Sucede en distintos escenarios históricos y en la actualidad. Y tengo otra novela escrita que va sobre el terremoto de Lisboa, un suceso del siglo XVIII provocó una gran crisis de fe y todos los intelectuales escribían sobre ello. Pretendo escribir una reactualización en el que se repite el terremoto pero en el siglo XXI, con lo que ello supone.