Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) y Tusquets han descubierto una vía que hasta el momento había sido explotada por editoriales y autores minoritarios, tan limitada que parecía no existir. Planeta ha dado con la tecla: ha vendido medio millón de ejemplares de una novela política en un país en el que casi el 70% de la población reconoce no leer. Esto merece un Premio Nacional de Narrativa y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Mariano Rajoy se lo acaba de conceder por Patria. El escritor recibirá 20.000 euros.
Un año después de la aparición de la novela -será adaptada por HBO-, el producto cultural difundido por el grupo editorial ha demostrado que se ha perdido el miedo a leer sobre ETA. No ha sido un tema recurrente, pero nunca ha estado desaparecido de la narrativa en euskera. Ramón Saizarbitoria (San Sebastián, 1944) publicó en 1973 100 metros, novela pionera en la ruptura social y el terrorismo. En 2004 concedieron a Jokin Muñoz el Premio Euskadi de Literatura por Letargo, un libro de cuentos críticos contra ETA y la izquierda abertzale.
Sí, desde el alto el fuego se escribe de otra forma, como señala Harkaitz Cano (Lasarte, 1975), porque antes “la herida estaba muy abierta y los escritores no sabíamos cómo abordar el tema”. Pero, sobre todo, lo que ha ocurrido desde la retirada de ETA es la tranquilidad del mercado. No sólo del relator. La presión comercial ha bajado. ETA ya no aburre.
ETA, la novela
El mayor logro de Aramburu ha sido hacer del asunto algo entretenido. Porque el escritor no representa a una literatura pequeña, como la gallega, la catalana o la vasca, y eso ha favorecido su autonomía: no reivindica la identidad de una cultura propia o distinta. Es un ejercicio emocional de reparación y reconciliación. Es un autor comprometido con su arte, no con una nación. Ha creado su propio país, no es un altavoz de ninguna comunidad. Al menos, no desde la independentista. De ahí que se haya librado de la tensión entre estética y compromiso político, a pesar de la paradoja desatada desde el propio título de la obra.
Mientras las culturas que buscan ser naciones demandan a los escritores que escriban a favor, los escritores que prefieren la autonomía propia vuelan al margen de las presiones. Esto explicaba Jon Kortazar a este periódico cuando apareció el ensayo Autonomía e ideología. Tensiones en el campo cultural vasco (publicado por La casa de la riqueza).
El jurado del Premio Nacional de Narrativa ha destacado de Patria "la profundidad psicológica de los personajes, la tensión narrativa y la integración de los puntos de vista, así como por la voluntad de escribir una novela global sobre unos años convulsos en el País vasco".
Precisamente, en Patria el lector se encuentra con la construcción de dos personajes nacionalistas aborregados, Mirem y Joxe Mari. Aramburu no ha creado ningún nacionalista inteligente, que no defienda el terrorismo, pero ponga contra las cuerdas al lector. El autor se explicó así con este periódico: “No me parece relevante. Lo que no está en la novela no está”. ¿Es casualidad? “Quizá sí. Lo que hay en el libro es lo que hay en el libro. Yo ni me había parado a pensar en esto. No se me ocurrió".
El éxito de ETA
Con Los peces de la amargura (2006), sobre las víctimas de ETA, llegó a miles de lectores que hasta el momento no se habían fijado en uno de los mejores escritores en lengua castellana. Pero ha sido ahora, con el consumidor en paz, cuando el producto ha dominado en la crítica y en la venta. Desde la propia editorial aseguran a este periódico que Patria se ha vendido en Euskadi en grandes superficies comerciales más que en librerías independientes.
Las presiones nacionalistas abren o cierran las puertas de un escritor en el campo literario. De ahí que el producto cultural minoritario sea habitualmente apartado, porque en él los debates políticos son más fuertes y exigentes. El punto de vista tomado por Aramburu sobre el conflicto social ha beneficiado la amplia difusión de Patria. La novela es uno de los mejores ejemplos sobre cómo la política, la sociedad y el mercado definen el éxito de una obra literaria.
El escritor también comentaba a EL ESPAÑOL que, a pesar de la adhesión incondicional que ha tenido la novela, no está dispuesto a "tocar la misma nota siempre". Después de Patria, no vendrá Patria 2. "Eso seguro. Me he comprometido con los lectores y no los utilizo para conseguir éxito y fama. Yo vengo de una clase social baja y todo esto me resulta bastante incómodo, no he sido educado para el éxito. Pero lo asumo, porque soy parte interesada. Cómo ser leído si no”.