“Carlos cena en París, cuando un camarero avisa de que a pocas calles se está produciendo un tiroteo. Corre hacia el hotel mirando alrededor ante la posibilidad de encontrarse con un terrorista a la fuga. Me escribe. Está bien. Sigue los acontecimientos agazapado en su habitación. Le respondo: es la grieta”. Los periodistas Carlos Spottorno y Guillermo Abril (premiados con un World Press Photo 2015) han recorrido las fronteras europeas más conflictivas, en busca de las decenas de fisuras en el sueño de la unidad de los 28 países que tratan de componerlo. Lo han fotografiado y lo han llamado La grieta (Astiberri), un híbrido entre el cómic y el fotolibro.
No quería utilizar la fotografía pura para evitar la apariencia de culebrón. Tampoco quería aplicarle un filtro estándar, así que inventé uno
Han encontrado fallas en las que los derechos humanos de los refugiados chocan con los intereses de las naciones, brechas en las que el nacionalismo y el cierre de fronteras amenaza la complicidad, la fractura que enfrenta al sur con el norte. “Si las grietas no se atajan, colapsa la estructura”, dice Carlos, para subrayar el peligro de perder 70 años de paz y de libertad, en un momento en el que si la unión quiere garantizar su estabilidad interior debe adaptarse a las presiones exteriores. Los dos autores de este extraordinario libro, dibujan (retratan) los escenarios que pueden acabar con una comunidad que ha sido refugio y resistencia a la barbarie.
Es grieta también el libro que evita todas las etiquetas de género y abre una fisura en el formato del cómic y del fotolibro. No es ni una cosa ni la otra, pero utiliza recursos de ambos. Es grieta porque resquebraja los cimientos asumidos de viejos géneros e inaugura uno nuevo, a partir de un relato periodístico en primera persona, en el que las imágenes son más importantes que las palabras. Reducidas a un suspiro, son las fotografías las que imponen el ritmo del relato: de 24.000 negativos cribaron en unas 750.
Realidad sucia
Cuenta Carlos a EL ESPAÑOL que el ejercicio de construcción del guion fue a la inversa, primero montaron la narración visual y luego remataron con el contexto escrito. El libro es una segunda oportunidad para el periodismo de reportajes, una vuelta de tuerca de las propuestas tradicionales. No es la primera vez que el cómic se adentra a los reportajes periodísticos -donde reina Joe Sacco-, pero sí es la primera vez que las viñetas son ocupadas por fotografías. No son ilustraciones, son las fotos de Spottorno bañadas en una trama que las ensucia y revienta el color negro. No es una fotonovela y para no confundir huye de la realidad más real.
“No quería utilizar la fotografía pura para evitar la apariencia de culebrón. Tampoco quería aplicarle un filtro estándar, así que inventé uno. Quería mantener el aspecto fotográfico, no quería una falsa ilustración, una foto dibujada. Busqué una manera en la que las fotografías puedan llevar a entender el libro como novela gráfica. Si lo codificas como novela gráfica, ayuda. Hay un cierto referente en las películas antiguas coloreadas. Se parece a ellas. Hace la imagen un poco más abstracta”, explica el fotoperiodista.
Asentado en la necesidad de divulgar las lesiones humanitarias, los dos periodistas inician su viaje informativo en Melilla y acaban en Estonia. “Hemos descubierto que hay otra forma de contar las cosas. No es completamente ajena a los reportajes, pero tiene que ver más con un diario personal. La primera persona del singular, con aspectos personales del oficio, es el hilo conductor del viaje por todas las fronteras. Es el cemento que une”, cuenta Guillermo Abril.
No sé si es un cómic. Creo que no sepamos definirlo es muy positivo, porque eso es abrir un género nuevo
Los autores no saben definir su producto. No es una novela, eso está claro. Es un cómic fotográfico, un reportaje visual… “No sé si es un cómic. Creo que no sepamos definirlo es muy positivo, porque eso es abrir un género nuevo. Estoy convencido que habrá quien quiera hacer algo parecido”, dice Carlos Spottorno de su creación. El jurado del Premio Nacional de Cómic de la próxima edición tiene un problema.
Buscar el público
La última doble página es una fotografía de familia, en la que aparecen una familia afgana y dos cameruneses, en la barrera que separa Finlandia y Rusia. Han llegado en un Lada, como las barcas de Lampedusa. “No se nos permite hablar con ellos. Cuestiones de legalidad europea. Posan en la frontera. Y su rostro, su ropa de abrigo, las maletas, la nieve a su alrededor hablan por sí mismos. Eso como si uno se viera en un espejo. Cuando los mira, realmente ve el mundo que somos”, se puede leer en el cómic. Esta historia merecía ser contada, porque es nuestra historia. Porque, fuimos, somos y seremos ellos.
Con la fotografía no hemos sido capaces de crear un lenguaje narrativo que comunique con la gente
“Pensé que a través de la novela gráfica podríamos llegar a un público más amplio, lectores que estuvieran fuera del pequeño nicho del libro de fotografía”, dice Spottorno. “Esta historia merecía ser escuchada por los jóvenes, por gente que no le interesa la actualidad”. El fotógrafo ha publicado varios libros con sus reportajes, pero tiene la sensación de que llega a poca gente. “El del fotolibro es un lenguaje que nos empeñamos en que la gente lea y la gente no lee eso. Es engañarse en algo que no puede ser. Con la fotografía no hemos sido capaces de crear un lenguaje narrativo que comunique con la gente”, asegura.
La grieta también es el cuestionamiento del cambio de paradigma del fotoperiodismo. El gran disparo que todo lo resume ya no existe. “Yo disparo cada foto como si fuera el gran fotón, a pesar de que las fotos individuales ya no penetran porque todos somos capaces de hacer buenas fotos varias veces por semana”, cuenta Spottorno. “He llegado a la conclusión de que para contar las historias que quiero necesito muchas fotos y texto narrativa. Los libros de fotografía han renunciado a usar la narrativa y debemos encontrar la manera de llamar la atención (no vociferando) para que el mensaje llegue. Que el lector disfrute de lo que está viendo y al tiempo entre en el contenido”.
La denuncia de la migración y los refugiados camina a lo largo de las páginas hasta convertirse en un asunto político que cierra las fronteras y acaba con el libre tránsito. Sin embargo, la obra está condicionada a contar lo que está en las fotos y a lo largo de la narración queda claro la falta de transparencia y censura que las autoridades aplican sobre los problemas. Todo lo que no esté en las fotos no existe.
'La grieta' es un híbrido que descubre las fisuras que harán colapsar la idea de Europa
Esto, añadido al tratamiento superficial de las historias vitales de las víctimas, deja la obra lejos de la profundidad que el propio Sacco ha ido denunciando en sus experiencias con familias palestinas, por ejemplo. Es una obra de divulgación sobre el terreno. Divulgación bella, un híbrido que descubre las fisuras que harán colapsar la idea de Europa.