Federico Gravina (1756-1806), Cosme Damián Churruca (1761-1805) y Pascual Cervera y Topete (1839-1909) son tres marinos decimonónicos cuyos nombres están relacionados con célebres episodios de la historia naval de España. Los dos primeros cayeron en la batalla de Trafalgar (1805) —el almirante Gravina fue gravemente herido y moriría meses después; y el indomable brigadier Churruca, obstinado en no rendirse, se desangró tras recibir un cañonazo que le arrancó la pierna derecha—. El también almirante Cervera lideraba la flota española que sucumbió en la batalla de Santiago de Cuba, el 3 de julio de 1898, el día que se hundió el Imperio.
Los nombres de estos personajes históricos van a ser borrados de las calles de Palma de Mallorca. Así lo ha anunciado este lunes el alcalde socialista José Hila, que encabeza el Consistorio en una coalición formada con Unidas Podemos y Més. ¿La razón? Su "origen franquista". La renovación del callejero amparada por la Ley de Memoria y Reconocimiento Democrático, que fue aprobada en 2018 por el gobierno autonómico, afecta a un total de doce vías, entre ellas la avenida de Juan March, el célebre banquero que financió el golpe de Estado de 1936.
¿Pero qué une a los tres marinos del siglo XIX con el franquismo? El Ayuntamiento esgrime que las calles del "Almirall Gravina" y del "Almirall Cervera" y la plaza del "Almirall Churruca" no hacen referencia a los hombres de carne y hueso, sino a los destructores utilizados por las tropas sublevadas durante la Guerra Civil. En un documento elaborado por el Govern de las Islas Baleares sobre la iconografía franquista en la región se detalla en una línea que estas vías fueron renombradas con las citadas denominaciones tras la contienda, a principios de la década de 1940.
El cambio del callejero y que se hayan visto involucrados en el mismo los nombres de los tres célebres marineros ha provocado un incendio en redes. El escritor y académico Arturo Pérez-Reverte ha abanderado las críticas contra el Ayuntamiento de Palma. "Díganle algo a este idiota, si les apetece", ha comentado en Twitter el autor de Línea de fuego (Alfaguara), en su habitual estilo combativo, respondiendo a la publicación del alcalde José Hila.
El buque Almirante Cervera, botado en 1925, se encontraban en el puerto de El Ferrol tras el estallido de la sublevación militar. Controlado al principio por marineros leales a la Segunda República, cayó en manos rebeldes el 21 de julio de 1936 después de una serie de enfrentamientos. La nave tomaría parte en algunas de las batallas navales más importantes de la Guerra Civil. De hecho, se enfrentó al destructor Gravina, que permanecería leal durante todo el conflicto, en la batalla del cabo Espartel. Ni este buque ni el Churruca se llamaron "almirante" en los años de la contienda.
Así se lo ha recalcado el propio novelista al alcalde de Palma después de que este asegurase que esos títulos de los barcos se pusieron en 1937: "No me importa su educación, sino su ignorancia o mala fe. Nunca hubo barcos franquistas o republicanos llamados Almirante Churruca o Almirante Gravina. Ninguno de los destructores así llamados llevó la palabra Almirante. Pastelee, que es su oficio, mas no insulte la inteligencia".
En Barcelona
Desde este martes, las calles "Almirall Gravina" y "Almirall Cervera" serán renombradas por las de Angelí Dulcert y Pere Rossell respectivamente, y la plaza del "Almirall Churruca" pasará a denominarse de Mateu Pruners. Estos nuevos títulos homenajean a cartógrafos de los siglos XIV y XV. La avenida de Juan March será la de Gran i General Consell. También se modificarán los nombres de otras vías como el pasaje Castillo de Olite —referente a otro barco de la Armada franquista—; Toledo, Brunete, Alfambra —que hacen referencia a batallas—; y Josep d'Oleza, Bisbe Planas, Gabriel Rabassa y Canonge Antoni Sancho, todos vinculados de alguna manera con el régimen franquista. Sus recambios serán la filóloga Aina Moll, la sindicalista Francesca Vidal o la anarquista Frederica Montseny.
"Todos los que estamos aquí presentes nunca pactaríamos con fascistas. Por eso seguimos cambiando nombres de calles, abriendo fosas e identificando los cuerpos para poder devolverlos a sus familias", ha señalado el alcalde Hila. "La Guerra Civil y la dictadura fueron una página negra de nuestra historia, los cambios de nombre de calle no la harán olvidar, pero tampoco la exaltarán más", ha añadido el regidor de Educación y Política Lingüística Llorenç Carrió.
No es la primera vez que el nombre de uno de estos almirantes se ve envuelto en una polémica memorialística. La Barcelona de Ada Colau ya retiró el nombre de Pascual Cervera del barrio de la Barceloneta en 2018 al considerar que era "un facha". Se cambió por el del actor Pepe Rubianes. Pérez-Reverte también cargó en las redes sociales contra la alcaldesa en aquella ocasión. Con la historia naval de España no se juega.