En el calendario romano, la festividad de la Dea Salus, personificación del bienestar y la prosperidad, se celebraba cada 30 de marzo. Ese mismo día, pero de 2017, en el yacimiento de Torreparedones, ubicado entre los municipios cordobeses de Baena y Castro del Río, los arqueólogos descubrieron un altar precisamente dedicado a la citada divinidad. No solo significó la confirmación de que los colonos romanos respetaron los rituales salutíferos indígenas y los asimilaron a sus propias creencias, también de que aquel sitio fue una ciudad dedicada a la salud y a la sanación.
Pero ese descubrimiento "casi milagroso" es tan solo un pequeño ejemplo de la ingente cantidad de vestigios que se ha recuperado de un enclave excepcional, ocupado durante 5.000 años, desde el IV milenio a.C. hasta el siglo XVI. Las investigaciones arqueológicas desarrolladas en los últimos quince años han confirmado que Torreparedones fue un destacado poblado fortificado íbero que en época romana, entre los siglos I a.C. y II d.C., la de mayor esplendor —ha sido bautizada como la "Pompeya Cordobesa"—, alcanzó el estatus de colonia o municipio, probablemente la Ituci Virtus Iulia que menciona Plinio el Viejo en una de sus obras.
El altar emergió en la zona del pórtico del edificio mejor conservado del yacimiento, las llamadas termas orientales o de la Salud. Con una extensión de 220 metros cuadrados, contaba con las tres salas típicas de los baños públicos romanos: el frigidarium, con un pavimento musivo con grandes teselas de color blanco y su correspondiente piscina de agua fría; el tepidarium, con un suelo compuesto de pequeños triángulos de mármol y piezas hexagonales de caliza blanca; y el caldarium, con su suelo radiante o hypocaustum, de la que han sobrevivido sus muros de tres metros de altura, unas taquillas donde los usuarios podían dejar sus enseres de aseo personal, un banco corrido de mármol o los apoyos de la bañera de agua caliente, que hasta disponía de un reposacabezas.
Estas termas orientales, uno de los tres edificios de época romana de la ciudad destinados al baño —a pesar de no contar con un acueducto de abastecimiento de agua permanente debido a su situación topográfica—, se construyeron en la primera mitad del siglo I d.C., durante el reinado del emperador Tiberio, y luego fueron reformadas parcialmente en época flavio-trajanea, entre los años 60-125 d.C., hasta su abandono a finales del siglo II d.C., según Ángel Ventura Villanueva, profesor de Arqueología en la Universidad de Córdoba y responsable científico de las excavaciones.
Las características de las aguas subterráneas del yacimiento, bicarbonatadas y sulfatadas, que fueron explotadas en la zona interior de la muralla a través de varios pozos, las hacían idóneas para terapias reumáticas y digestivas. De hecho, Virtus Iulia se convirtió en un punto de atracción comarcal por su marcada función salutífera. En el fondo del pozo aledaño a las termas de la Salud se han hallado objetos que refuerzan el carácter ritual del establecimiento, además de un jarrito de bronce antropomorfo con la representación de una cabeza femenina: de nuevo la Dea Salus.
Un foro espectacular
Además de los baños orientales, los trabajos de investigación en los últimos años, impulsados por el Ayuntamiento de Baena con la adquisición de terrenos y la construcción de un centro de interpretación, se han centrado en el estudio del anfiteatro, escenario de los combates de los gladiadores, descubierto a través de fotografías aéreas y teledetección por LiDAR. Tras dos campañas de excavación, los arqueólogos han sacado a la luz la tercera parte del edificio, que se aprovechó de la pendiente del terreno para construir parte de las gradas, como el de Segóbriga. Tiene una forma pseudocircular, con un diámetro de entre 67 y 64 metros, y fue utilizado entre la primera mitad del siglo I d.C. y la segunda del s. II.
"Los sondeos abiertos en la zona del anfiteatro, al estar en terrenos privados, fueron cubiertos y, de momento, no se tiene pensado hacer nada; lo primero sería adquirir esos terrenos y después continuar la excavación para documentar las puertas de acceso al edificio, el muro del podium y la zona de la arena; se podría recuperar al menos un tercio del mismo", explica José Antonio Morena López, director del Parque Arqueológico de Torreparedones y uno de los directores de las investigaciones. "Teniendo en cuenta que sólo se ha excavado un 10% de la superficie del yacimiento intramuros [10,5 hectáreas] es mucho lo que aún queda por hacer, aunque no se contempla excavarlo todo, pero al menos un 20-25%".
Porque a pesar de la excepcionalidad tanto de las termas de la Salud como del anfiteatro, no son estos los edificios más singulares del yacimiento: "También sobresalen el santuario meridional extramuros íbero-romano y el foro, donde destaca la curia, que era el senado local, lugar de reunión de la asamblea de los decuriones", señala Morena López. Ese escaparate de la ciudad, convertido en epicentro político, contaba además con una basílica civil, un templo, un mercado público —uno de los escasos ejemplos que se conocen en la Península Ibérica— o una inscripción pavimental de la plaza hecha con magníficas letras de bronce.
Del espectacular foro también se ha podido desenterrar parte del conjunto escultórico que lo decoraba, del que sobresalen las estatuas sedentes de mármol y tamaño mayor que el natural de divus Augustus y divus Claudius. El yacimiento, que ha arrojado el hallazgo de un sinfín de materiales arqueológicos, también tuvo dos grandes necrópolis en época romana o, en su sector meridional, una domus con un gran horno que debió servir como una auténtica panadería —los investigadores la han identificado como "la casa del panadero"—.
Las investigaciones, sin embargo, están lejos de concluir. En 2020, a pesar de las dificultades provocadas por la pandemia, se hizo una excavación de urgencia en la zona de la necrópolis oriental. "Se documentaron varias tumba romanas y varios exvotos zoomorfos con representaciones de caballos que apuntan a la posible existencia de un segundo santuario íbero-romano en Torreparedones, en este caso, dedicado a una divinidad protectora de estos animales", revela José Antonio Morena López. La "Pompeya Cordobesa" todavía tiene muchos secretos que desvelar.