Alrededor del municipio granadino de Baza se encuentra un vasto terreno repleto de Historia de España. Los yacimientos de Cerro Largo, Cerro del Santuario y Cerro Cepero destacan por ser claves en el entendimiento y el conocimiento de tres importantes épocas, Edad del Hierro, Época Romana y Edad Media.
Sin ir más lejos, en este área se ha hallado una de las joyas arqueológicas más importantes de España: la dama de Baza. En el verano de 1971, durante unas excavaciones dirigidas por el arqueólogo Francisco Presedo en la necrópolis ibérica del Cerro del Santuario, emergió una escultura singular del siglo IV a.C. con restos de su policromía. Fue un hito en el conocimiento de la cultura de los íberos, especialmente en lo referente a sus mundos artístico y funerario. En realidad se trataba de una urna cineraria en forma de figura femenina, tallada a partir de un único bloque de piedra caliza, que se interpreta como la representación de una mujer de la aristocracia de la antigua ciudad de Basti.
Pero aquel hallazgo, al igual que todos los que se han encontrado a lo largo del siglo XX en esta zona donde coinciden los tres yacimientos, tuvo lugar donde anteriormente ya habían rebuscado los habitantes de la España Moderna y del inicio de la contemporaneidad. Concretamente, el canónigo Maestrescuela de la Iglesia Colegial de Baza Pedro Álvarez Gutiérrez había realizado excavaciones en la necrópolis ibérica del Cerro Largo en el año 1800 y gracias a él se comenzó a proteger el Patrimonio Histórico Español. Un informe del Museo Arqueológico Nacional, El patrimonio arqueológico en España en el siglo XIX: el impacto de las desamortizaciones, recupera la relevancia de este protagonista que dio a conocer las primeras piezas arqueológicas de Baza.
Álvarez Gutiérrez nació en Sevilla en 1758 bajo el seno de una familia acomodada. Leído, culto y conocedor de los clásicos, a instancias de Carlos III, el conde de Floridablanca le nombró canónigo Maestrescuela de la Iglesia Colegial de Baza en mayo de 1786. No obstante, el clérigo, que llegó a conocer a Wilhelm von Humboldt cuando este visitó España, pronto vería su labor limitada, y comenzó a interesarse por el entorno que le rodeaba y su pasado histórico.
Primeros hallazgos
Sobre el terreno había todo tipo de habladurías que determinaban un supuesto origen fenicio a la localidad. En Baza salían a la superficie objetos que remitían a un pasado lejano, pero tal y como señala el informe del MAN nadie se planteaba indagar en la zona. "La iniciativa de Pedro Álvarez Gutiérrez de excavar un cementerio romano descubierto de forma fortuita en el curso de trabajos agrícolas, debe considerarse, por tanto, original y sin precedentes en la zona", indica.
En este sentido, el canónigo dio con la necrópolis íbera del Cerro Largo. Él mismo anotó y protegió cada tumba y tesoro que encontraba. Distinguió entre las estructuras funerarias de los individuos más humildes hasta las de mayores riquezas. Algunos debían ser soldados, puesto que iban acompañados de armas.
"La preocupación por el método de excavación y la interpretación social que hizo de los conjuntos funerarios, se aproximan más a la concepción actual de la arqueología que a la anticuaria de su tiempo", apunta el informe del Museo Arqueológico.
El hecho es que este avanzado canónigo trató de impulsar otros proyectos de excavación en lo que se deduce que hoy en día se conocen como Cerro del Santuario y Cerro Cepero. Mantuvo correspondencia con el ministro ilustrado Mariano Luis de Urquijo, a quien avisó del hallazgo y advirtió de los saqueos que se producían en la zona: "Cuando comunica a Mariano Luis de Urquijo el descubrimiento de la necrópolis y le manifiesta su intención de regalar a Estado lo que ha podido salvar del expolio a que fue sometida".
Pedro Álvarez Gutiérrez consiguió de esta manera marcar la agenda de un país tan enfocado en la capital gracias a hallazgos arqueológicos encontrados en una pequeña localidad de Granada. Urquijo, preocupado por el hallazgo y saqueo de las antigüedades romano-hispanas de Baza, pidió a la Academia de la Historia que se ocupara de ello y propusiera lo que "estimase oportuno".
Tres años después, el 6 de junio de 1803, se promulgaba la Real Cédula "por la que se aprueba y manda observar la instrucción formada por la Real Academia de la Historia sobre el modo de recoger y conservar los monumentos antiguos que se descubran en el Reyno". Era la primera normativa legal para la protección del patrimonio arqueológico en España.
Actualidad
De Pedro Álvarez Gutiérrez y su vida posterior a estos hallazgos arqueológicos poco más se sabe. Las piezas se mantuvieron durante años en Baza, siempre con la aspiración de que llegaran a Madrid. En 1808 estalló la Guerra de Independencia y queda constancia de que los franceses saquearon su vivienda y sus instalaciones. Sin embargo, es de remarcar que Álvarez Gutiérrez jamás habló de que las joyas encontradas las hubieran incautado los franceses. El hecho es que el tiempo se los llevó.
Cuando Fernando VII regresó al poder, sus ideas liberales y su creencia en el progreso se convirtieron en enemigo de la corona. Fue condenado a muerte por alta traición y tuvo que abandonar el país, con rumbo a Francia. Vivió en Marsella durante un tiempo pero, al igual que las piezas que recogió, no se sabe dónde terminó. Ni siquiera se sabe la fecha de su muerte.
No obstante, su correspondencia con Urquijo y sus anotaciones sirvieron para que en el siglo XX, la información sobre estos yacimientos apenas excavados llegara a manos del arqueólogo español Juan Cabré. "Cabré transcribiría más tarde (...) cuatro cartas cruzadas entre Mariano Luis de Urquijo, Ministro de Estado, y Pedro Álvarez, el informe del Descubrimiento de un cementerio romano y una razón circunstanciada de los hallazgos, junto con comentarios personales sobre el gran interés de la excavación del Maestrescuela y sobre el contexto social e intelectual en el que se desenvolvieron sus estudios sobre la antigüedad", agrega el informe.
Y lo importante viene a continuación: "Aunque no lo indica, Presedo pudo tomar de la publicación de Cabré los textos del informe y del inventario, pues los reproduce en su estudio de la Necrópolis de Baza".
Pedro Álvarez Gutiérrez quedó en el olvido a mediados del siglo XIX, pero sus contribuciones ayudaron a que más de un siglo más tarde los hallazgos de los yacimientos de Cerro Largo, Cerro del Santuario y Cerro Cepero se encontrasen de una sola pieza. "El trabajo de Pedro Álvarez resulta excepcional", se puede leer en el texto que profundiza sobre la vida de este canónigo que puso los cimientos de la regulación y protección del patrimonio arqueológico español.