De todas las armas fabricadas por el Tercer Reich fueron los tanques los que aterrorizaron a toda Europa y los que acompañaron durante los seis años de guerra al ejército alemán. Adolf Hitler sentía predilección por la tecnología punta y desde antes de la Segunda Guerra Mundial impulsó a sus ingenieros a desarrollar nuevas armas de combate.
Ahora, la editorial La Esfera de los Libros trae a España la completa y ordenada obra del historiador militar Dennis E. Showalter, Los panzer de Hitler, centrada, como bien indica el título, en esos clásicos carros de combate que marcaron una época.
"La presente obra sitúa a estos en el centro de tres discursos interrelacionados. Muestra su contribución al desarrollo de la guerra mecanizada y a la tecnología de blindados, su influencia en el papel del ejército en la cultura y sociedad alemanas, y su función en el modo en que libró el Tercer Reich la Segunda Guerra Mundial, tanto desde el punto de vista militar como moral", inicia el autor.
El ascenso de Hitler fue el punto de partida de una reorganización militar dentro de la Alemania nazi. La primera y segunda división de caballería recibió varios cientos de vehículos a motor. Por su parte, la tercera división no solo sustituyó todos sus caballos, sino que quedó bajo el mando de la Inspección de Tropas de Combate Motorizadas. Poco a poco los avances y los transportes cobraban protagonismo en una Alemania que se preparaba para la batalla.
Sin embargo, no todas las exigencias de Hitler se pudieron llevar a cabo. La industria automovilística alemana tardaría en adaptarse al modelo de desarrollo incesante que pedía el führer y en Alemania carecían de suficiente petróleo y acero para la construcción en masa de los nuevos tanques.
Finalmente, consiguieron desarrollar el primero de los muchos modelos que se irían perfeccionando con el transcurso de la guerra: el Panzer I. En un primer momento, este modelo, cuya producción finalizó en 1937, pretendía utilizarse únicamente como vehículo de entrenamiento. "Cuando empezaron a surgir problemas de desarrollo en las versiones mejor blindadas y armadas con las que se preveía sustituirlo, el pequeño híbrido pasó al estatus de vehículo operativo", explica Showalter.
Pero antes de nada había que conocer su eficacia y desenvoltura en el campo de batalla. El estallido de la Guerra Civil en España se convertiría en el escenario idóneo para que los alemanes tuvieran la oportunidad de aplicar sus nuevas armas mecanizadas y conocer hasta qué punto serían indispensables en un futuro conflicto.
Conquista de Madrid
La Alemania nazi, debido a su cercanía con los sublevados, apoyó tanto logística como militarmente al llamado bando nacional. No obstante, los panzer enviados no fueron empleados tal y como los alemanes tenían previsto que se utilizaran. Mientras que los carros blindados formaban parte de una rápida estrategia para impedir que el enemigo pudiera articular cualquier mecanismo de defensa, los rebeldes no siguieron los planes del Reich.
"Los alemanes sobre el terreno no tenían ni el número de carros de combate ni la tecnología blindada ni el grado de control para imponer de manera sistemática ninguna de sus ideas al Alto Mando Nacional", apunta el escritor, y asegura que las tripulaciones de tres docenas de Panzer I enviadas inicialmente a España en octubre de 1936 quedaron restringidas a misiones de entrenamiento y observación, al menos al principio.
Los ataques con unidades blindadas eran dirigidas por el futuro general, que por aquel entonces era mayor, Wilhelm Josef von Thoma. El propio Thoma lideró personalmente el ataque blindado de los franquistas sobre Madrid en noviembre de 1936 y afirmó haber participado en 192 enfrentamientos de carros.
En más de una ocasión tuvo que disentir de las tácticas militares de los franquistas españoles, quienes insistían en distribuir los tanques al modo militar tradicional. El hecho es que en la mayoría de operaciones militares se vio la inferioridad alemana contra la producción armamentística soviética.
Así lo escribe el historiador, amparándose en un informe militar que redactó el Estado Mayor General en marzo de 1939: "Los franquistas, concluía el documento, nunca emplearon los carros de combate con fuerzas superiores a una compañía y, aun en ese caso, solo en apoyo de la infantería. Las correspondientes restricciones a sus movimientos hicieron que los carros ligeros, en particular, fuesen vulnerables incluso a defensas contracarro rudimentarias".
Se ha dicho durante años que los españoles fueron una especie de "conejillos de indias". Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, los panzer fueron los primeros carros blindados en cruzar la frontera polaca. A partir de ahí, lo que en España no había resultado exitoso, sí lo fue en manos de los alemanes.
La producción en serie de nuevos modelos panzer permitió la rápida conquista de Europa. La guerra relámpago jugaba con el patetismo del contrincante: "Consistía en la capacidad para emplear los medios al alcance de una forma tan efectiva que la resistencia no solo pareciese meramente fútil sino patética, privada incluso del elemento heroico que habla tradicionalmente de resistencias a ultranza o actos temerarios en la mitología militar occidental".
Este gran triunfo del nacionalismo, empero, también fue mitificado por la cúpula alemana. En Polonia, en aquella idealizada invasión conseguida en cuestión de días, tuvieron numerosos problemas con el mal estado de las carreteras y la Wehrmacht solo contaba con algún tipo de mecanización en 15 de 54 divisiones. "El resto dependía de grandes cantidades de caballos y hombres que marchaban a pie, del mismo modo que lo habían hecho los ejércitos prusianos y alemanes durante cientos de años", narra el historiador británico James Holland en El auge de Alemania, la Segunda Guerra Mundial en Occidente 1939-1941 (Ático de los Libros).
Los panzer, en definitiva, acompañaron a los alemanes en la rápida ofensiva entre 1939 y 1941, pero también se debe señalar que estuvieron presentes en la derrota. No eran armas imposibles de vencer. Cuando los soviéticos lanzaron el ataque definitivo con rumbo a Berlín, los panzer no tuvieron nada que hacer: "Las divisiones panzer que encontraron los soviéticos en su camino fueron arrolladas, incapaces de hacer otra cosa que luchar por su supervivencia". Todas las divisiones panzer terminaron rindiéndose o fueron neutralizadas y su producción detenida. El sueño mecanizado de Hitler no llevó a Alemania al triunfo en la guerra. Gracias a Dennis E. Showalterse podemos conocer profundamente cada detalle veraz de estos carros blindados que contribuyeron al genocidio nazi.