La nobleza francesa, siempre tan cerca de la corona y el lujo, llamaba la atención entre las demás clases altas europeas por su escaso disimulo y su enorme derroche. Carlos de Borbón-Condé, nieto del mismísimo Luis XIV, vivía en una Francia prerrevolucinaria consumando todos sus deseos y vicios terrenales.
El noble francés, Conde de Charolais, compaginaba su fama de libertino con su habilidad con las armas. Combatió en Hungría en la guerra contra los turcos otomanos y ganó distinción en la batalla de Belgrado. Los turcos trataban de recuperar los territorios perdidos guerra tras la Liga Santa y tomaron la ciudad de Belgrado. No obstante, los austríacos, con el noble entre sus filas, lograron tomar la ciudad y obligaron a los turcos a rendirse.
Asimismo, a los 28 años se convirtió en uno de los candidatos para contraer matrimonio con María Sofía Sieniawska, heredera de una poderosa familia polaca. Sin embargo, los intereses del noble francés iban más allá de casarse y formar una familia. Aunque finalmente se casó -en secreto- con Jeanne de Valois-Saint-Rémy, una descendiente del rey Enrique II, el Conde de Charolais era conocido por su actitud arrogante y violenta. La batalla contra los otomanos no había sido sino un primer contacto del noble con la sangre y la muerte. En más de una ocasión, esta agresividad le llevó a ser objeto de noticia en el París del siglo XVIII.
Llegó a sacar su pistola en público y disparar al azar, para posteriormente observar quién había tenido la desgracia de recibir la bala. Felipe de Orleans, regente de Francia durante la minoría de edad de Felipe V, quedó tan sorprendido por el hecho que, aunque no pudiera condenarle por su clase, decidió que perdonaría a cualquier persona que optara por devolver el golpe al noble.
Esa violencia también la transmitía Carlos de Borbón-Condé en sus filias sexuales. Tal y como escribe el psiquiatra alemán Iwan Bloch, el Conde de Charolais le encantaba que corriera la sangre en sus orgías. Solía ejecutar a las cortesanas que le acompañaban y en mitad de las relaciones sexuales diarias que mantenía con sus amantes, disparaba al techo con la intención de alcanzar a alguien del piso superior. "La sangre que caía del techo le producía una enorme satisfacción", escribe Bloch.
Asimismo, muchos de los informes policiales vinculaban al noble con prácticas todavía más sádicas. Al parecer, secuestraba a mujeres, incluidas niñas, para utilizarlas en orgías violentas junto a sus también depravados compañeros. De hecho, Bloch afirma que su vida podría haber influenciado a la filosofía y pensamiento del Marqués de Sade.
Carlos de Borbón-Condé falleció a la edad de 60 años sin ningún tipo de consecuencia real en los actos que llevó a cabo a lo largo de su vida. Fue enterrado en una pequeña iglesia al norte de París y el condado de Charolais fue devuelto a la corona. Años más tarde, el título se le concedió a un hermano del futuro Luis Felipe de Francia, con el recuerdo de su antiguo poseedor anclado en el pasado.