El exdirector del yacimiento romano de Iruña-Veleia Eliseo Gil ha sido condenado a dos años y medio cárcel y a pagar 12.490 euros a la Diputación de Álava por haber "manipulado" él mismo o "por medio de terceras personas" grafitos calificados en su día de históricos porque adelantaban varios siglos la aparición del euskera.
La titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria lo considera culpable de un delito continuado de falsedad documental en concurso con una falta continuada contra el patrimonio histórico-cultural, por el que lo condena a un año, y de un delito continuado de estafa en concurso con otro de falsedad en documento privado, penado con 1 año y 3 meses de prisión.
La jueza también condena al supuesto físico nuclear Rubén Cerdán a un año y tres meses de cárcel por un delito continuado de estafa en concurso con otro de falsedad documental, y al pago de 12.490 euros a la Diputación. A ambos se les aplica la atenuante muy calificada de dilaciones indebidas ya que el proceso judicial comenzó hace once años, en 2009.
En la sentencia se considera probado que Gil "realizó incisiones" para dibujar diversas inscripciones en 36 piezas arqueológicas tardorromanas auténticas de cerámica, halladas entre 2005 y 2006, con "la intención de dotar a los hallazgos de yacimiento de un pretendido valor histórico-cultural-religioso que no tenían".
La jueza destaca que los grafitos supuestamente excepcionales fueron descubiertos en el proceso de lavado de las piezas. En ese momento aparecieron "inscripciones con escritura y epigrafía con distintas temáticas: motivos cristianos, frases y nombres en latín, supuestos jeroglíficos egipcios o palabras en euskera, sobre la superficie de algunas de las piezas de cerámica, ladrillo, vidrio y hueso de época romana".
Sin embargo, ninguna de estas inscripciones "habían sido vistas en el momento de su hallazgo en la excavación, esto es in situ", recalca el fallo, que atribuye la autoría de esas inscripciones al exdirector del yacimiento, bien directamente o por terceras personas.
Además de manipular las piezas, que se dañaron "de forma irreversible", Gil "se concertó" con Cerdán, "a sabiendas de la falsedad" de las inscripciones, para hacer "algún informe que pudiera corroborar la apariencia de autenticidad de los grafitos que presentaban las piezas".
Tanto Gil como Cerdán "eran conocedores de la falta de veracidad" de los informes, pero "con la finalidad de obtener un beneficio económico de carácter ilícito" decidieron girar las facturas correspondientes a la Diputación.
En el juicio sobre la falsificación de grafitos en el yacimiento alavés también fue condenado en el inicio del juicio Óscar Escribano, otro colaborador de Gil, que aceptó un año de cárcel tras reconocer que había hecho con un punzón una inscripción en una pieza a modo de "broma", lo que dañó "de forma irreversible esta pieza tardo-romana", lamenta la jueza en el fallo.