En los casi 70 años que duró la Unión Soviética hubo un caso que estremeció a la opinión pública. El caso, no obstante, sobresaltó una vez había caído la URSS y el sistema ruso comenzó a abrirse al mundo entero en términos de comunicación y transparencia. El nombre del hombre que marcó un antes y un después en Rusia fue Andréi Románovich Chikatilo (1936-1994). Es considerado el peor asesino en serie de la historia de la URSS.
Cometió asalto sexual, asesinato, mutilación y canibalismo a, como mínimo, 52 mujeres y niños entre 1978 y 1990 en Rusia, Ucrania y Uzbekistán. Escribe el doctor en Historia Juan José Primo Jurado en Eso no estaba en mi libro de la Guerra fría (Almuzara) que "no deja de ser repugnante que el sistema soviético prefiriera encubrir durante 12 años que había un asesino en serie suelto, antes que avisar y prevenir a la sociedad, porque ello hubiera supuesto reconocer que en el paraíso socialista se producían los mismos crímenes que señalaban como habituales en el bloque occidental".
Además, Chikatilo era un miembro respetado del Partido Comunista, "un marido de carácter estable y trabajador" y "un padre que nunca levantaba la voz ante sus dos hijos". Había servido en el ejército y posteriormente obtuvo los títulos de Ingeniería, Marxismo-Leninismo y Lengua y Literatura Rusa.
Pese a que en más de una ocasión estuvo en el punto de mira, el ucraniano siempre conseguía librarse con penas que no tuvieran nada que ver con los hechos cometidos. Ya en la época más tardía de la Unión Soviética, bajo el gobierno de Mijaíl Gorbachov, el conocimiento de los macabros asesinatos comenzó a expandirse entre la gente y los medios de comunicación. Finalmente, el 20 de noviembre de 1990, las pruebas contra Chikatilo eran más que evidentes y fue arrestado por la KGB. "¿Cómo pueden hacerle esto a una persona de mi edad?", exclamó al se trasladado por los policías.
Su declaración de inocencia no duraría mucho, pues terminó por derrumbarse ante un psiquiatra confesando más medio centenar de asesinatos. En consecuencia, el juez dictaminó la sentencia: 52 cargos de asesinato y 5 más por violación, dado lo cual merecía la pena de muerte. "La reacción del condenado fue la de gritar, violentarse y hasta escupir", narra Primo Jurado. El 15 de febrero de 1994 fue ejecutado con un disparo en la nuca.
Macabro modus operandi
Fue en 1978 cuando Chikatilo mató por primera vez. A sus 42 años abordó en la calle a Yelena Zakotonova, una niña de 9 años. Le convenció para que se fuera con él a una cabaña que poseía a las afueras de Rostov. "Una vez allí la desnudó con violencia. Accidentalmente, le hizo un rasguño del que brotó sangre, hecho que le propició una erección inmediata". Tal y como escribe Primo Jurado, desde entonces estableció un vínculo fatal entre sangre y sexo.
Poco a poco iría estableciendo sus filias y su modus operandi. La mutilación de los ojos, por ejemplo, se convertiría en una especie de firma en las víctimas de Chikatilo, así como demás mutilaciones sexuales y hasta prácticas de canibalismo. "En alguna ocasión el útero fue extirpado con tal precisión que todos los cirujanos de la provincia de Rostov pasaron a ser sospechosos en potencia", menciona el libro.
Vadim Gromov, Svetlana Korostik, Oleg Podzhiváev y Larisa Tkachenko son solo algunos de los nombres de los brutales asesinatos cometidos por Andréi Románovich Chikatilo, quien aprovechó su protección como hombre de partido para seguir satisfaciendo sus deseos sexuales y sangrientos hasta la época final de la URSS.