Un enorme barco de más de 15 metros recibe al espectador en la versión de El holandés errante, de Richard Wagner, que a partir de este sábado se instala en el Teatro Real durante algo más de 15 días, casi el tiempo que el compositor alemán pasó perdido en un viaje tortuoso que lo llevaba desde Riga a Londres.
Pero el viaje es distinto porque lo ha pensado Àlex Ollé, uno de los directores de escena más reconocidos en la ópera europea, que acaba de triunfar en el Covent Garden de Londres con sus versiones de Edipo (Enescu) y Norma (Bellini). Es una de las cabezas visibles de La Fura dels Baus y para El holandés errante, una ópera sobre la deriva, la culpa o la redención a través del amor, traslada la acción al conocido como uno de los infiernos del mundo, la ciudad de Chittagong, en Bangladesh.
"Cuando me encargaron la obra me hice varias preguntas. ¿Cómo lo acerco al público de hoy? ¿Podría pasar? ¿Dónde? ¿Dónde un padre vendería a una hija por dinero? ¿Dónde la vida tiene tan poco valor que la muerte es, hasta cierto punto, una vía de salida? Entonces me acordé de Chittagong. Es un lugar donde desguazan los barcos, uno de los lugares más contaminados del mundo".
La otra cara del capitalismo
Para él, ese cementerio naval donde miles de hombres se encargan de los barcos y miles de mujeres de reciclar todo lo demás es la metáfora perfecta de una sociedad "materialista". La ciudad, que casa a la perfección con la idea del barco a la deriva de Wagner, se convierte así en la cara amarga del capitalismo. En la cara sucia de las camisetas a cinco euros que hacen las delicias de los consumidores españoles.
Pero en El Holandés errante hay mucha mística, algo que también sirve a Ollé. "En Bangladesh creen en la reencarnación, es un país de una gran espiritualidad. Los padres amañan las bodas de las hijas. Es un sitio prerracionalista. En este momento tiene cierta gracia hablar de estos temas, porque en pleno Romanticismo se planteaba la búsqueda del otro lado de la razón. Ahora que volvemos al racionalismo, que volvemos a no creer en nada que no se pueda comprobar científicamente, tiene cierta lógica tratar la espiritualidad, de una fe no religiosa que se manifiesta a través del amor. A nivel musical es casi com una banda sonora, muy vital, muy enérgica. Y eso ayuda. Enmarca muy bien tres niveles de acción clarísimos: lo espectral y lo fantástico, lo realista y lo espiritual", explica en la cantina del teatro durante la entrevista.
El montaje no es del Real sino que se trata de una producción alquilada que se estrenó en la ópera de Lyon. A diferencia de otros directores de escena, Ollé sí hace reposiciones. "No es como una peli, que ya está enlatada y no puedes hacer nada. Cuanto más puedo sacar a un cantante, más me satisface. La ópera está viva. Trabajamos con material vivo". Sólo así se explica que su Edipo, que pasó por La Monnaie de Bruselas, alcanzase su aclamación en Londres gracias a las mejoras introducidas.
La "marca Fura", como dice Ollé, no sólo se expresa en grandes y espectaculares artilugios. Aunque también en ellos. "Las posibilidades que tienes en la ópera no las tienes en el teatro y por eso las intentas aprovechar. La espectacularidad siempre juega en este caso a favor de la ópera. Juegas con el poder de la imagen. No es fácil crear emociones. Los cantantes las generan, pero, ¿por qué desaprovechar lo demás?", se pregunta.
El riesgo de Mortier
En eso, en el poder de la imagen y en el riesgo, se reconoce en Gerard Mortier, antiguo responsable artístico del Teatro Real y famoso por sus polémicas. "Hay un público ávido de nuevas propuestas" y no merece la pena centrarse en producciones de época o arqueológicas que no actualicen los títulos.
"Por mucho que se criticara aquí a Mortier, ¿cuántos echan de menos el riesgo que ponía Mortier en sus obras? ¿Y el riesgo de traer a artistas que no tengan que ver con la ópera, como un artista plástico, un arquitecto o un director de cine como Haneke?”, se pregunta.
El Holandés Errante, de Richard Wagner, se estrena este sábado 17 en el Teatro Real, que ha programado 10 funciones (hasta el 3 de enero). La dirección musical corre a cargo de Pablo Heras-Casado.