No están Santiago Sierra ni Eugenio Merino, artistas de la polémica y agitadores de ARCO con sus sugerentes instalaciones —véase el año pasado el ninot de cuatro metros del rey Felipe VI destinado a arder en una hoguera—. No hay ninguna propuesta rompedora a nivel político en la nueva edición de la feria de arte contemporáneo que se inaugura este miércoles en el Ifema de Madrid y que vaya a marcar la agenda como sí hizo Sierra hace dos años, cuando fue censurado por retratar a los líderes independentistas catalanes como "políticos presos".
Solo un artista finlandés se ha aventurado a hacer una semblanza satírica con una figura española de renombre: la de Francisco Franco, estrella también en 2012 cuando Merino metió su cadáver en una nevera de refrescos. Se trata de Riiko Sakkinen, que vive en un pueblo de Murcia y ofrece una performance cargada de humor sobre el legado del dictador, tan de actualidad este último año por su exumación del Valle de los Caídos. "Franco no fue tan malo como dicen", dispara el creador. Su herencia es de risa (y de mentira).
La obra consiste en un dibujo con rotulador negro del general golpista que está acompañando de una retahíla de supuestos logros que se alcanzaron durante su régimen. La enumeración empieza con avances de envergadura para el país, pero que son fake news, no se impulsaron durante su régimen: "Creó la Seguridad Social, implantó las vacaciones pagadas, industrializó España, lanzó el crecimiento económico, ingresó a España en las Organización de las Naciones Unidas y la Unión Europea...".
La lista se transforma en mofa con los últimos elementos: "Inventó la tauromaquia, el flamenco, la paella, el carajillo, el cubalibre y el calimocho". También "estableció el Real Madrid Club de Fútbol —¡cómo no!—", el Espanyol y el Levante. "Inauguró Radio Televisión Española, Pasapalabra, ¿Quién quiere ser millonario?, Gran Hermano, Sálvame, Supervivientes y Operación Triunfo. Formó parte de Los Payasos de la Tele y Los Lunnis". Todo en la España actual parece estar relacionado de un modo u otro con los 40 años que gobernó el dictador, el rey Midas de nuestra cultura. Pero son mitos. Y eso es lo que quiere hacer ver Sakkinen.
La obra, valorada en 15.000 euros, se expone en la galería finlandesa Forsblom y, según apuntan sus responsables a este periódico, propone una metáfora de cómo evoluciona la información a lo largo del tiempo, de las fakes news y de cómo un dictador también termina siendo ridiculizado por su propia sociedad. ¿Tiene algo que que ver su salida del mausoleo de Cuelgamuros con esta propuesta? "Los artistas ven o escuchan algo e inmediatamente tienen una idea", apunta una de las galeristas. Más explicaciones el miércoles, cuando esté el artista. Forsblom, además, exhibe obras del chino Ai WeiWei, una especie de retratos de animales creados con piezas de Lego.
Pero no es la primera vez que Riiko Sakkinen lleva a ARCO una obra del estilo. El año pasado, en una performance muy similar, dibujó a Felipe VI rodeado de otros 'reyes' como King África, King Kong o los Magos de Oriente. "En el arte que yo intento hacer no es tan importante mi opinión sino la del espectador", refirió entonces. A aquella le puso un precio de 11.000 euros. ¿Cuesta más un dictador?
Más monarquía
Si el año pasado el foco de todas las polémicas fue el actual monarca, este año los artistas —o la contención desplegada por la dirección de ARCO para centrar la feria en el mercado del arte y no en la política— parecen haberle dejado tranquilo. Quien sí protagoniza una propuesta de la galería sevillana Alarcón Criado es su padre, Juan Carlos I. Se trata de una obra del artista Pedro G. Romero realizada en 1990 y que formó parte de la exposición El sueño imperativo, en el Círculo de Bellas Artes, donde se planteaba qué papel debían desempeñar los artistas en el debate social.
La obra, de 30.000 euros, es una fotografía-retrato en blanco y negro de un relativamente joven Rey emérito que sigue la tradición de retratos reales de la historia del arte de España, con Velázquez o Goya. Lo que hizo Romero, según explica el galerista Julio Criado, fue intervenir la imagen con cloro para eliminar los elementos químicos y crear una suerte de aura de color blanco. ¿Ha cambiado el significado en estas tres décadas? "Que cada uno lo interprete como quiera", ríe Criado.