La Mercedes es alcanzada en 1804 por la Armada británica frente a las costas de Portugal, cuando regresa con los “caudales y frutos” de Lima y Buenos Aires. Dos meses después de haber zarpado de Montevideo (Uruguay) -y a un día de su llegada a Cádiz-, cuatro fragatas inglesas salen a su paso en línea de combate. España sigue siendo neutral en la guerra que enfrenta a Inglaterra y Francia. Un bombazo hace saltar por los aires la paz entre España y Reino Unido, hunde el barco e inaugura las agresiones que culminarían en Trafalgar un año después.
De los 300 marinos de la fragata española mueren 249. El cargamento de monedas se hunde, los restos del barco desaparecen en las profundidades frente al Algarve y dos siglos después, la empresa cazatesoros Odyssey expolia el pecio. El gobierno español se revuelve y reclama lo que le pertenece. Cinco años de litigio bastaron para que los buitres de los fondos marinos entregaran el tesoro, dado que el Tribunal Supremo de los EEUU sentenció la propiedad de la fragata Nuestra Señora de Las Mercedes. Era un buque de guerra en misión de Estado, el tesoro pertenecía a España.
Ambos casos son calcados a efectos de propiedad: son dos barcos soberanos con inmunidad
El 25 de febrero de 2012 aterrizan en la base aérea de Torrejón de Ardoz las 17 toneladas de restos. De las casi 600.000 monedas de oro y plata rescatadas, los restauradores han podido recuperar 300.000. Cerca de 275.000 quedan inservibles tras la explosión que hunde el navío. El experto Xavier Nieto, responsable entonces del Museo Nacional de Arqueología Submarina en aquel momento, asegura que el precio de lo rescatado no supera los 8 millones de dólares, a pesar de que los responsables de Odyssey elevaron el valor a 500 millones de dólares para disparar sus acciones en la bolsa.
Un siglo antes, la nave mercante adaptada para la guerra y bautizada como San José, con posibilidad de embarcar hasta 70 cañones (aunque sólo carga 26), la Armada inglesa hunde el tesoro que precipitó a la Corona española a unos gastos sin alivio. La flota inglesa ha bloqueado las rutas por las que fluyen las riquezas coloniales hacia la península. El comodoro Charles Wager les espera en la cercanía de las costas de Cartagena (Colombia), pero parten antes de la temporada de huracanes y la agonía de la corte de Felipe IV. El San José lleva a bordo entre 7 y 11 millones de monedas de ocho escudos en oro y plata. Un valor que se calcula en 5.000 millones de dólares en el mercado actual.
“El caso legal es calcado”, explica a este periódico Xavier Nieto, antiguo director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática. “Tanto La Mercedes como el San José son barcos españoles. Un buque de Estado es como una embajada y a efectos de propiedad son dos barcos soberanos con inmunidad. Uno está en aguas nacionales (Colombia) y otro en internacionales. Pero España es el propietario del San José, otra cosa es que deba reclamar el cargamento”, añade. El experto en arqueología subacuática da por perdida la vía legal, porque el enfrentamiento con una empresa cazatesoros no tiene las mismas repercusiones políticas que iniciar una batalla legal contra un Estado.
Colombia dice "no"
El Secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, en las primeras declaraciones sobre el caso, aclara que acudirá a las mismas convenciones que “han permitido la recuperación de un patrimonio tan importante como el de la fragata Mercedes en el pleito mantenido con la empresa Odyssey”. Sin embargo, Colombia no ha firmado la Convención sobre patrimonio subacuático de la UNESCO, por lo que está al margen de cumplir con la legalidad internacional. Además, en 2013 el país aprueba una ley “privatizadora”, que permite apropiarse sin consultar de los tesoros que queden en sus aguas.
De hecho, Néstor Humberto Martínez, abogado del Estado, miembro de la Comisión de Antigüedades Náufragas del Ministerio de Cultura de Colombia acaba de despejar cualquier duda y posibilidad para España: “La ley en estas materias dice inequívocamente que el patrimonio cultural sumergido es patrimonio arqueológico propiedad de la nación". Y recuerda para los que no lo sepan que Colombia no es parte de esa convención y que por tanto el Estado no está obligado a someterse a ella.
Para Colombia, la ley en estas materias dice que el patrimonio cultural sumergido es patrimonio arqueológico propiedad de la nación
Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, también ha lanzado aviso: “La información relativa a este hallazgo está sometida a reserva de ley por muchos motivos”. Es decir, compartirá lo que le convenga. “Lo que está en juego nos obliga a mantener una reserva sobre buena parte de la información”, porque ha clasificado el caso del galeón “un asunto del Estado colombiano”.
Los expertos consultados por EL ESPAÑOL ya avisan de que “no hay nada que hacer”, precisamente porque Colombia se acogerá a su propia ley. Nieto es partidario de establecer una colaboración científica más que iniciar un enfrentamiento político. Ni Colombia cederá el tesoro, ni España se levantará en pleito. O eso parece.
"Vamos a hablar"
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, anuncia que el Gobierno quiere un acuerdo “amistoso”. Eso sí, reclamará la titularidad del barco, porque la UNESCO le ampara. Sin embargo, la organización no determina en su reglamentación la propiedad de los navíos. “Vamos a hablar”, ha dicho a EFE el ministro, que ha subrayado unas relaciones excelentes entre ambos países.
“Pero si no se puede resolver por un acuerdo amistoso, ellos entenderán que nosotros reclamemos y defendamos nuestros derechos, como yo entiendo que ellos defiendan y reclamen sus derechos. Estamos en eso”, ha dicho el ministro a menos de un mes para las Elecciones Generales. Anuncia que España no renunciará al galeón, porque se trata de un barco de Estado con “un significado histórico muy serio”.
Es un bien patrimonial histórico, un hallazgo de la Humanidad. No se puede trocear y comercializar. Todos los elementos de un barco forman una unidad
García-Margallo ha recordado que tiene un estrecho contacto con Juan Manuel Santos porque España ha logrado que los colombianos no necesitan visados para entrar en un país comunitario. “Ellos saben el trabajo que nos ha costado eso”, ha dicho el ministro.
Xavier Nieto llama la atención sobre la posibilidad de la entrada en escena de una empresa cazatesoros, previo pacto con el Gobierno colombiano, para desmenuzar el yacimiento. El peligro es la venta de los restos repetidos. “Es un bien patrimonial histórico, un hallazgo de la Humanidad. No se puede trocear y comercializar. Todos los elementos de un barco forman una unidad, aunque estén repetidos. Si lo troceamos, destruiremos un documento histórico”, explica el experto.
Si esto ocurre, sin un plan arqueológico previo, nadie podrá interpretar qué fue el San José y su papel en la Historia. “Es lo que nos ha pasado con La Mercedes”. Nieto pone el ejemplo de un manuscrito inédito de un novelista importante. Si se deshoja...