Lejos de la ciudad, en un páramo de naves industriales, rodeado por un inmenso cementerio de grúas y andamios, contenedores de obra, tuneladoras hay un hangar en el que OHL almacena algunos restos ornamentales que formaban parte de los siete edificios del conjunto arquitectónico histórico de Canalejas. El que la empresa de Juan Miguel Villar Mir ha destruido para levantar un gran hotel, 25 viviendas de lujo y un centro comercial. En esa nave, a la que la constructora ha acercado en autobús desde la Torre Espacio a un grupo de periodistas, se conservan los elementos que serán reutilizados para la decoración del nuevo edificio.
“Ha habido polémicas por si estábamos haciendo cosas en contra del patrimonio, pero nuestra vocación es mostrar en el futuro las piezas. Hoy queremos presumir de labores de restauración”, explica Francisco Meliá, director de OHL en la operación Canalejas, que justifica la primera visita a los restos del expolio después de más de un año de intervención. Las “polémicas” a las que se refiere son las dos paralizaciones que ha sufrido la obra en este tiempo: una por parte del Ayuntamiento en mandato de Botella (que Carmena acaba de perdonar, sin aclarar) y otra por parte del juez Arturo Hernández Presas. Además, la Fiscalía investiga un delito de destrucción del patrimonio histórico.
El director técnico de la obra asegura que la primera crujía no se ha demolido, sino que se ha apartado por seguridad
Junto a la impresionante reja art decó, Francisco Meliá asegura a los periodistas que estas paralizaciones de la obra tienen que ver con una “diferencia de criterio sobre lo que teníamos autorizado hacer”. “El Ayuntamiento ha abierto un expediente porque nos hemos excedido en nuestras actuaciones y estamos pendientes de la decisión”, cuenta el responsable. En ese momento, el encargado de la dirección técnica de la obra, Ángel Lloret, irrumpe para añadir que “la primera crujía no se ha demolido, sino que se ha apartado por seguridad y el Ayuntamiento ha considerado que deberíamos haber informado antes de hacerlo”.
Crujías sí, crujías no
Esta declaración espontánea hace saltar por los aires todo lo dicho últimamente por la Comunidad de Madrid. La primera crujía era un elemento intocable, junto a la fachada, después de quitar la protección original de Bien de Interés Cultural (BIC). Si como dice el director de obra la primera crujía ha sido “apartada” por “seguridad” y sin pedir permiso hay otros actores en este novelón que quedan al descubierto.
La primera es Paloma Sobrini, directora de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, que aseguró con rotundidad en la última rueda de prensa que las crujías estaban y seguían ahí. Aunque a la vista de su propia seguridad, dudó y terminó matizando por si acaso: “Hay elementos que la empresa no ha entendido como crujías y que los ha destruido”. Porque, al parecer para los arquitectos -Sobrini lo es- “no está clara cuál es la definición de una crujía”.
Melía, más curtido en esta batalla que enfrenta a la ciudadanía con el Ayuntamiento, Comunidad de Madrid y empresa, también terció para matizar al director técnico: “Las crujías están. Quedan las de las fachadas de los dos edificios que están protegidos. Pero hay elementos que no se pueden conservar. Hay elementos fáciles de desmontar y otros que no son tan simples. Hay trabajos de eliminación y sustitución. Es decir, estas crujías están, pero hay elementos de ellas que han desaparecido”.
OHL explica que hay trabajos de eliminación y sustitución. "Es decir, estas crujías están, pero hay elementos de ellas que han desaparecido"
Es una puntualización que no despeja las dudas que sembró el propio Carlos Lamela, arquitecto responsable del proyecto, cuando reconoció sobre este asunto que han trabajado en “la más estricta legalidad”: “Otra cosa es que hayamos cometido algún error sobre las partes protegidas”. “Todos cometemos errores todos los días”, continuó en una de las declaraciones más surrealistas del caso. “Es muy difícil trabajar con precisión. Es muy difícil evitar los errores”. José Manuel Calvo, delegado del Área de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento, escuchaba impasible el reconocimiento de negligencia.
Operación 'esteticién'
La nave de OHL no es un hospital. Aquí no vienen a curarse los despojos del naufragio. Los artesanos vidrieros, cerrajeros, canteros, metalistas lo hacen en sus talleres y traen las piezas recicladas. En el centro, una gran montaña de taquillas y cajas fuertes rescatadas de los edificios bancarios extintos, junto a bobinas de cableado de cobre, máquinas, hélices, trastos industriales que parecen haber hecho un hueco a las 16.170 piezas que la empresa asegura haber catalogado y salvado.
En el total cuentan cada piedra y tornillo, además de los elementos sustanciales como capiteles, vidrieras y rejas. Tras la rebaja de la protección de los edificios para su venta estaban obligados a mantener 3.500 piezas. A saber: las dos vidrieras del patio de operaciones del edificio Alcalá 10 y Alcalá 14, la cerrajería de Alcalá 10 y sus capiteles, carpintería de despachos (puertas) y las chimeneas de sus despachos.
Meliá comenta que han restaurado menos de lo que les hubiera gustado, pero más de lo que se les exigía. También subraya que en esta operación invertirán dos millones de euros (que alcanzan cinco si se suma el trabajo de la fachada). En el negocio gastarán 500 millones de euros, no habla de beneficios. Sin embargo, Lloret insiste en que todo es “moderno”, que “de los edificios originales no quedaba nada”, que después de las reformas anteriores sólo quedaban las fachadas. Por ejemplo, las rejas art decó, “sólo son de los años cuarenta”… Y añade sin bromear: “Antes no había la conciencia que hay hoy en día de conservar el patrimonio”.
Desde OHL explican que antes no había la conciencia que hay hoy en día de conservar el patrimonio
Habrá una zona gastronómica basada en producto comercial español, según dice Francisco Meliá. Al responsable de OHL le parece una tragedia para la ciudad que siete edificios del centro de la ciudad “estuvieran vacíos”, “10 años abandonados”, “deteriorándose”, “había cables pelados colgando y ciertas situaciones que podían ser peligrosas”.
El vacío lo llena todo en estos momentos. Algún día Canalejas volverá a rellenarse y entonces emergerán estos elementos desprendidos de su hábitat natural (capiteles sin columnas, rejas sin puertas, mármoles sin suelo, vidrieras sin techo) y serán adaptados a una identidad ajena a la que fueron dados a luz. La empresa ha montado un recorrido en la nave, con seis paradas -casi via crucis- para que los artesanos expliquen quiénes son, qué han hecho y cuánto tiempo se han dedicado a su oficio.
“Somos los primeros interesados en estas labores de restauración para el éxito del proyecto. La cadena hotelera Four Seasons opera en edificios históricos de toda Europa”, dice Meliá. Todos estos cachitos que han sobrevivido al naufragio del patrimonio arquitectónico serán el aroma, la apariencia y la pátina de lo que la cadena exige. El pasado hecho envoltorio.