Antonio Manuel Rodríguez es una de las referencias intelectuales del andalucismo contemporáneo. Profesor de Derecho en la Universidad de Córdoba, conoce el entorno rural andaluz desde su nacimiento en 1968 en Almodóvar del Río. Sigue viviendo en el pueblo y desde allí ha desarrollado todas sus facetas: jurista, escritor músico… y activista.
Su Mençahe der profeta abre el disco de consagración de Califato 3/4, Puerta de la cânne. "Yo soy hijo de la conquista de Al-Andalus, que jamás habría existido sin la luz de Bizancio", la grandiosidad de la Bética, Tartesos, "el desembarco de los pueblos hermanos del mar blanco de en medio" o "los hombres y mujeres que esperaban impacientes el ocaso del dios Sol desde los dólmenes y las cuevas para después rezar a las Diosas Madres vestidas de plata y luna. Hasta hoy".
Es miembro de Recuperando, la coordinadora para la recuperación del patrimonio inmatriculado por la Iglesia, y forma parte de la Fundación Blas Infante. No es católico, pero eso en Andalucía no significa que no se puede ser cofrade: “De joven salí de costalero”.
En los días previos a la Semana Santa, Antonio Manuel ha salido a la palestra. Su participación en un programa cofrade de Canal Sur televisión levantó ampollas en un mundo principalmente conservador. En unos segundos en pantalla afirmaba que algunas expresiones estéticas de las cofradías andaluzas procedían de los moriscos. Ahora, en conversación con EL ESPAÑOL, profundiza en algunas de las afirmaciones.
Hay que partir de que "Andalucía y Semana Santa son palabras casi sinónimas". Para Antonio Manuel, "tenemos que entender la identidad cultural andaluza como la superposición de culturas desde tiempos milenarios; ha sido siempre una cama donde se ha permitido que cualquier entre a dormir y lo único que se ha hecho ha sido limpiar las sábanas".
Sólo de ese modo se entiende el surgimiento de la Semana Santa. Antonio Manuel defiende que "la mayoría de la población que da pie a lo que hoy conocemos como Semana Santa era la población nativa, los andalusíes". Entonces, la población era "mayoritariamente musulmana, una minoría cristiana y otra judía".
"Cuando se produce la conquista, la mayoría de la población se convierte al castellano y al cristianismo. En términos técnicos, hablamos de una población morisca". Esa población "que tiene que sobrevivir" encuentra en las cofradías "un mecanismo de resistencia y salvación".
Es entonces cuando se genera "una primera gran lucha de clases entre el conquistador y el conquistado y eso se representa en la propia simbología de las procesiones, en las que aparecen los tres poderes: religioso, civil y militar. El pueblo sólo escolta a esos poderes".
La Semana Santa era "una forma de reconocimiento por parte del conquistador, lo que provocaba es que hubiera cofradías en las que hubiera intentos desmesurados por la aceptación". En este sentido, Antonio Manuel habla de hermandades que aún hoy persisten como la de Los Negritos, en Sevilla, o las de los gitanos en diferentes localidades andaluzas.
"La Academia permite que se normalicen disparates. Yo he leído que nuestra forma de hablar en Andalucía es por el calor y por la altura", por eso "hay que salir del tópico de que en Andalucía vivimos en la calle por el buen clima", afirma Antonio Manuel, que trata de salir de esos lugares comunes.
El flamenco o las procesiones necesitan la calle para ser completos. Esa identidad andaluza la basa sobre la dicotomía castellano-morisca. Cuando se habla de lo castellano "es una cuestión política"; en cambio, "hablar de lo morisco implica una cuestión de resistencia religiosa".
"Cuando a uno lo conquistan, lo que busca es mostrar públicamente que es uno más". En aquella población medieval andaluza, la aceptación se buscaba exacerbando las expresiones públicas: "Si uno es judío, el sábado abre las ventanas, limpia la casa y sale a pasear; el musulmán come cerdo y bebe vino en las tabernas para que se vea que es el más cristiano de todos".
Jesús en el Corán
Antonio Manuel defiende que "Jesús aparece en el Corán más veces que el propio profeta", por eso, durante la conquista de los Reyes Católicos "se produce una castellanización masiva de la población y un esfuerzo demoledor por intentar pertenecer a las élites como intento de protección".
Sin embargo, en Andalucía eso no se provoca así: "La conquista provoca una disociación descomunal en el pueblo. Grandes masas de población marginada, población sin medios, acaba también por convertirse al cristianismo"
"Su devoción es la misma que ya tenían y son precisamente los que más esfuerzo hacen por manifestar este fervor", ese motivo es, según Antonio Manuel, el que crea la Semana Santa andaluza que hoy conocemos.
Una expresión popular de fervor, de continua presencia del pueblo en torno a las imágenes de Jesús y la Virgen. Un hecho diferencial que es difícil de comprender de puertas para afuera, pero que en Andalucía es uno de los pilares de su cultura.
Un mosaico cultural
Antonio Manuel sí aclara que todas estas huellas o trazas moriscas "son unas de las claves para entender la Semana Santa". Para el profesor, esto no significa que "estas sean las únicas o monopolicen el origen; es una más".
En este sentido, habla de Andalucía como un mosaico cultural cuya historia y cuyo legado no puede entenderse si se le desposee de parte de ella: "Si faltan teselas no podemos entender el mosaico".
Se refiere, por ejemplo, al escudo de Córdoba. Hoy, el emblema de la capital está formado por un león rampante orlado por castillos y leones y rematado por una corona real: "Como si su historia comenzara a partir de la conquista y jamás hubiera sido capital de al Ándalus y la Bética, bizantina, goda, turdetana o tartesia". Como ese, muchos ejemplos.
Antonio Manuel destaca también que hoy, "existe alguna resistencia a aceptar la huella andalusí y morisca en nuestra historia, pero de forma selectiva".
"El campanario de la catedral de Sevilla es un minarete; la catedral de Córdoba está inserta en una mezquita. De hecho, muchos templos en Andalucía están construidos sobre mezquitas que a su vez estaban construidas sobre otros templos anteriores", afirma.
El escritor afirma que "del mismo modo que se ha aceptado que el cristianismo tomara fechas paganas, como la primera luna llena de la primavera para la Semana Santa, se acepte que también se cristianizó el legado andalusí".
En definitiva, Antonio Manuel llama a una reflexión en torno a la cultura andaluza. Entender esa identidad como la conjunción de diferentes culturas que han ido añadiendo poso a todo lo que ha ocurrido en la tierra en la que hoy la Semana Santa es una de sus expresiones culturales y populares más llamativas.