Zarzalejos: "Mientras prescriban la República Iglesias y compañía, hay Monarquía para siglos"
El periodista publica una obra en la que analiza los primeros y convulsos años de Felipe VI, un rey "hipotético" que se enfrenta al reto de reconstruir todo lo que su padre, después de erigirlo, destruyó.
11 febrero, 2021 01:27Noticias relacionadas
José Antonio Zarzalejos (Bilbao, 1954) dice que Felipe VI es un rey "hipotético" porque de él, siempre lejos de los focos miedáticos, comedido en sus palabras, hombre de una sobria discreción, hay que suponerlo todo. Por eso el periodista se reconoce agotado tras escribir Felipe VI. Un rey en la adversidad (Planeta), más que una biografía, una crónica jurídico política de los primeros años tremendamente convulsos de su reinado, en la que revela los entresijos de los momentos clave, desde el discurso del 3-O hasta la "expatriación" de Juan Carlos I a Abu Dabi. Muchos incendios y un futuro incierto, pero que el autor profetiza exitoso por la resiliencia y buen hacer del monarca.
Este miércoles se ha confirmado una de las profecías que lanza en su libro: que la princesa Leonor se irá fuera de España a estudiar. ¿Pero no resulta un movimiento contradictorio a esa idea de intentar acercar la Corona a los españoles? ¿Devalúa al mismo tiempo la educación de aquí?
La formación de la heredera al trono tiene que ser muy integral. El hecho de que salga de España no tiene que ver con ninguna significación peyorativa al sistema educativo español. Tiene que ver con que la princesa de Asturias salga de su área de confort, que experimente procedimientos y métodos de aprendizaje diferentes, que tenga capacidad de adaptación a un régimen disciplinario de vida en un ambiente que no es amigable inicialmente. Es la forja del carácter de la propia personalidad de la heredera. No tiene nada que ver con un acento peyorativo.
De hecho, su formación universitaria se hará en la universidad pública española, tendrá que volver a salir para ir a un máster muy cualificado de Relaciones Internacionales… Es formarla caracteriológicamente, temperamentalmente, que contacte con gente de diferentes procedencias y en un ambiente que ya no es el doméstico y familiar.
También se ha armado mucho revuelo con un rótulo de TVE mientras le estaban entrevistando. ¿Es una anécdota desafortunada o el reflejo de que la "conspiración del silencio" se ha esfumado y todos los pasos de la Monarquía se analizan con lupa?
Creo que ahora hay un escrutinio inquisitorial a la Corona. La forma en la que se están recibiendo algunas decisiones del Rey en el ámbito familiar, como es esta, me parece que tiene un sesgo muy preocupante y peligroso, inducido fundamentalmente en las redes sociales.
El libro lo arranca analizando el retrato de Felipe VI de Hernán Cortés y lo cierra radiografiando otro de Antonio López. Nada mejor que el arte para hacer metáforas sobre la Corona y enviar mensajes.
Exactamente. La intención de la cubierta es presentar al Rey tal y como está hoy: un hombre solo, con mucha dignidad personal, con la asistencia a su izquierda de la Constitución. Es un cuadro muy poco conocido que está en el Tribunal Constitucional. Con el prólogo trato de ofrecer el espíritu del libro y de mis tesis; y lo cierro con la composición de Antonio López de la familia de Juan Carlos I, en la que una catedrática de Historia del Arte lo examina y dictamina que el Príncipe de Asturias es como un outsider.
Probablemente no sea un magnífico retrato de Antonio López, que por otra parte es un genio, pero lo que tiene de valor es precisamente la composición y las actitudes que demuestran las figuras inertes: se ve en una esquina a una Cristina huidiza, a una Elena siempre pegada a su padre, a una reina Sofía entre su hijo y su marido y a un Felipe que destaca por dimensión corporal y posicional en el cuadro. Es como si Antonio López, que entregó el cuadro en 2014 —le fue encargado en 1993—, entendiera que la clave de la Monarquía iba a ser, no Juan Carlos I, sino el Rey. Empezar y acabar así esta obra me parecía que era una forma de signos, de gestos, que muchas veces tienen gran capacidad metafórica y explicativa.
El retrato que usted hace de Felipe VI es el de un rey asediado desde diferentes flancos: los escándalos de su familia, los populismos, el independentismo… Muchas encrucijadas, ¿pero cuál ha sido el principal error de esta primera etapa de su reinado?
La excesiva generosidad con su padre, al que tenía que haberle exigido que la renuncia fuese un corte limpio entre ambos reinados. El Rey es un hombre muy bondadoso y muy generoso. En 2014 sí conocía las andanzas de Juan Carlos, pero no las irregularidades financieras. Se entera en marzo de 2019, no antes. Entre junio de 2014 y junio de 2019 hay una especie de cohabitación entre los dos. Ese es el fundamental error de cálculo, pero por un exceso de generosidad. La segunda intención está en el propio Emérito, que opone reservas mentales a su decisión forzada, en cierto modo, de abdicar.
¿Qué razones le llevan a escribir que el de Felipe VI no va a ser un reinado fallido?
Porque la aproximación que he hecho a Felipe VI me ofrece el cuadro de un personaje que tiene una extraordinaria dignidad personal y que está imbuido de una convicción absoluta en su papel constitucional. Para el Rey no hay vida pública y vida privada: su magistratura es continua, de la noche a la mañana. Ha logrado interiorizar perfectamente esa unión hipostática que hay entre lo público y lo privado, de tal manera que se comporta en privado con la misma elegancia cívica, moral, que en público. Es Rey en la intimidad y en su proyección externa.
Me produce una gran confianza su figura, las decisiones que ha tomado de autodisciplina de la Familia Real, que han sido muy difíciles —no solo con su padre, también con su hermana—, de código de conducta para los empleados de su casa… Ha asumido la sobriedad, el orden, la austeridad, tiene una capacidad para soportar las dificultades muy llamativa. Esto me hace ser extraordinariamente optimista. Por otra parte, en la opinión pública está instalada una buena imagen de Felipe VI. Y en tercer lugar, tenemos una Constitución que hace que la Monarquía, con otros elementos muy importantes, sea una de las claves del sistema. Si se prescinde de una de ellas debe haber un proceso constituyente, y creo que ni hay correlación de fuerzas políticas ni disposición colectiva en la sociedad española a un proceso constituyente.
El gran error de Felipe VI ha sido la excesiva generosidad con su padre
Esa buena imagen se la está granjeando intentando eludir los focos y con la mayor discreción posible. Nunca ha dado una entrevista. Imagino que tendría muchas preguntas para hacerle, pero si solo fuese una, ¿cuál sería?
Le preguntaría si la impresión que yo tengo de que él es un hombre que asume con cierto fatalismo su destino es cierta o no. Si lo percibe o no lo percibe. Tengo la sensación de que hay un cierto fatalismo idiosincrásico en el personaje.
¿Cree que el Rey leerá este libro? ¿Qué opinión tendría al terminarlo?
Planeta ha enviado ejemplares a la Casa del Rey y a Moncloa. Tiendo a pensar que un hombre muy curioso desde el punto de vista intelectual puede que le dedique algún tiempo a su lectura. Pero no estoy seguro.
Usted defiende que Juan Carlos I no solo ha desestabilizado a la Corona, sino también al sistema constitucional. Esto presenta una paradoja histórica: uno de los principales artífices de la democracia española ha provocado un enorme terremoto ahora que hace tambalear los pilares del sistema.
Es cierto, pero esas paradojas se dan. Desestabilizar la Corona es desestabilizar el sistema porque es un elemento nuclear, estructural, del sistema político. Si la reputación de la Corona se debilita, el conjunto del sistema tiene réplicas sísmicas. Todos aquellos que se oponen a la Constitución de 1978 percuten sobre el eslabón que creen que es más débil de la cadena institucional: la Monarquía. Creen que si la rompen por ahí entran en un proceso constituyente. Eso es lo que explica que haya una actitud inquisitorial por parte de determinados grupos y personas respecto de lo que hace o dice el Rey.
Esos ataques vienen desde el mismo Gobierno hoy en día: el vicepresidente Iglesias, el ministro Garzón…
Vienen desde Unidas Podemos en el Gobierno. El señor Garzón es particularmente torpe en casi todo, pero lo es especialmente cuando maneja Twitter. Decir que el Rey maniobra contra el Gobierno no es una agresión al Rey, es una estupidez.
Hay un escrutinio inquisitorial a la Corona y a las decisiones del Rey muy preocupante
Ese discurso de Unidas Podemos de intentar arrinconar a Felipe VI y convertir a la Corona en algo irrelevante, ¿puede calar en la sociedad? ¿Sería más mérito suyo o demérito del Rey?
Cada vez que Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Rufián, Junqueras, Borràs, Puigdemont, Otegi y compañía atacan al Rey, refuerzan al Rey, aunque solo sea por la reactividad que provocan en el resto de las fuerzas políticas y en el conjunto de la sociedad española. Mientras los prescriptores de la República sean ellos, tenemos Monarquía por los siglos de los siglos. Aquí no hay un Ortega y Gasset que diga Delenda est Monarchia, ni un Ramón Pérez de Ayala ni un Gregorio Marañón que hayan formado una agrupación al servicio de la República. Cuando el adversario de la Monarquía se equivoque hay que dejarle que siga por ahí, porque todo lo que ellos ataquen beneficiará a la monarquía parlamentaria y a Felipe VI.
Respecto al PSOE, no está dirigido hoy en día por un férreo defensor como Pérez-Rubalcaba. ¿Teme que ciertos socialistas puedan aliarse con esta corriente de erosionar a la Corona?
No lo creo. Pedro Sánchez es un hombre que tiene cierta volatilidad ideológica, táctica y estratégica pero creo que en los momentos cruciales ha sabido teorizar y practicar que el PSOE que él dirige es un arquitecto del pacto constitucional y que hay un compromiso histórico. No creo en absoluto que Sánchez sea un hombre que quiera tumbar la Monarquía. Sí creo que tiene una pulsión presidencialista muy fuerte, que no siempre es compatible con la dimensión adecuada que debe tener la Corona en lo simbólico y en lo representativo. Su pretensión, en ocasiones, es dimensionar para disminuir ese simbolismo.
Tengo la sensación de que hay un cierto fatalismo idiosincrásico en Felipe VI
¿Ha sido mejor el trato de Sánchez hasta el momento con el Rey que el que tuvo este con Rajoy? Si fuese por él, el discurso del 3-O no hubiese ocurrido, como bien relata en el libro.
Rajoy fue un hombre muy indolente con una relación fría con el Rey. Lo fue con Juan Carlos I y con Felipe VI. Son dos presidentes completamente diferentes y la relación Moncloa-Zarzuela funciona totalmente diferente. Uno de los problemas que tenemos es la falta de previsibilidad en ese cauce de comunicación entre la Presidencia del Gobierno y la Jefatura del Estado. Sería deseable que decantásemos algunos usos constitucionales que hiciesen previsible cómo va a ser esa relación.
¿Cree que en la biografía de Juan Carlos pesarán más sus escándalos que el papel que desempeñó durante la Transición?
Para ello tendríamos que saber cómo termina esta historia. Pero tiendo a pensar que cuando se escriba, con la perspectiva del tiempo, el personaje de Juan Carlos quedará bien dimensionado en sus méritos y en sus deméritos. Los historiadores podrán arrojar una visión equilibrada. Estamos todavía en una fase de provisionalidad, no sabemos todavía cómo va a terminar el periplo del rey padre: depende de una investigación del ministerio fiscal que puede archivar todas las actuaciones o una querella criminal. Creo que es improbable, pero no imposible.
El rey Emérito no se va a sustraer bajo ningún concepto a la justicia
Se ha hablado de huida, de exilio, de fuga... pero usted dice que la salida del Emérito de España fue una "expatriación" a través de una "operación de Estado". Una medida decidida por Felipe VI y Jaime Alfonsín, y avalada por el Gobierno.
En una monarquía parlamentaria es impensable que la expatriación del exjefe del Estado no cuente con el visto bueno del presidente del Gobierno. Y así fue: una operación de Estado. No fue un tema estrictamente personal, sino una operación conjunta diagnosticada con criterios coordinados.
¿Un hipotético regreso de Juan Carlos provocaría un nuevo terremoto?
El regreso, que es perfectamente posible aunque no fácil, se tendría que producir después de dilucidar la investigación fiscal. Si se archivan las diligencias, se abre un horizonte. Y si no tendría que venir porque sería reclamado por la justicia. El Emérito no se va a sustraer bajo ningún concepto al movimiento de la justicia.
¿Descartamos entonces que pueda morir fuera de España, como lo hicieron Isabel II, Carlos IV o Alfonso XIII?
No es inverosímil la hipótesis, pero no es deseable que se produzca.
Otra de las cosas más llamativas que cuenta en el libro es la operación que se barajó desde fortunas favorables a la Monarquía de pagar la regularización fiscal de Juan Carlos I. ¿Eso estuvo cerca de ocurrir?
No, fue una idea que se puso encima de la mesa. Los testimonios recabados indican que fue una idea bastante fugaz que se produjo en el ámbito de la Casa del Rey y después que otras personas se reunieron por su cuenta para examinar la posibilidad de ayudar al Emérito en una regularización fiscal. En la Casa del Rey se descartó de forma inmediata y después estas otras personas encontraron unas dificultades que consideraron insalvables: entre otras cosas, haría falta conocer íntegramente cuál era el dinero o los binenes opacos que tenía Juan Carlos, y eso era inviable.
Usted bautiza a Felipe VI con el calificativo de "hipotético" porque hay que suponerle muchas cosas. ¿Cuánto de esa personalidad discreta cabe atribuirle a la reina Letizia?
El Rey es retraído porque las circunstancias le aconsejan serlo. En la relación bilateral es una persona afable y muy cordial. Es menos expresivo que su padre pero cuando hablas con él lo estás haciendo de forma confortable. La reina Letizia ha sido injustamente tratada: ha hecho un esfuerzo de adaptación extraordinario a un rol institucional muy difícil. Ha apoyado en los momentos más difíciles a su marido, lo está haciendo ahora y se ha dedicado a una educación extraordinaria hacia sus hijas. Ahora que son preadolescentes y empiezan a caminar más solas, la Reina asumirá una agenda pública mucho más proactiva y significativa. Frente a muchas críticas, tengo muy buen concepto de ella. Y además, como ciudadano español me siento muy orgulloso de que mi Rey se haya casado con una plebeya, rompiendo así siglos de tradición tanto Austria como borbónica. Me siento muy gratificado por el hecho de que la reina de España sea hija de un taxista.