Los secretos han donado los derechos de su mítica canción Pero a tu lado a la Comunidad de Madrid para apoyarla en su lucha contra el Covid-19, tal y como ha revelado Marta Rivera, consejera de Cultura y Turismo en la Comunidad de Madrid y responsable de Cultura en Ciudadanos. El himno fue compuesto por Enrique Urquijo, emblema eterno del pop patrio y artista que trascendió a la llamada "Movida Madrileña": quizás porque sus canciones no eran una rebelión estéril que invitaba únicamente a beber y a drogarse para sacudirse el franquismo, sino más bien un rosario de poemas musicalizados sobre el amor y la supervivencia en un mundo raro.
Urquijo gastaba una fragilidad lúcida tan conectada con la sensibilidad humana que atemorizaba sólo de verla, al estilo Antonio Vega. Parecía que iba a romperse en cualquier momento porque moría a cada rato, pero renació una vez y otra de su vida oscura y de su adicción a las drogas hasta que un día, en un portal de Malasaña, ya no lo hizo nunca más.
Esta canción se la dedicó a su hija, a la que también le escribió la hermosísima Agárrate fuerte mí, María: "Estoy metido en un lío / y no sé como voy a salir / me buscan unos amigos / por algo que no cumplí. / Te juré que había cambiado / y otra vez te mentí / estoy como antes colgado / y por eso vine a ti. / Agárrate fuerte a mí, María, / agárrate fuerte a mí. / Que esta noche es la más fría / y no consigo dormir". Su niña suponía una suerte de salvación, quizá el único cable que le ataba de verdad a la tierra. Como él mismo cantaba en Buena chica, era un hombre "con poco apego a la vida".
En Pero a tu lado, que es desgarradora pero aún encuentra alguna posibilidad de salir a flote, Urquijo contaba que había "muerto y resucitado": "Con mis cenizas un árbol he plantado / su fruto ha dado / desde hoy algo ha empezado. / He roto todos mis poemas / los de tristezas y de penas / y lo he pensado / y hoy, sin dudar / vuelvo a tu lado". Y el estribillo: "Ayúdame y te habré ayudado / que hoy he soñado / en otra vida, en otro mundo / pero a tu lado".
Le decía a su hija que ya no perseguía "sueños rotos", que los había cosido "con el hilo de sus ojos", y que le iba a cantar al "son de acordes aún no inventados". Hoy esta canción, que ya formaba parte del imaginario sentimental de nuestro país, pasa a las manos de la ciudad de Madrid, para homenajear las calles en las que, algunos ratos, también fue feliz Enrique Urquijo.