Fue el 18 de septiembre del año 14 d.C. cuando Tiberio Julio César asumió el cargo de emperador del Imperio romano. Durante su juventud había sido uno de los generales más brillantes de Roma que consiguió estabilizar la frontera al norte de del imperio. Sin embargo, tal y como escribió el historiador Plinio el Viejo, nunca quiso heredar el título tan codiciado de emperador y lo llamó "el más triste de los hombres".
De hecho, en el año 26, poco después del fallecimiento de su hijo y sucesor Julio César Druso, decidió exiliarse por voluntad propia. Necesitaba huir de la capital. Así, dejó la administración en manos de sus dos prefectos pretorianos. Bajo esta solitaria y alejada nueva vida, tanto el pueblo como los miembros del Senado comenzaron a especular sobre su rutina y a preguntarse qué sucedía con el emperador.
De esta manera, el historiador romano Suetonio fue el encargado de escribir la biografía de Tiberio. En sus escritos dejó constancia de la villa que había ordenado construir en Capri. Dicho complejo arquitectónico no tenía la función de albergar el descanso de las gentes que vivían allí. Tiberio había edificado todo un palacio pornográfico. Tras los muros de la villa tenían lugar todo tipo de prácticas sexuales sadomasoquistas y pederásticas.
"Un grupo elegido de muchachas, de jóvenes y de disolutos, inventores de placeres monstruosos, y a los que llamaba sus maestros de voluptuosidad, formaban allí entre sí una triple cadena, y entrelazados de este modo se prostituían en su presencia para despertar, por medio de este espectáculo, sus estragados deseos", escribió Suetonio. Pero las macabras apetencias del emperador no se detenían ahí. "Se dice que había adiestrado a niños de tierna edad, a los que llamaba pececillos, a que jugasen entre sus piernas en el baño, excitándole con la lengua y los dientes, y también que, a semejanza de niños creciditos, pero todavía en lactancia, le mamasen los pechos, género de placer al que por su inclinación y edad se sentía principalmente inclinado", añadió el romano en su biografía.
Sin embargo, numerosos académicos califican como calumnias los relatos vertidos por la oposición del emperador y por el biógrafo Suetonio. Incluso Calígula, su sucesor, trató de transformar la figura del emperador Tiberio en un hombre inmoral al que se le recuerda en la actualidad por sus supuestas inclinaciones sexuales.