El novelista israelí Amos Oz ha muerto hoy a la edad de 79 años, según ha anunciado su hija Fania Oz-Salzberg en Twitter con el siguiente mensaje: "Mi querido padre acaba de fallecer de cáncer después de un rápido deterioro". El destacado escritor y periodista ha fallecido víctima de un cáncer. "A los que lo aman, gracias", ha escrito Fania Oz-Salzberger en Twitter.
Premio Príncipe de Asturias de las Letras y propuesto en varias ocasiones para el Nóbel de Literatura, publicaba periódicamente sus artículos de opinión en destacados diarios de Europa y EEUU, casi siempre referidos al conflicto árabe-israelí.
Oz ha sido destacado como uno de los grandes escritores del siglo XX; también uno de los más comprometidos con la solución del conflicto palestino israelí. Su posición crítica con su país hizo que muchos le acusaran de antisemita, pero él siempre mantuvo fiel a sus principios en su obra y en su vida.
Amos Oz, nacido como Amos Klausner, vivió en el kibbutz Hulda y participó en la Guerra de los Seis Días y en la de Yom Kippur. Debutó en 1965 con el cuento Donde aúllan los chacales y otros cuentos (1965) y en la novela con Quizás en otra parte en 1966, y es autor de obras maestras como La caja negra, o su biografía novelada, Una historia de amor y oscuridad, que fue adaptada al cine en 2015 por Natalie Portman.
Nació en Palestina bajo mandato británico y ha muerto el año en que Israel cumple 70, dejando un legado de más de 40 libros y una actividad pacifista materializada, entre otras cosas, en la ONG Shalom Ajshav, de la que fue cofundador. Hijo de judíos llegados de Europa del Este a Palestina cuando los horrores del Holocausto comenzaban, Oz nació con el apellido Klausner en Jerusalén el 4 de mayo de 1939.
Oz creció en una familia a la que solía describir en sus entrevistas como "sionista militante", cumplió su servicio militar obligatorio en la brigada Najal, y sirvió en dos guerras como reservista, en la de los Seis días, de 1967, y la de Yom Kipur, de 1973. Después de la primera, pasó a ser un temprano defensor de la solución de los dos Estados, uno israelí y otro palestino.
En una entrevista con Efe en 2015, Oz dijo que la paz entre Israel y Palestina "es absolutamente posible, no fácil, pero posible". "No pueden simplemente irse de luna de miel juntos, no después de cien años de violencia, de odio, de injusticia. No pueden convertirse en amantes de la noche a la mañana, pero sí pueden llegar a ser vecinos, pueden dividir la casa en dos apartamentos (...) Todo lo que necesitamos son unos líderes valientes en ambos lados, pero no los tenemos", reflexionó.
También publicó cientos de ensayos y artículos de opinión sobre el conflicto israelo-palestino, pero no tocó el tema en sus novelas porque aseguraba que es "una perdida de tiempo escribir una novela para decir a los rusos que dejen de luchar contra los ucranianos". Y añadía: "Lo puedes decir en 600 palabras, en un ensayo en El País o en La Vanguardia", pero no en las novelas puesto que "no son un manifiesto político".
Muchas de las historias de Oz tienen como escenario la vida del kibutz -él creció en uno, Hulda, en el centro del país- y exploran la condición humana, las más de las veces a través de las relaciones de sus personajes con el moderno Estado de Israel. El autor se pronunció públicamente un sin número de ocasiones contra las operaciones militares israelíes en Líbano y Gaza, urgiendo al diálogo y la contención. Entendía el conflicto del país en el que vivía como "un choque trágico entre dos derechos".
En los últimos años criticó el movimiento de boicot promovido por palestinos y secundado internacionalmente contra Israel: "No creo en los boicot porque hacen a las personas más radicales, no más flexibles", afirmó. "Personalmente, no compro ningún producto que provenga de los asentamientos en Cisjordania porque estoy en contra de las colonias desde el principio, desde 1967", dijo, pero no creía que fuera un arma para el convencimiento.
Con respecto a la legitimación de Jerusalén como capital israelí por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, Oz dijo en una de sus últimas entrevistas en el diario Haaretz que ignoraba cuál sería el futuro de Jerusalén, pero aconsejó: "Todos los países en el mundo deben seguir el movimiento de Trump y trasladar sus embajadas en Israel a Jerusalén. Al mismo tiempo que cada uno de ellos debe abrir su propia embajada en Jerusalén Este, la capital de los palestinos."