La concepción gráfica que tenemos sobre Jesucristo puede haber sufrido un cambio radical. Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Haifa, de Israel, ha hallado la que parece ser una de las imágenes más antiguas de Jesús. Si tanto a lo largo de la historia del arte -el Cristo crucificado de Velázquez o el Salvator Mundi de Leonardo Da Vinci- como en el cine -Ben Hur o La pasión de Cristo, por poner algunos ejemplos- se ha representado al hijo de Dios como un hombre de pelo largo y castaño oscuro y barba abundante, el hallazgo reciente muestra un retrato bastante diferente.
Esta nueva representación de Jesucristo ha sido descubierta en una iglesia bizantina abandonada del desierto de Negev, en el sur de Israel. Los arqueólogos creen que puede datar de hace más de 1.500 años. Aunque su conservación es muy mala, los investigadores han sido capaces de reconstruir los trazos que muestran a un Jesús que poco tiene que ver con el que siempre nos hemos imaginado: su pelo es más corto y muy rizado, guardando cierta similitud con un look de estilo 'afro'. No hay ningún vestigio de la barba y la nariz es más grande.
"Estaba en el momento adecuado, en el lugar preciso, con el ángulo de luz buena y, de repente, vi sus ojos", dijo Emma Maayan-Fana, una de las directoras de la investigación, al periódico israelí Haaretz. “Era la cara de Jesús durante su bautismo, mirándonos a todos nosotros”. Una escena común del arte cristiano.
Los arqueólogos escriben en la revista Antiquity que "la cara de Cristo en esta pintura es un descubrimiento muy importante por sí solo. Pertenece al entramado iconográfico de un Jesús de pelo corto, una imagen que estaba bastante extendida en Egipto y Palestina, pero no el arte bizantino (...) En los primeros textos del siglo VI ya se describían polémicas sobre la verdadera apariencia de Cristo, incluyendo su peinado. Basándonos en la iconografía, creemos que esta escena también fue pintada en el siglo VI".
En 2011, otro grupo de arqueólogos descubrió la que se presupone que es la imagen más antigua que se conserva de Cristo, en torno al año 235. A lo largo del Mediterráneo, asimismo, se ha hallado en los últimos años un puñado de representaciones sobre Jesús de bebé.
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