Luis Miguel: el ídolo silencioso
El cantante Luis Miguel comienza este domingo su gira española, y estrena serie en Netflix en la que cuenta todos los detalles truculentos de su vida y su carrera.
30 junio, 2018 02:29Noticias relacionadas
Luis Miguel empezó a cantar a los diez años, y a los quince recibió el primero de sus nueve Grammys. Ha vendido más de cien millones de discos, ha batido multitud de récords: entre ellos el de celebrar más conciertos consecutivos en el Auditorio Nacional de México. Treinta noches y trescientas mil personas. Fue el primer cantante de habla no inglesa en vender más de dos millones de discos en Estados Unidos, el primero que llenó el Madison Square Garden de Nueva York y en cantar en el City Music Hall cinco noches seguidas con llenos absolutos. Tiene todos los premios musicales habidos y por haber, sus giras se encuentran entre las más rentables del mundo, en séptimo lugar por detrás de Springsteen. A lo largo de su carrera ha obtenido doscientos ochenta y cinco discos de platino. Con apenas veinticinco años grabó un dueto con Frank Sinatra.
Y podríamos seguir con los logros artísticos de Luis Miguel hasta las mil quinientas palabras de las que constará este texto. Luis Miguel es una de las mejores voces del panorama artístico actual. En él confluyen un instrumento extraordinario, una técnica impecable y las tablas que dan el llevar toda una vida sobre los escenarios. Veintinueve álbumes publicados a los cuarenta y ocho años, ahí es nada.
Sí a Netflix
El cantante, que siempre se ha negado a hablar sobre su vida privada, ha participado en la producción de una serie sobre su vida en Netflix. Ahí están todos los detalles truculentos que tanta curiosidad despiertan. Todos los que él ha querido contar, como es normal.
Óscar Jaenada interpreta al padre del artista, Luis Rey, un cantante frustrado, un hombre manipulador y violento que explotaba a su hijo y que llegó al punto de suministrarle drogas cuando era niño para que trabajara sin descanso. También vemos a Luis Miguel buscando desesperadamente a su madre, que desapareció sin dejar rastro en 1986, cuando el cantante tenía dieciséis años.
No había cumplido los veinte, era la mayor estrella musical de Latinoamérica, estaba arruinado por culpa de su padre y tenía dos hermanos pequeños a su cargo. De ahí directo a la espiral de mujeres, fiestas y alcohol. No es un panorama a envidiar, en absoluto.
Muchos se han cebado con Luis Miguel en los últimos años, anunciando incluso, que había muerto. Lo que debe ser bastante incómodo, no solo para el supuesto cadáver, sino también para sus allegados. La obesidad mórbida que mostraban algunos medios hace un par de años fue, claramente, fruto de Photoshop, ya que ninguna foto tomada por las fans en los conciertos correspondían con aquella imagen alterada. Pero, aunque hubiera engordado algunos kilos, ¿a quién le importa? Como si el exceso de kilos correspondiera al defecto en su talento.
Las mujeres de su vida
El de las mujeres de Luis Miguel es otro de los temas que más interés ha despertado siempre, probablemente porque él, en su línea, ni se esconde, ni confirma, ni desmiente. Ha tenido unos cuantos romances, el más sonado con Mariah Carey. No se ha casado nunca (que se sepa), tampoco con la madre de sus dos hijos menores, Aracely Arámbula. El cantante tenía diecinueve años cuando nació su hija mayor, Michelle, fruto de su relación con Stephanie Salas. También esa paternidad ha hecho correr ríos de tinta: que si se desentendió en su momento, que si no, que si la reconoció voluntariamente, o no… El caso es que se ha visto a padre y a hija juntos muchas veces en los últimos años. Eso es lo único que se sabe con seguridad.
Haciendo un repaso a sus entrevistas durante treinta y seis años vemos cual es el recorrido en lo que a su alejamiento de los medios se refiere: empezamos con un Luis Miguel que, ya desde niño, soportaba preguntas impertinentes sin rechistar. Pasamos a un joven que, con sentido del humor, toreaba a los que se centraban única y exclusivamente en su vida amorosa, y así llegamos a un adulto experto en respuestas fugitivas que repite hasta la saciedad que "Soy un ser humano"y que “Mi profesión es la de ser cantante, nada más”. Y nada menos.
Él mismo ha comentado que no sabe si todo ese sacrificio ha valido la pena, que ha dejado muchas cosas por el camino pero que, llegado a cierto punto, uno tiene que seguir adelante y hacer su trabajo
En una ocasión, un periodista le preguntó que por qué no había desmentido en las redes sociales que estaba hospitalizado “Tus fans estaban preocupadas”, le apuntó. Tuvo su respuesta : “Sí, pero es culpa tuya. Ustedes mienten para vender”.
Ni una palabra más
Y así hemos terminado, sin entrevistas a un Luis Miguel decidido a no hablar con los que se muestran más interesados en sus desventuras familiares que en una de las carreras musicales más deslumbrantes de los últimos tiempos.
¿Por qué, después de tantos años de silencio, Luis Miguel decide contarnos su vida en Netflix? Dicen que quería mostrarnos su lado más humano. O quizás ha pensado que ya era hora de, al menos, compartir ganancias con la prensa amarilla. Está en su derecho. Muchos nos hemos quedado con las ganas de que alguien le preguntara en serio sobre su música. Con complicidad, con respeto, teniendo muy claro que quien tienen enfrente hace maravillas sobre un escenario.
Aún no sabemos, después de tanto tiempo, si ha cumplido todos sus sueños, si hay algún género nuevo que le gustaría explorar. Qué se siente cuando miles de personas que han crecido contigo te ovacionan una y otra vez. Con quién le gustaría hacer un dueto. Si seguirá deleitándonos con esa voz impecable por los siglos de los siglos, o si tanta matraca mediática devorará el amor por su música. Dios no lo quiera.
Sacrificios
Él mismo ha comentado que no sabe si todo ese sacrificio ha valido la pena, que ha dejado muchas cosas por el camino pero que, llegado a cierto punto, uno tiene que seguir adelante y hacer su trabajo, y su trabajo es cantar. En 2015, cuando estaba en plena gira, Luis Miguel canceló varios conciertos. Según el comunicado médico sufría una rinofaringitis aguda. Según los medios, la cosa era más grave y el cantante sufría de tinnitus. En ese momento se dispararon, de nuevo, los rumores. Dijeron que estaba acabado, hundido, arruinado. Él, como siempre, guardó silencio.
Y dos años más tarde, el pasado febrero, volvió a ese Auditorio Nacional de México en el que ha actuado más de doscientas veces. Aquello estaba a reventar de fans enardecidos y también de muchísima prensa. El Sol de México volvía a los escenarios y había que comprobar en qué estado.
Los malpensados debieron llevarse un gran chasco: Luis Miguel se lució como siempre, o como nunca, en casi tres horas de concierto, mariachi incluido, frente a un público maravillado con esas filigranas musicales a las que, por mucho que le hayas escuchado, no logras acostumbrarte. Y es que él, como todos los prodigios, hace que lo imposible parezca fácil, pero no lo es. Tras esos talentos, ya sea en la música, en el deporte o en la literatura hay muchas renuncias, mucho trabajo y mucho sufrimiento. La diferencia entre ellos y nosotros, los mortales comunes, es que ellos están dispuestos a darlo todo por su vocación. En el caso de Luis Miguel, el “todo” incluye una vida entera.
"Es extraterrestre"
Me comentaba hace poco una amiga artista (una de las mejores voces de este país) que “Al lado de Luis Miguel, todos somos unos mediocres. Es extraterrestre”. Porque Luis Miguel es el favorito de muchos cantantes. Lógico, ellos saben de las dificultades del oficio y valoran lo descomunal de esa garganta.
Comentó el cantante en alguna ocasión que el lugar donde se siente más cómodo es en el escenario porque allí es libre. Resulta curioso que uno se sienta liberado ante miles de personas que observan hasta tu más mínimo movimiento. Así son los animales de la música, que se crecen ante la multitud. Porque, señores, si creen que Luis Miguel canta bien en los discos, esperen a verle en directo.
Leía el otro día a un profesor de música que afirmaba que la música nos da ganas de vivir. Así es, porque la ilusión es lo que diferencia a los vivos de los supervivientes. Emocionarse en un deber ya sea frente a un cuadro, una película o una canción. No es lo que son ellos, los artistas, es lo que somos nosotros frente a su arte. Somos más bonitos, mejores personas, más felices. Y eso siempre es de agradecer.