La SGAE tiene un plazo de tres meses para refundarse... El Gobierno ha aprobado -con tres años de retraso- la directiva de la Unión Europea que exige, entre otros asuntos, la urgencia por convertir a la sociedad que representa los derechos de los autores y editores en un organismo transparente. De ello depende la aparición de un nuevo órgano: la Comisión de supervisión, encargado de intervenir y garantizar el método democrático de la organización: “Es el órgano de control interno que supervisará y controlará permanentemente las actividades y el cumplimiento de las obligaciones de los órganos de gobierno, representación y administración de la Sociedad”.
Es decir, informará a la asamblea general y controlará que lo votado se cumpla. En concreto, depende de la Comisión de supervisión la aplicación de los reglamentos a la que se somete el reparto de los derechos recaudados, los procedimientos disciplinarios, las reclamaciones y quejas planteadas por los titulares de los derechos, la ejecución de las políticas aprobadas por la asamblea general, la ejecución de las decisiones aprobadas por la asamblea general y, sobre todo, “la ejecución del presupuesto anual de recaudación y reparto de derechos gestionados y de ingresos y gastos de la Sociedad”.
Es decir, la Comisión de supervisión es la última esperanza para la supervivencia de la entidad sin ánimo de lucro que opera en oscuridad. Es la única posibilidad que tiene la sociedad para actuar en soberanía, si no quiere que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte tome las riendas de la sociedad. De hecho, en el Real Decreto aprobado el pasado viernes ya aclara que bastará con un apercibimiento para hacerlo. Novedad: no es necesario que cometan una infracción muy grave, para que esto ocurra.
¿Independiente?
Y ahora las dudas que cuestionan la independencia del nuevo organismo del que depende la reforma de la SGAE: el secretario general -elegido por el presidente- actuará como secretario de la Comisión. Es decir, el controlado está presente y es el que redacta las actas… A simple vista parece que la independencia queda intoxicada. Muchos ya dudan de las posibilidades reales de estos cinco autores más un independiente. ¿Preocupante? Mucho.
Tal y como ha podido saber este periódico, los nuevos estatutos de la SGAE del futuro, que están pendientes de aprobación por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, dicha Comisión estará compuesta por un miembro perteneciente al Colegio de Gran Derecho, dos miembros pertenecientes al Colegio de Pequeño Derecho, un miembro perteneciente al Colegio Audiovisual y un miembro perteneciente al Colegio Editorial, cada uno de ellos nombrado por su propio colegio. Además, habrá “un miembro externo a la Sociedad y será nombrado a propuesta de los miembros internos de esta comisión”.
Este cargo deberá “disponer de suficiente experiencia y conocimientos técnicos para el desarrollo de sus funciones”. Además, no puede entrar en conflicto de intereses, como ninguno de los componentes del nuevo órgano. La SGAE va a tener muy complicado encontrar a seis personas con este perfil. La Junta Directiva tendrá que remitir trimestralmente toda la información para que puedan ejercer las funciones de control sobre las decisiones aprobadas por la Asamblea General.
Objetivo transparencia
Los seis componentes se reunirán dos veces al año y cada acta que recoja lo que allí se dijo estará al servicio de los socios, “por medios electrónicos”. Los acuerdos de la Comisión se adoptarán obligatoriamente por mayoría simple de votos de los miembros. Y al cierre de cada ejercicio se elaborará un informe de transparencia, que debe ser aprobado por la Comisión. Tras su aprobación, el informe anual de transparencia se hará público en la página web de la SGAE.
La sociedad sin ánimo de lucro debe ofrecer su mejor versión para renacer de las cenizas en las que se encuentra enterrada. Sin embargo, lo más llamativo del sistema electoral es que, Fernández Sastrón trata de imponer un sistema presidencialista. Por primera vez será elegido por los socios, eso es algo sin precedente en los SGAE y genera una sociedad que tendrá problemas para ser más profesional.
Además, se mantienen viejos métodos que impiden la reforma total de los estatutos y su identidad social y democrática: el voto ponderado sigue vigente. Es decir, los socios pueden votar todo lo que su recaudación les permita. Hay socios de primera y socios de segunda. “El número máximo de votos que puede obtener un socio ordinario son 91 (60 permanentes, 27 temporales anuales, 3 temporales decenales y uno social)”, se explica en el borrador de los nuevos estatutos, que suenan a antiguos.