Victoria Vera lleva en el bolso un espejito que nos pregunta al resto quién es la más guapa de este reino. Y es fácil saberlo si una la ve con su boina calada, con su aire francés y sus botas escalando hasta las rodillas como serpientes lejanas. Fuma en la terraza de la pastelería Mallorca y aprieta los labios. Viene de vuelta, anda dulce y medio escéptica, inteligentemente hastiada.
No tiene nada que ver con el destape ni con esos pubis que autoproclaman que enseñaron de libertad a los españolitos. Ella cree en los poderes de Eros y dice que las aplicaciones para ligar son "una mierda". Extraña el cortejo, la antiquísima seducción, ese juego casi impracticable ya que se acababa cuando se enseñaban todas las cartas. Actriz, empresaria de teatro, hembra independiente en un universo de intereses. Una vez, en el 75, dejó caer su imperdible y el país entero tembló. Aún retumba.
Me gusta el bautizo de "musa de la Transición" mientras sea único. De alguna manera, las cosas que yo he hecho en teatro eran justamente de gente que no podía pisar el suelo español, de exiliados, Alberti, Arrabal... y sí, la verdad es que fue un momento de transición cultural interesante. No me molesta para nada el concepto, aunque todo el mundo se apunta a ese bombardeo. No doy nombres (risas). Sí que reniego del "destape". Es franquista y denigra a la mujer. El destape es anterior a la Transición. Es burdo, es vulgar, es feísimo, y además en el destape había implícito un trato a la mujer bastante feo. En la Transición se rompió eso, surgió algo real, sincero. En la Transición, el que estaba presente era Eros, no eso tan vulgar, obvio, ni eso tan vejatorio para la mujer que fue el destape. En la Transición había algo más elegante y no ofendías al público, al contrario: el público lo aceptaba como una cosa bonita.
Me dices que María José Cantudo sostuvo hace poco que gracias a su pubis, los españoles pudieron disfrutar de la libertad. Me parece una expresión arrogante y absurda, lo que yo hice no tiene nada que ver con lo que ella hizo. ¡Eso para empezar!
Lo llaman "desnudo", pero no lo fue. Me refiero a mi actuación en ¿Por qué corres, Ulises?, de Antonio Gala. Iba vestida con una túnica y unas cadenas colgando, ¡y con las braguitas puestas! Era completamente elegante. Pero después de eso viví amenazas. Bombas en el teatro... por parte del público la acogida fue estupenda, pero una parte de lo que había entonces, una organización que se llamaba la Triple A, que era bastante tremenda, nos amenazaba con explosivos, nos insultaba... sentí miedo, un poquito. Sobre todo por mi familia. Tenía protección, un guardia permanentemente en la puerta del teatro. Un tío de gris.
La censura que experimentamos hoy... no se le puede llamar censura porque no es políticamente correcto, pero sí hay un miedo evidente a romper esquemas. Lo políticamente correcto no conduce a nada: el pensamiento único, que yo detesto, el espíritu sectario, que yo detesto... el otro día alguien decía que este país no había superado la represión de Franco. Yo nunca sufrí esa represión, porque no pertenecí a la generación franquista, pero es posible que haya quedado un poso muy grande. Y eso me preocupa, porque el espíritu sectario es algo deleznable sobre todo en el marco cultural. Es especialmente molesto. La industria cultural no es libre, en absoluto: no afrontamos la realidad política, como la afrontan en otros países, afrontar las corrupciones, los robos... y aún no hay nadie que haga nada sobre ese tema. Nadie se atreve a contar las verdades.
Para tener libertad, deberíamos eliminar los enchufes y amiguismos. En las sociedades democráticas, las cosas que uno quiere hacer, si se encuentra a la gente adecuada, las puede llevar a cabo. Aquí tenemos que pasar por una serie de filtros que están llenos de despecho, de resentimiento, de envidia, bla, bla, bla. Que alguien te diga "para hacer eso tienes que tener un contacto" o "ser amiga de tal": es tercermundista, y eso es nuestra industria cultural. El contacto, la recomendación... son anticultura, antidemocracia, antitodo. Me da tanta rabia. ¿Por qué tenemos que estar llamando a las puertas de los Ministerios para que nos den dinero? Si los que están ahí están por casualidad. No es que esté ahí una persona del teatro, o del cine, o de la literatura. Son gentes que no tienen nada que ver y dirigen tu destino, es completamente absurdo.
Yo recuerdo cuando estaba de director general de teatro Adolfo Marsillach. El diálogo con él era muy fácil. Tú ahora llamas a alguien y es probable que ni siquiera te conteste. Por ejemplo, los teatros nacionales de España, dirigidos algunos por gentes del teatro, cuando mandas un proyecto (y no es que lo mande yo solamente, es que lo he hablado con más gente), ¡ni contestan! No tienen la dignidad ni el respeto de decirte "oye, esto ahora no lo podemos hacer", etc. Pero no hay ni siquiera ese diálogo. Hay una arrogancia... y es ridículo, por cierto, que un señor o una señora que llega a un teatro a dirigirlo se ponga a dirigir sus propios montajes. ¡Puedes hacer uno al año, pero... un poco de pudor, por favor!
Yo he sido empresaria de teatro y siempre me he arruinado. ¡Muchas veces! Ser empresaria mujer en España es muy complicado, y eso que el mundo del espectáculo no es tan machista como otros. Es difícil que los hombres acepten a una "jefa". Lo que a mí me hacían no se lo hubiesen hecho jamás a un hombre. Las coacciones... es difícil que se las hagan a un productor, pero a una productora sí se la hacen. Y si eres actriz, más todavía. Son ataques sutiles que tienes que sobrellevar y seguir adelante. Lo superas a través de más trabajo. La única realidad que existe es cuando se levanta el telón; lo demás son anécdotas.
Para mí la transgresión ahora es "menos es más". No sólo en el desnudo, sino en todo. La transgresión ahora es la ausencia de vulgaridad, hacer las cosas... no te digo más minimalistas, porque es un concepto posmoderno. Estamos en un momento en el que está muriendo esa tendencia posmoderna que jamás ha tenido para mí demasiada importancia, porque no me la he creído mucho. Estamos en la entrada de otro aire.
El desnudo ha pasado de ser algo sensual a ser un negocio cosificador. Por eso me molesta que me metan en un saco de gentes diversas que no tienen nada que ver con lo que yo hice: ellos crearon un negocio, que por una parte está muy bien, porque creó puestos de trabajo que se necesitaban. Se abrió un trabajo nuevo. ¿Cuál es el punto...? Eso está mucho en la forma en la que haces las cosas. Cada artista tiene una manera. Lo que marca la diferencia es la forma. No es lo mismo hacer una escena de una manera que hacerla de otra. Ahí está tu estilo. Los desnudos que ofenden al espectador son machistas, ése es el click. Así das pie a la actitud machista.
Yo creo que las mujeres lo que tenemos que hacer es luchar por lo que queremos ser y empezar teniendo una independencia económica, laboral y personal grande. A partir de esa independencia, ya no hay diferencia con los hombres. Una de las cosas que más me impresionó cuando llegué a EEUU fue la importancia que tienen ahí las mujeres. Mandan más que los hombres. Tú llegas a un despacho y casi todos los trabajadores son mujeres, y la relación entre ellas es excepcional, no es de cotilleo, ni de "mira ésta...", ¡que es lo que nos quieren hacer ver! Ellas no están eso, están en otras cosas. No tienen esa visión pequeñoburguesa tonta. Esto depende de nosotras. Hay una falta de solidaridad entre nosotras que sí existe entre hombres, y eso impide que sigamos adelante. Siempre aparece alguna chica que tiene problemas con las demás mujeres, y eso no pasa entre ellos: los hombres se llaman "perro judío" pero después se dan la mano, como amigos.
¿Por dónde se empieza a ser mujer, me dices? Una empieza a ser mujer por la dignidad. Yo jamás he vivido ninguna experiencia con ningún Harvey Weinstein. Jamás. Jamás se ha acercado un hombre a mí y me ha tocado la teta. Trabajo en esto desde los 14 años. Y lo condeno completamente, pero también te digo: decir "no" es muy fácil. Saber parar y limitar un acoso es importante. Casi toda la gente que está saliendo, no es gente que haya tenido una carrera... astronómica, quitando la Jolie y la Paltrow. Weinstein era muy poderoso, tan poderoso que conseguía los Oscar: es una pena que no se lo dieran nunca a Hitchcock, porque él nunca tuvo un Oscar, sólo un honorífico porque se moría. Ni Paul Newman. Lo que quiero decir es que el poder de este tipo era tan grande que podía conseguirlo todo. El otro día volví a ver Con la muerte en los talones. Es tan estupenda que no me explico cómo la Academia nunca premió a Hitchcock, que creó otro estilo. ¿Por qué no se premió a Paul Newman? Me lo pregunto. Y conociendo más cosas, piensas: qué corrupción.
Mi primer voto fue para Tierno Galván. Era una situación muy bonita, se hacían mitines geniales en plazas de toros... y la figura de aquel hombre mayor, que yo veía como un abuelo, me parecía que era la que más experiencia tenía, me atrajo la figura. Y no me equivoqué, porque cuando fue nombrado alcalde y yo quise hacer una obra de teatro, Lorenzaccio, que nunca se había hecho en España, de Alfredo de Misset, le escribí una nota y me atendió enseguida, y me dejó el Teatro de la Villa. Había un diálogo tan directo entonces con las personas que es impensable ahora. Ahora cualquiera se cree el rey del mambo.
Los hombres de izquierdas y derechas... son, en definitiva, hombres. Unos son más hipócritas y otros más sectarios. Los hipócritas son los de derechas y los sectarios de izquierdas, para qué vamos a engañarnos. Pero oye, yo estoy harta de la división del país. Desde que se cayó el muro de Berlín, se acabó todo eso. Desde que descubrimos lo que había hecho Stalin... ahora yo creo que el país es mucho más humanístico y que debería volver el valor del ser humano: su obra como reflejo de lo que es por dentro. Yo no creo ya en las derechas ni las izquierdas, me aburren que me matan. Estamos viviendo un momento extraño, pero no sólo en España, sino en todo el mundo. También por la llegada de Trump. Todo el mundo dice que es un impresentable, pero muchas veces, la gente que lo dice no me merece mucho crédito. Hay que dejarlo, a ver qué hace. Me extraña que un país tan demócrata como EEUU no sea más tolerante con lo que deciden sus votantes. Me ha sorprendido para mal. ¡El que gana, gana!
¿Cuál ha sido el momento más libre de España? La Transición española. Fue mágico, porque la gente de derecha e izquierda estaba de acuerdo, y eso es sensacional. Y no había resentimiento. Se quería romper con los malos sentimientos. La gente no quería violencia, había armonía, se decía: vamos a conseguir esto pacíficamente. La Transición española fue un ejemplo para el mundo. Lo que está pasando ahora en Cataluña es sobrecogedor. Hay una frase que dijo Sabina que me gusta mucho: ¿para qué quieren tener una patria tan pequeña teniendo una tan grande? También lo ha dicho Serrat, a su manera. ¡Y que a esa gente se les llame fachas...! Entre internet y las televisiones, que están locas, estamos un poco desquiciados. Ahora por vivir en Madrid te llaman facha.
Suárez fue el presidente de España con el que hemos sido más libres. Nunca el país tuvo un aroma parecido. Era un hombre de buenos sentimientos. Yo creo que entre el 76 y el 82 todo el mundo podía decir lo que quería y expresar su opinión, y no tenías problemas si decías algo que no le parecía bien al otro. Eso ha desaparecido: ahora todo el mundo se preocupa mucho de decir las cosas tal y como convienen, y eso ya no tiene gracia. Del socialismo, me decepcionaron los hechos. Y yo creía en ellos, creía que era estupendo que llegaran al poder. Pero después los socialistas pillaron un aroma de desclasados, de querer ser como los de derechas. Querer tener el mejor coche, la mejor casa... y eso me produjo una sensación de flojera.
Yo no puedo creer en la izquierda, porque no sé lo que es. ¿Qué es la izquierda: Venezuela, Cuba? Si la izquierda es Venezuela o Cuba, no la quiero. Podemos no es izquierda, es totalitario. Antes de llegar al poder, ya quería abarcar todos los poderes. Hizo un speech Pablo Iglesias diciendo que quería el Ministerio del Interior, la TVE... lo quería todo, prácticamente. Eso es totalitario, ¿no? El gran error de este momento histórico ha sido no atender a su debido tiempo los desahucios indignos que ha habido en el país. Eran imágenes muy poderosas que hicieron que se creara esa especie de onda tan extremista. Si eso lo hubiera atacado el Gobierno, que se supone que es un Gobierno católico... pues no sé, pero dejar a la gente en la calle no es nada católico. No es de recibo.
En el 85 dije que no había historias de mujer en el cine, y siguen faltando. Es machista y repugnante que las actrices acepten que al cumplir los 40 han muerto. Es demencial. ¿Qué le debemos a Almodóvar? Pues son historias de mujer y a veces están muy bien, pero en general son mujeres que lo pasan fatal, y yo quiero mujeres que lo pasen bien. Son demasiado sufridoras, demasiado víctimas. Es una visión histórica también de la mujer en España, y fue durante mucho tiempo víctima, y es evidente, por ahí tiene su lectura correcta, pero ha llegado el momento de hacer historias donde las mujeres no sean víctimas. Porque eso hace que haya más victimismo. Quiero mujeres sin tanto drama, con un sentido más positivo.
Mi padre era monárquico. Yo respeto la monarquía, porque me parece que Don Juan Carlos hizo una pirueta en el país que se le debería agradecer, aunque cace elefantes y se vaya con señoras, que me parece estupendo. O sea: hizo tal pirueta política para acabar con la dictadura... y para conseguir lo que hemos conseguido todos estos años. Respeto máximo, con todas sus sombras y sus luces. Era un hombre encantador en la distancia corta. El rey y la reina eran gente que iban muchísimo al teatro, han venido a verme muchísimas veces y siempre han tenido una frase agradable. Hacían encuentros con la gente de la cultura y hablaban contigo, sabían lo que habías hecho. La reina, Doña Sofía, era maravillosa: te buscaba, te hablaba, estaba contigo de alguna manera. Y esos encuentros han desaparecido, incluso con el presidente del Gobierno. Tanto Felipe como Aznar, incluso Zapatero. Había cercanía. Ibas a Moncloa, o a Zarzuela, y eran fiestas bonitas. Y Rajoy fue ministro de Cultura, pero se le ha olvidado.
No es fácil ser reina consorte, tengo un respeto absoluto por Letizia. Pero creo que su preocupación debería ser más de fondo que de forma, debería estar más preocupada por la gente que por lo que lleva puesto.