No es la primera vez que Varela Producciones, la Compañía de Teatro de Blanca Marsillach formada en el año 2003 por la actriz junto a la empresaria y productora Elise Varela, vuelca su teatro en ayudar a diferentes colectivos sociales. Mujeres víctima de la violencia de género, personas sin hogar, personas con capacidades diferentes o en riesgo de exclusión social son solo algunos ejemplos de aquellos cuya situación han tratado de mejorar a través del teatro.
Esta vez han decidido apostar por todos nosotros, por el cuidado del planeta que necesitamos con una obra titulada 'Mi mundo limpio', y han elegido a los más pequeños de la casa para hacer llegar su mensaje medioambiental, para convertirlos en los "pequeños pepitos grillo" de la casa, como la propia Blanca Marsillach declara.
'Mi mundo limpio' surge gracias a la iniciativa de la actriz de difundir los beneficios del teatro a un grupo específico: los más pequeños. Se trata de una obra educativa y pedagógica que, a través de un desfile de personajes, música, bailes, proyecciones y mensajes, unidos para atraer a los más pequeños, busca concienciarles sobre el cuidado del medioambiente.
El protagonista de esta historia es Cortés de Córdoba, un toro de gran fiereza por fuera y de gran corazón por dentro. Cortés ha sido contratado por el Jefe, quien le ordena ir al bosque a talar unos cuantos árboles. Será allí donde conozca a un nuevo grupo de amigos que están concienciados de la importancia de mantener su entorno a salvo. Una Ardilla, una Pingüina, La Madre Tierra, el Árbol, y un niño llamado Nikolaus serán los encargados de hacerle tomar conciencia de lo importante que es respetar nuestro entorno y preservar la naturaleza.
"Queríamos contar a los niños qué es el CO2, qué son los paneles solares, la contaminación y lo que supone tener un mundo limpio y cuidar el medioambiente. Hacerles entender que, con la ayuda de todos, podemos contribuir a hacer del mundo en el que vivimos un lugar más habitable", asegura Blanca Marsillach.
Y han conseguido este gran objetivo gracias a la colaboración de Iberdrola, que vio en esta obra un modo perfecto de escenificar su compromiso con la naturaleza, con la lucha contra el cambio climático y su implicación en la protección de nuestro planeta, todos ellos elementos que forman parte esencial de sus valores como empresa.
Iberdrola quería ayudar a los colegios que no podían permitirse una obra de teatro de este tipo, en la que los niños vean lo que leen en los libros de texto. "Fue como un milagro maravilloso", dice Marsillach sobre este proyecto, sobre ese interés de Iberdrola en hacer una función social que ayudara a concienciar sobre el cuidado del medioambiente ya desde la infancia.
No fue difícil embarcarles en el proyecto, ya que el respeto por el medio ambiente es sin duda un valor diferenciador de la compañía española, que se esfuerza a diario en ser cada vez más ecoeficiente gracias a las tecnologías de producción con menos emisiones y la reducción del consumo de combustibles, energía, agua y otros materiales, hasta el punto de consolidarse como una de las eléctricas europeas más respetuosas con el medioambiente.
Por ello, la simbiosis entre Iberdrola y esta obra es tan fácil, ya que en ella se esfuerzan en transmitir al joven auditorio cinco de los 17 objetivos de desarrollo sostenible enumerados por la ONU, a saber: 'Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos'; ' Adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos'; 'Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos'; 'Promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres' y 'Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible'.
"Hay que destacar la gran labor que hacen las empresas como Iberdrola", afirma Blanca Marsillach. "Muchas veces pensamos que parece que sólo quieren hacerse ricos, pero también hay que reconocer que hacen cosas muy buenas, como ésta. Al César lo que es del César".
La obra, estrenada en dos sesiones este viernes en La Casa De vacas, se representará en 31 colegios de la Comunidad de Madrid, donde se realizarán 61 funciones que harán llegar su mensaje medioambiental a miles de niños.
"El truco está en volver a ser un niño, volver a ver las cosas por primera vez y disfrutar de esa ilusión que tienen", cuenta Marsillach, quien sabe bien que "el teatro es una tabla de salvación, una forma de llegar al corazón", y en el que el poder de la imagen tiene un valor que puede marcar la diferencia.
Como el propio padre de Blanca, Adolfo Marsillach, dejó dicho: "No soy tan ingenuo como para pensar que el teatro puede cambiar la sociedad, pero estoy seguro de que puede ayudar a despertarla". Que así sea.