No todos los días se tiene en el plató a uno de los mejores tenistas de la historia. La visita de Rafael Nadal (34 años) ha condicionado la semana de El Hormiguero hasta tal punto que una de las secciones fijas de los jueves, la tertulia con Juan del Val (50), Nuria Roca (48), Tamara Falcó (39) y Cristina Pardo (43) fue trasladada al miércoles.
Como no podía ser de otra manera, el protagonismo absoluto se lo llevó el manacorí que ya entró en el plató con una ovación atronadora. “Tienes la capacidad de hacer feliz a la gente con entrar en una habitación”, reconoció Pablo Motos (55) nada más empezar la entrevista. “No siempre”, respondió Nadal.
Con su modestia habitual, el invitado rebajó los halagos, como por ejemplo al hablar de la última final de Roland Garros, que Pablo Motos calificó de “escándalo”: “Salió todo muy bien aquel día. El resultado fue abultado, pero la realidad no”, aclaró, poco antes de explicar que “hay días en los que tienes claro en que las cosas van a ir bien, otros días no tanto, pero soy una persona positiva. El día de la final por la mañana fui a pelotear y las sensaciones fueron muy buenas”.
Ese triunfo fue sonado y algo más especial por el hecho de que había público en las gradas, algo que no se ha dado en otros torneos por culpa de la pandemia, una circunstancia que también influye en la vida de Nadal: “Los PCR son incontables para mí. Normalmente nos hacemos uno cada tres días. Llegamos al torneo con uno hecho, el primer día nos hacen otro y luego cada tres días. Además, metidos en una burbuja, del hotel a la pista y nada más”, detalló.
Después de aclarar los factores climáticos que convertían su triunfo en Roland Garros 2020 en un reto más complicado, el tenista balear hizo una valoración global de su carrera: “Cuando tenía 26 o 27 años jamás pensaba que con 34 iba a estar donde estoy. Estos últimos años han sido un regalo, he tenido muchas lesiones. De alguna manera disfruto más los entrenamientos”. Esos problemas físicos le han hecho tener momentos negativos, pero “nunca” se ha planteado dejar el tenis. En las lesiones y los triunfos, la clave es la mesura: “También es verdad que cuando los resultados van siendo positivos es más fácil no tener pensamientos negativos. He tenido suerte de que cuando he tenido lesiones los resultados han respondido enseguida y eso hace que estés bien a nivel anímico”.
Proyectos
Pero la vida de Rafael Nadal no es solo jugar al tenis, también tiene diversos proyectos. Entre ellos destaca la Rafa Nadal Academy: “Dentro de la academia, que abrimos hace tres años, hay un centro deportivo que tiene un museo del deporte en general, tenemos una residencia donde las personas pueden venir durante un tiempo y les hacemos un programa para mejorar su tenis. A ti te vendría bien”, bromeó con Pablo Motos, al que explicó que ese centro también tiene “un colegio internacional y una residencia donde están los niños, juegan y estudian niños de 40 países diferentes. Se dedican a mejorar su tenis, pero sobre todo en lo académico”.
A esos y otros niños que se quieran dedicar al tenis, Nadal dio un consejo de verdadero campeón: “Lo primero, que se divierta. Cuando eres niño es muy importante que se esfuerce cada día para mejorar pero desde muy pequeño no puede pretender ser un profesional, debe tener la vida de un niño de 10 años”, argumentó.
Otro de sus negocios es un restaurante que tiene en la capital, TATEL Madrid, con Cristiano Ronaldo (35) y su amigo Pau Gasol (40). “No tenemos tantas reuniones porque cada uno vive en su mundo, pero sí que es verdad que tenemos el restaurante Tatel como un punto de encuentro”.
En la entrevista, Pablo Motos se centró mucho en el aspecto mental del tenis y la gestión de las derrotas. “La derrota y la victoria es parte de nuestra vida y hay que aceptar las dos cosas por igual. Nunca he sido muy festivo cuando todo iba bien ni muy negativo cuando van mal, esa estabilidad mental creo que es clave”, contó Nadal quien no tiene reparos en reconocer que “cuando pierdo, estoy jodido”.
Uno de los aspectos clave para el deporte de élite es el descanso, pero Nadal desmontó uno de los mitos: “Antes de un partido importante a veces duermo bien y otras no, pero no tiene nada que ver. Al comienzo de mi carrera estaba ansioso y ahora ya sé que te levantas con la adrenalina listo para lo que haga falta. Antes de finales he dormido tres o cuatro horas y no pasa nada”.
Ocio y tiempo libre
Tras esa parte más deportiva, Motos se centró en la parte más personal y desconocida de Rafael Nadal. Para empezar, el balear no tuvo problemas en afirmar que “me gusta la fiesta” y que en ocasiones toma alcohol, por ejemplo, tequila. Sobre sus rutinas a la hora de navegar por Internet, “como estamos fuera de casa casi siempre intento conectarme a las páginas web de la mayoría de los periódicos españoles para estar informado. Cuando aparezco yo, leo el titular y no la abro casi nunca, especialmente antes de partidos”.
Como al resto de los mortales, a Nadal le gusta la música. ‘Más’, de Alejandro Sanz, fue el primer disco que se compró, y respecto a los conciertos, desgranó que ha estado “en varios de Julio Iglesias, estuve viendo a Shakira en Montreal, a David Bisbal… No he tenido muchas opciones”. También reconoció públicamente que es de lágrima fácil: “He llorado muchas veces viendo películas, soy de lágrima fácil, con E.T. cuando era pequeño, El Rey León, con Titanic también”.
Más conocida es su pasión por el chocolate, una de las cosas a las que me le cuesta renunciar por la estricta alimentación que tiene que llevar. Lo que no ha variado mucho es uno de sus defectos: “La puntualidad no es mi gran virtud. Es un vicio, estoy en el sofá y pienso que voy sobrado de tiempo, en el último momento siempre surge algo, esos cinco minutos tarde nunca me los quito, no es un drama. Cuando quedaba con mis amigos de jóvenes, llegaba tarde porque en Palma la fiesta empieza tarde y además muchas noches había fútbol”.
Para rematar la entrevista, Pablo Motos quiso sacar un titular, y vaya sí lo consiguió: “¿Qué cambiarías en este momento por el bien de todos”, le preguntó. “No te lo puedo decir”, respondió con una sonrisa.
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