Es una de las concursantes más inesperadas de la quinta edición de MasterChef Celebrity. Descendiente de una de las sagas familiares más famosas de nuestro país, los Dominguín-Bosé, Lucía Dominguín (63 años) ha querido dar un paso al frente y darse así misma la oportunidad de probar suerte en el exitoso concurso culinario.
Después de unos años complicados marcados por el fallecimiento de su hija Bimba Bosé, en enero del 2017, y por la reciente muerte de su madre Lucía Bosé, el pasado 23 de marzo, la ahora aspirante a chef promete darse a conocer delante de millones de espectadores cada martes a través de la pequeña pantalla.
Un formato que ha tenido que lidiar en esta edición con la problemática que conlleva la pandemia. Las grabaciones del talent show comenzaron en mayo de este año, aunque tuvieron que paralizarlas momentáneamente hasta finales de junio, lo que implicó que Lucía tuviera que enfrentarse a la presión del concurso a las pocas semanas de la desaparición de su madre. Una experiencia que no olvidará con facilidad.
Es la primera vez que participa en un talent show, ¿cómo ha sido la experiencia?
Me han hecho sentir muy bien. No soy televisiva, de hecho no tengo ni televisión en mi casa. Pero me he encontrado muy a gusto. Son todos muy familiares, y bueno, yo soy la única que no soy mediática en este casting. Pero la verdad es que me lo he pasado genial.
En ediciones anteriores muchos de los concursantes tomaron clases antes de participar en MasterChef Celebrity, ¿ha hecho usted lo mismo?
Iba 'virgen' al concurso, no he tomado clases. He ido muy confiada y me lo he pasado muy bien. He disfrutado, aprendido... pero la verdad es que he ido despistadísima. El confinamiento nos ha restringido la posibilidad de formarnos antes, que en otras ediciones se ha hecho, y de acudir a profesionales, pedir ayuda a amigos, elaborar recetas... Hemos estado muy pillados, yo por lo menos. Salir de casa y llegar a ese Madrid 'zombie', que no se podía ir a ningún sitio... Yo creo que este MasterChef va a ser histórico, porque tanto nosotros, como el equipo, la producción y todo lo que conlleva hacer la movida esta que ha hecho Shine Iberia, la productora del programa, ha sido chapó. Además, con el agravante que ha tenido el asunto de la Covid hacer un show de este calibre en esas circunstancias ha sido brutal.
¿Cree que debido a que usted no tiene bagaje televisivo su participación ha sido más fresca que la del resto de concursantes?
No lo sé, yo creo que eso lo tienen que juzgar los que me vayan a ver. Yo soy como soy, no tengo personaje, soy Lucía. A lo mejor los demás tienen un personaje y luego, cuando van a su casa, son lo que son. Pero es que yo soy Lucía y no puedo hacer otra cosa. Creo que les tocará criticarme o amarme o enseñarme lo que tengo que hacer en este campo. Esa es uno de los motivos por los que me apetece muchísimo ver el montaje del programa, porque va a ser súper interesante. Cuando vives una experiencia es una visión tuya, pero no sabes lo que está pasando a tu alrededor. Va a ser interesante y divertido en ese sentido. Soy la más desconocida de todos porque yo apenas he salido en la televisión.
¿Qué es lo que le empuja a decir sí a la oferta de participar en MasterChef Celebrity?
Creo que llegada a una edad ya no tengo filtros en muchos sentidos, y me dije: 'Vamos a vivir esta experiencia'. Llega un momento de tu vida en el que tu cabeza hace un 'click' y dices 'Venga, voy a hacerlo'. Me pareció un poco fuera de mis perspectivas de vida, pero me resultaba también interesante.
¿Ha sido aficionada o asidua de la cocina antes de su participación en el programa?
He cocinado toda mi vida, desde muy pequeña he jugado a las 'cocinitas' como todos los niños del mundo mundial. Luego me casé con 17 años y tuve a mi niña con 18, así que a partir de eso te dedicas a la cocina sí o sí. Pero hay que destacar que la cocina de MasterChef no tiene nada que ver con lo que hacemos habitualmente en casa, es una competencia. Hemos hecho una limpieza de alma, espíritu, cuerpo y mirada que yo he puesto en el tintero. Y que ha sido muy fuerte. Ha sido algo que ha marcado un antes y un después, estaba mi vida antes de MasterChef y después. El pasado lo tengo en la piel, lo llevo en las capas, pero el futuro, ¿Qué me depara el futuro? Es intrigante y acepto lo que me traiga, ¡Me apunto!.
¿Qué piensa ante el hecho de que a partir de la emisión comience a crecer su popularidad?
La parte de popularidad la he vivido de diferentes maneras y en diferentes momentos de mi vida. Todos ellos adjuntos a mi propia familia. En esta ocasión voy a ser yo la protagonista. No tengo ni idea de lo que va a pasar, pero es cierto que ahora no voy a ser la hija de, ni la hermana de, ni la madre de. A mí me han parado por la calle para darme el pésame de mi hija y de mi madre, para felicitarme por mis hijos... yo qué sé. Creo que todo depende de cómo caigas a los que te miren. Ese tipo de popularidad en mi vida no la conozco porque no la he tenido nunca, pero puede ser divertida. Además que me llega en un momento en el que no tengo que no tengo que demostrar ya nada. Si me dicen que soy alta, como si me dicen que soy fea, o que tengo los dientes torcidos. No quiero ser perfecta.
¿Con qué concursante ha tenido usted un feeling más especial?
He tenido la suerte que como veníamos de fuera La Terremoto, David Fernández (50) y yo, hemos vivido esto juntos como si fuera una 'comuna'. La Terre es que es como mi hija, me encanta. Es una persona tan dulce, tan entrañable y tiene una inteligencia espectacular, es mi debilidad. He conocido a Ainhoa Arteta (55), a Raquel Sánchez Silva (47), que ya había hecho otras cosas con ella, a Laura Sánchez (39)... La verdad es que se profundiza más en las relaciones interpersonales. Como traemos todos mochilas de nuestras casas, de nuestras vidas cotidianas, cuando llegas ahí tienes que dar la cara y estar bien para ver cómo reacciona todo el mundo ante las situaciones. Hay de todo, pero yo no me he llevado con ninguno mal.
¿Y con los jueces qué tal le ha ido?
¡Muy mal! ¡No los quiero! Son insoportables y no quiero saber nada de ellos. La verdad es que me sueño con ellos, es como cuando vuelves al colegio y te pasas la noche con unas pesadillas tremendas porque el profesor te va a machacar por no saberte la lección, me sentía así. He hecho un psicoanálisis personal con mi infancia y no me gustan nada, no quiero a estos personajes en mi vida. Son malísimos (ríe).
¿Qué le dijo su familia cuando se enteraron de que iba a ser concursante?
Me han animado todos. Me han dicho que no sea tonta y que salga de casa a conocer el mundo. Nada, me han dicho que aprovechase y lo disfrutase. Yo lo he vivido cómo si fuera una primera cita. La verdad es que me ha venido muy bien este concurso.
¿Veía el programa antes?
Yo MasterChef lo he visto cuando iba a casa de mi madre, que a ella le encantaba y se tiraba hasta la una de la mañana frente a la tele. Yo le decía "¡estás loca, con lo que sufre la gente ahí!". Pero al mismo tiempo te diviertes tanto... al principio te tomas todo muy a pecho, pero poco a poco lo vas disfrutando.
Lucía habría estado emocionada esperando verla en la tele, ¿no?
Pues sí. Cuando me dijeron que iba, ella ya lo sabía y tenía muchísimas ganas de verlo. Pero me verá, están en otra dimensión, aquí al lado, es como si estuvieran en América. Junto con mi niña. La verdad es que ha sido fantástica la experiencia en todos los sentidos.
[Más información: Los Dominguín-Bosé, una saga marcada por el arte y la tragedia: quién es quién en la familia]