Definitivamente, en El Hormiguero han cambiado el chip. Nada de mensajes tristes o reflexiones sobre la crisis del coronavirus. Al quinto intento el nuevo formato del talk show de Pablo Motos (54 años) dejó claro que su objetivo es romper con la dura realidad que envuelve al país. Así, este lunes, hasta el habitual speech inicial de Motos al comienzo del programa estuvo marcada por el buen rollo: "Hace un par de años conocí a un tío que se encarga de los espectáculos del Circo del Sol, hubo una cosa que me marcó: estábamos hablando de la felicidad y me dijo que la gente se cree que la felicidad viene de fuera. La felicidad ni se busca ni se encuentra, se crea".
Lo gracioso no era el mensaje, sino el boicot a base de risas de los colaboradores que hoy se sentaban en la mesa: Marron (40), Luis Piedrahita (43) y El Monaguillo (46). Ellos fueron los encargados de ir salpimentando el espacio mientras llegaban los dos platos fuertes de la noche, las entrevistas con Iñaki Gabilondo (77) y José Luis Perales (75). Uno de los temas de conversación fue con quién no pasarían la cuarentena. Motos fue claro: con Carles Puigdemont (57). "Y no es por política, es que cuando toca la guitarra lo hace mal. A ver, que las canciones de Los Beatles no te salen bien".
Interrogantes sobre el futuro
El primero en entrar en escena fue Gabilondo, quien sí habló del manido coronavirus. La excusa, su programa Volver para ser otros, en Cero, de Movistar+, donde en su segundo capítulo abordará ‘El mundo después del coronavirus’: “El primer capítulo ha tenido una audiencia estupenda. El espíritu es sencillo: hacemos una propuesta de reflexión. Estoy invitando a gente de gran nivel intelectual para ver qué consecuencias nos va a dejar esto. La información va muy servida, así que nosotros apostamos por la reflexión”.
Los interrogantes que le surgen al periodista vasco al respecto de esta crisis son múltiples: “Primero hace falta saber cuándo vamos a salir y cómo vamos a salir. Sospecho que va a ser un proceso escalonado y vamos a ver cómo lo digerimos. La impresión que tengo es que se ha fortalecido el sentido comunitario, todos estamos en esto, hasta se ha dejado a un lado el debate político de derechas o de izquierda. A mí me está emocionando que los que eran los últimos de la fila ahora se han convertido en trabajadores esenciales, como los barrenderos, los que tenían trabajos más precarios. Me parece extraordinario”.
En lo que quiso dejar muy clara su opinión Gabilondo fue a la hora de evaluar cómo se está gestionando desde el Gobierno esta situación: “Me parecería facilón criticar a los gobiernos, todos están haciendo lo que pueden, todos les critican pero nadie sabe qué hacer. Lo más amargo es que no están poniendo en común una estrategia para salir de esto, que en la Unión Europea cada uno vaya por su lado es lamentable. Las decisiones son enormemente difíciles, no me gustaría a mí tener que tomarlas, aunque algunas me gustan y otras no”.
El problema que ve el veterano periodista es que actualmente “no se va de la mano porque se está jugando el pulso chino-estadounidense por la vacuna. La prueba de fuego por el confinamiento va a ser sustituida por la de retornar a la rutina, por ejemplo, nos vamos a mostrar menos efusivos entre nosotros o habrá miedo a acercarse a grandes espectáculos”. En el próximo capítulo de su programa ha hablado con un científico chino que tiene la visión de lo que ha sucedido en el país asiático: “Saben ahora cosas que antes no sabían, y ahora dudan de las que sabían (en China). Sería muy interesante tener a todos catalogados, o saber cuánto va a estar con nosotros el coronavirus, este proceso va a ser largo, no podemos esperar a que se marche del todo para volver a una normalidad”.
Risas y emotividad
Un poco más distendido fue el arranque de la entrevista a José Luis Perales, quien reconoció estar “en el final de mi casa, en el sótano, el rincón de mi casa donde estoy más a gusto, donde escribo y hago cerámica”. Lo primero que hizo fue dar un toque de atención a El Monaguillo sobre su imitación en Tu cara me suena, criticando, con tono de broma, que saliera con ropa muy antigua. El humorista le preguntó el año del disco, y el cantante respondió con mucha guasa: “Del siglo I antes de Cristo, más o menos”.
Después de las risas, la entrevista fue tomando un tono más serio. Para continuar, Pablo Motos le preguntó por si tenía algún ritual para los momentos en los que tenía ansiedad o miedo: “Estando en cualquier lugar del mundo, cuando tengo algún problema, simplemente tengo una imagen que me da una calma inmensa: una casa de campo que tengo. Me preguntó cómo estarán las plantas, las flores y la pequeña viña que tengo. Incluso cuando voy a salir a un concierto, pienso en ese sitio absurdo de La Alcarria y se me pasan los nervios”.
El momento más emotivo llegó con la pregunta sobre si esta crisis le estaba sirviendo de inspiración para componer o escribir: “Estos días son muy difíciles para mí para escribir. En este caso podría haber escrito una canción, como ha hecho mucha gente de forma muy buena, lo que pasa es que acabo de llegar de Sudamérica y me acordé de la canción ‘Que canten los niños’, que no pude grabarla en casete porque me puse a llorar y me tiré 15 días sin cantarla. Ahora estoy muy emocionado con todo, con los aplausos en los balcones y con tantas cosas, que no puedo escribir”.
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