Julián Contreras (36 años) se ha renovado a lo grande en su canal de YouTube. Después de semanas de cambios y de mudanzas, por fin el hijo de Carmina Ordóñez ha estrenado su nuevo escenario. Julián ha hecho una importante remodelación en cuanto a la decoración de su canal se refiere y se ha estrenado como streamer.
Eso sí, no exento de polémica y de incidentes varios. De hecho, se puede decir que el estreno de Julián ha sido más que accidentado. Contreras Ordóñez ha mostrado a sus seguidores su flamante decoración, y ha contado, con todo lujo de detalles, la difícil travesía que ha debido pasar para llegar hasta hoy.
Fue, en realidad, el pasado 14 de mayo cuando Julián protagonizó su noche de estreno. Antes de adentrarse en los problemas que ha hallado en el camino, el empresario habría lanzado una suerte de pulla en relación al escándalo de Daniel Sancho (30) y Edwin Arrieta: "Bienvenidos a esta noche de estreno. Me he hecho unas gafas de malo de Corrupción en Miami. Gafas de psicópata, correcto. Me las he comprado en Tailandia".
"Tengo muchas cosas que contaros y compartir detalles con vosotros. Esto de hoy tenemos que verlo como día uno. Todavía está todo muy vacío, es un punto de partida. No es la finalización, porque ha sido un poco una improvisación, hemos tenido que ir modificando. No ha sido fácil", ha adelantado Julián.
Y añade: "Hacía tiempo que quería tener otro enfoque, otro escenario. Que sea para vosotros más acogedor. Lo de la tela verde era insufrible. Tengo que deciros que tengo encargada una cosa muy especial que no sé por qué no me ha llegado aún. Me decís que por primera vez parezco un streamer de verdad. Algún día tenía que llegar".
Reconoce que hay muchos cambios y también nervios en esta nueva era: "Tengo que agradecer, en la sombra, a las personas, que están por aquí, duendecillos, cuya colaboración ha sido fundamental en todo esto". Y aquí se sumerge Julián Contreras en los obstáculos que ha debido sortear.
"Cuando llegó la estantería, y estas cosas merece la pena contarlas, me llegaba por aquí, por la cabeza, 'esto no puede ser', me dije. Era muy baja. Y busqué la solución, como siempre, en Amazon. Encuentro un elevador para muebles, unas alzas. Las compro y cuando llegan eran muy pequeñas. 'Esto es una tortura', me digo", comienza a relatar.
Hay un dato muy curioso en relación a las luces que cuelgan de la pared: "Esto que veis aquí es una firma genética, mi cromosoma. Está basado en ello. Es una cosa muy curiosa porque puede reaccionar a mi voz. Me permite un montón de cosas. He puesto una sábana estirada a modo de tambor, y así camuflo los enganches y, además, dispersa la iluminación".
Justo en este punto del relato, Julián detalla el viacrucis que vivió con un carpintero en Córdoba: "Aquí entra la figura del carpintero. Viene y se llevó la tela. Me dice 'esto no te preocupes, te voy a hacer un bastidor, como si fuese un cuadro, un lienzo'. Y así si quiero cambiar la figura, descuelgo y modifico. Le digo que es estupendo, una muy buena idea. Pasó el tiempo, pasó el tiempo y empiezo un poco a desesperarme".
El carpintero no da señales de vida: "Empecé a llamar por teléfono, a recordar, a preguntar. Ahí empezó la parte mala de toda esta historia. No te cojo el teléfono, te leo, pero no te contesto. Escucho el audio, y no te contesto. Me presento allí una mañana y me dice que el carpintero se ha pillado la mano y no ha podido hacer nada".
"El carpintero no había empezado con nada. Me dicen que esa tarde el carpintero volvía y se pasaban por casa. Jueves, al día siguiente viernes le volví a escribir. Y nada de nada. Empezó la parte peor. 'Voy esta tarde', nada. 'Voy mañana', nada. Ya le llamas, nada. Me manda un audio y me dice que el carpintero lleva tiempo sin ir, 'me ha dejado tirado, te ha dejado tirado a ti'. ¿No se había pillado la mano?", agrega Contreras.
Molesto, sostiene: "Es evidente de que ya se estaban riendo de mí. Básicamente, se estaban burlando de mí y me estaban vacilando. Mentiras. Un día, por la mañana, en el desayuno, hablando con mi padre, con la desesperación, dijimos 'vamos a intentar hacerlo nosotros'. Dios y la naturaleza me han dotado con muchos talentos, pero la carpintería no es uno de ellos. Las manualidades de este tipo no son otra de ellos, no soy creativo".
Con gran sentido del humor, apunta: "Si me das un taladro, es muy posible que me mate con él. Mi padre sí, pero, claro, con el tema de la vista son cosas más jodidas. Me fui a un bazar, la idea era comprar una sábana, que había que recortar y estirarla. Estando en la tienda, le dije a la señorita: 'quiero una sábana muy fina, pero no quiero que sea bajera, que no tenga elásticos'. No había sábanas así".
Para terminar, Julián rememora una divertida anécdota: "Había una sábana que no tenía mucho elástico. Le dije que no la quería de colchón y ella me dijo '¿sólo para polvo?'. No sabía qué estaba insinuando. ¿Por qué me está preguntando si quiero la sábana sólo para un polvo? Fue un momento tenso. 'Mire, discúlpeme, el uso que le vaya a dar yo a la sábana es privado...'".