Está serena. Tras confirmar públicamente el pasado mes de agosto que Mireia Canalda (41 años) y Felipe López (45) habían decidido emprender caminos separados, la presentadora se encuentra inmersa en un proceso de cambio. "He abierto un libro cuyas páginas están en blanco, por lo que ante una etapa nueva siempre hay un punto de ilusión y tristeza porque estoy ante algo desconocido. Han sido doce años como pareja, de los cuales cinco han sido de casados, y de repente te das cuenta de que no estás en ese equipo, en esa manera de vivir".
Desde hace dos meses, Felipe ya vive en otra casa. Se separaron hace algo más de seis meses y todo lo han hecho con mesura por el bien de sus hijos, Inés (10) y Nuno (8), que han encajado toda esta situación de una forma normal. De hecho, la noche antes de realizar esta entrevista a EL ESPAÑOL estuvieron todos cenando porque se siguen llevando bien.
¿Cómo te encuentras?
Estoy bien, sobrellevándolo, pero la separación ha sido muy amistosa. Siempre nos hemos llevado bien, jamás ha habido un problema, ni peleas, ni insultos, ni terceras personas. El primer día que le conocí supe que era el hombre de vida, hicimos un ritual muy bonito en Ibiza y bueno, nadie se esperaba este desenlace. Llegó un punto en el que no nos hacíamos felices, ya que seguíamos siendo un equipo, pero éramos dos amigos que gestionaban logística.
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¿Y ese cambio se debió a…?
Como te digo, no pasó nada. Nos seguíamos queriendo y compenetrando, pero no como pareja. Pero nos dedicamos tanto a los niños para construir una familia idílica que nos olvidamos de nosotros. Llegó un día en el que nos miramos y no nos encontramos. Tardé un año en tomar la decisión porque lo estuve meditando muy bien. De hecho, ha sido mucho más difícil tomar esa decisión que lo que vino después ya que acarreas con las consecuencias. La indecisión es lo que más cuesta.
¿Estuvisteis de acuerdo?
Sí, porque estábamos poniendo una voz a algo que hacía tiempo que estaba ocurriendo. La vida hay que exprimirla bien y aprovechar cada momento.
Los niños cómo lo llevan.
Afortunadamente bien. Hicimos una ceremonia muy bonita y una clausura preciosa con un atardecer, lloramos los cuatro. Lo hemos hecho muy bien porque nos hemos ido separando poco a poco y nuestros hijos lo han agradecido. Les explicamos que el amor ha cambiado de forma (sonríe).
Estas navidades van a ser bien diferentes.
Sí. Nos iremos amoldando a las circunstancias. De momento vamos a celebrar el Caga Tió el 24 de diciembre porque es una tradición muy catalana.
¿Abierta al amor?
Estoy más tranquila, así que estaré feliz de lo que venga. Durante la separación lo veía todo gris y pensaba que no podía mirar a otro hombre. La vida es una aventura y hay que vivirla. No sé si Felipe estaría preparado para verme con otro, pero yo sí lo estoy si él saliera con otra mujer.
El yoga ha sido crucial para sobrellevarlo mejor, ¿no es así?
¡Por supuesto! Me formé durante dos años en Kundalini yoga, que es la disciplina más dura a nivel mental y corporal ya que se remueven muchas cosas por dentro, aparecen todas las heridas, has de poner las cosas en perspectiva y sientes mucho dolor porque los sentimientos se van encauzando. Ayuda mucho salir de tu zona de confort y hacer las cosas desde otra conciencia diferente.
Por lo que respecta al trabajo, ¿hay perspectivas de que vuelvas a televisión el año que viene?
Pues no lo sé, porque estoy entregada por completo a mi retiro espiritual en el campo. No quiero hacer cualquier cosa en televisión. Tampoco me lo planteo porque considero que en estos momentos no hay un espacio para mí.