Si a comienzos de este 2023 se hubiera preguntado a un telespectador por Bosco Blach (20 años), seguro que sólo un porcentaje muy bajo hubiera respondido con acierto. Claro que la cosa cambia cuando se introduce su segundo apellido: Martínez-Bordiú. Sobrino de Pocholo (60) y perteneciente a la aristocracia, su vida ha dado un giro radical en los últimos meses, especialmente a nivel mediático.
Porque si algo hay que reconocerle a Supervivientes es la capacidad para detectar participantes que pueden dar un atractivo potencial al reality. Aunque su nómina la suelen integrar personas que quizás no cuenten con tanta popularidad, el paso por la isla y los platós de Telecinco supone un trampolín nada desdeñable. En esta edición recién finalizada, sin duda, el nombre de moda es el de Bosco, que no sólo ha superado lo que lograra en 2005, su tío Pocholo sino que ha acabado coronándose como ganador.
Esa fue la razón por la que el joven madrileño fue entrevistado por Sandra Barneda (47) en el plató poco después de su triunfo. Ahí, Bosco Martínez-Bordiú mostró su lado más personal, abordando aspectos de su trayectoria vital, como las dificultades que tuvo desde pequeño a causa de un diagnóstico: "Tuve la suerte de estar en un colegio estupendo y de que mis padres me dieran un enorme apoyo. Me costaba más que a los demás. Cuando te metes en una habitación y el silencio te distrae, es complicado".
Concretamente, Bosco Blach Martínez-Bordiú se refería al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), un problema que el madrileño considera ya "parte" de él mismo, "una cosa positiva y que me alegro de ser".
Identificación
En relación con el TDAH estamos, sin duda, ante uno de los mayores avances en el ámbito psicopedagógico de los últimos tiempos. Si décadas atrás se asignaba la injusta etiqueta a un niño de "inquieto", las investigaciones han logrado establecer las características de este trastorno del neurodesarrollo hasta dotar a los profesionales de herramientas suficientes para su identificación, diagnóstico y tratamiento.
Actualmente está considerada una afección de carácter crónica y su incidencia en la población se considera realmente elevada, especialmente entre los niños, aunque dichos problemas pueden perdurar en la etapa adulta. Uno de los síntomas más evidentes es cuando el paciente tiene problemas para mantener la atención, controlar los impulsos o tener una actividad realmente excesiva.
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Además de las dificultades lógicas para poder completar de forma satisfactoria labores relacionadas con el aprendizaje, las personas con hiperactividad también pagan un peaje a nivel social, ya sea en el aula, con el grupo de amigos o, incluso, con su familia. Los problemas para respetar los turnos, hablar en demasía o cometer errores por descuido pueden acabar desembocando en problemas a la hora de relacionarse, una realidad íntimamente conectada con la baja autoestima y el rendimiento escolar negativo.
Uno de los grandes retos a los que se enfrenta actualmente la ciencia es discernir qué causas influyen, ya que se apunta a una combinación de genética, influencia del ambiente y composición del sistema nervioso, pero realmente no existe una definición exacta.
Afortunadamente sí hay más claridad respecto al tratamiento, que suele basarse en el uso de determinados medicamentos, psicoestimulantes, tales como las anfetaminas, para equilibrar las sustancias químicas de los neurotransmisores. Además, es aconsejable apoyarse en terapia psicológica para mejorar tanto en las habilidades sociales como académicas.