Que las apariencias engañan es algo que vuelve a quedar patente cuando se habla de María de León Castillejo (43 años). La emprendedora desciende de una familia aristocrática, una circunstancia que, sin embargo, no ha hecho que se duerma en los laureles. No solo es una reconocida influencer, sino que, además, ha ampliado su formación académica con la carrera de Humanidades, desarrolla proyectos relacionados con el humanismo digital y hasta ha tenido tiempo para desarrollar un programa de marca personal junto a la Universidad Francisco de Vitoria.
Esta frenética actividad y sus éxitos empresariales hacen que, en muchas ocasiones, María de León sea requerida por los medios de comunicación para realizar diferentes entrevistas. En todas ellas se ha mostrado con una gran naturalidad, llegando a hablar sin tapujos de un asunto que tiene que ver con su intimidad: la discapacidad auditiva que padece. Desde hace años, la emprendedora convive con la hipoacusia, un problema que no ha dudado en visibilizar para tratar de ayudar a aquellas personas que también lo padezcan.
Por ejemplo, el pasado 2 de junio de 2022 publicaba un post en Instagram con el siguiente texto: "Hace tiempo que os conté sobre mi problema de hipoacusia, motivo por el cual llevo audífonos para así tener una buena calidad de vida. A muchas personas que sufren esta misma problemática les cuesta dar el paso para usar aparatos y yo os confieso que a mí, personalmente, me han cambiado la vida a mucho mejor".
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Causas diversas
La hipoacusia es el nombre que recibe la pérdida parcial de la capacidad auditiva. Dicho de otro modo, lo que vulgarmente se conoce como sordera. Una de las peculiaridades de este problema es que puede darse en el paciente desde su nacimiento o puede desarrollarse a lo largo de la vida, siendo la franja entre los 35 y los 45 años de edad cuando más casos se suelen diagnosticar.
El origen de la hipoacusia puede apuntar a factores neurosensoriales, cuando afecta al nervio auditivo, o a factores conductivos. También pueden provocar esta discapacidad el tinnitus (un problema caracterizado por un pitido interno en el oído), los efectos de algunos medicamentos o la enfermedad de Ménière, cuyo síntoma más evidente son los vértigos. En este sentido, la hipoacusia también puede venir producida por la exposición a ruidos fuertes o por una herencia genética.
Entre los síntomas más habituales, hay uno obvio, que es la dificultad para percibir sonidos, que deriva en problemas de comunicación y en la tendencia a preferir interlocutores con voces más graves. En este sentido, la propia María de León reconocía en una entrevista reciente que "la pérdida de audición te aísla de todo", una circunstancia que influye notablemente en la salud mental, ya que "conduce a un tipo de soledad que entristece, baja el estado de ánimo y la autoestima".
En función de los síntomas que presente el paciente se puede hablar de tres tipos de acusia: leve, moderada y grave. Para su tratamiento, como siempre, lo prioritario es establecer un diagnóstico por parte de un especialista a partir de las pruebas pertinentes. En función de los resultados se puede optar por la colocación de audífonos, como en el ejemplo de nuestra protagonista de hoy, o de implantes cocleares para los casos más severos.
Con todo, y siendo la hipoacusia un problema que puede afectar a cualquiera, se recomienda un trabajo de prevención que incluye la protección ante sonidos fuertes, especialmente si se dan durante la jornada laboral, la protección ante agentes externos como las bajas temperaturas y, por supuesto, mantener una buena higiene en los oídos.