Jorge Javier Vázquez: "Me reconozco como adicto porque así me lo han diagnosticado"
EL ESPAÑOL habla con el escritor sobre su libro, 'Antes del olvido', donde repasa sus miedos, adicciones y la pérdida de su amiga Mila Ximénez.
12 noviembre, 2022 01:02No se ha callado casi nada y ha puesto sobre la mesa muchos de sus demonios, sin miedo y con total honestidad, según sus propias palabras. Jorge Javier Vázquez (52 años) vuelve a las librerías con su tercera novela, titulada Antes del olvido, que llega tras un año muy convulso en el que la muerte de su gran amiga Mila Ximénez le ha arrasado emocionalmente como un tsunami.
Tiene la sensación de que después de dos décadas en la pequeña pantalla, la gente aún no le conoce de verdad y tiene una imagen de él que no se corresponde con la realidad. Quizá por eso este ejercicio de mostrarse en cuerpo y alma y hablar de todo: el amor, la amistad, el sexo, sus adicciones, la terapia psicológica que sigue y el dolor de la pérdida, todo salpicado con su característico y a veces ácido sentido del humor.
EL ESPAÑOL ha entrevistado al escritor, actor y presentador de Sálvame sobre algunos de los temas que refleja su libro y sobre el momento actual que atraviesa. Sonriente y salpicando sus respuestas con silencios reflexivos y risas desternillantes, el de Badalona se muestra en estado puro.
Éste es su tercer libro, ¿diría que es el más íntimo, el más descarnado?
Yo creo que es el libro que me tocaba escribir en ese momento de mi vida. No podía taparme detrás de nada, no me hubiera sentido bien. Quería sentirme honesto con el lector y tener la certeza de que no le ocultaba nada.
¿No le ha dado vértigo exponerse de esa manera?
No, ninguno, y sobre todo, lo que no me da es ningún miedo. Eso es lo más maravilloso, no tener miedo, vivir sin miedo. Sobre todo es que lo escribí porque tenía la sensación de que la gente no me conocía. Cuando escriben de mí siempre es "el polémico", "el tirano" o "el dictador". Es que hay una serie de clichés de los que no te bajas, hagas lo que hagas. Si hay algo que intento siempre desde mi trabajo es evitar enjuiciar a alguien, porque a mí no me gusta que me juzguen. Luego hay temas en contra de los que no bajo la guardia, que son la intolerancia y el recorte de libertades. Contra la intolerancia, cero tolerancia.
¿Cómo es el Jorge Javier que nadie ve, el que está en casa con sus galgos, con el burro Fortunato, con su madre?
Verías a una persona a la que le gusta mucho el silencio. Me gusta estar en casa escuchando música, soy muy amante de mi soledad elegida. En el trabajo me paso todo el día hablando, entonces mi casa se convierte en mi búnker, en el que me encuentro feliz. Ahora, de repente, levanto la vista y veo a mi burro comiéndose la hierba del jardín y digo: "Esto es una maravilla".
¿Este es el resultado de haber vivido intensamente y de haber cometido todos los excesos?
No, lo que pasa es que me cansé de salir con miedo a que me grabaran y cosas así. Dejó de compensarme.
Presentador de éxito, actor, escritor, con un Ondas... ¿cuál es el secreto de su éxito?
Jamás imaginé que llegaría hasta aquí. El éxito no depende única y exclusivamente de uno mismo. Tienen que darse una serie de factores para que cuaje, y creo que el secreto es que yo era distinto. Los presentadores eran monos, políticamente muy correctos, que no se metían en polémicas, y llego yo, que no llego al metro setenta, que era el hijo que podría tener cualquier madre... Esa cercanía ayudó muchísimo a que se considerara la televisión como algo más cercano.
En el libro habla mucho de su adicción al trabajo, pero lo cierto es que sigue sin parar. ¿Es usted una persona permanentemente insatisfecha?
Bueno, cada vez soy más consciente de que necesito parar y mi psicóloga me obliga a tomarme periodos de descanso. Pero sí, esa una característica del adicto y yo me reconozco como adicto porque así me lo han diagnosticado. Todas las adicciones son malas, absolutamente todas, y la adicción al trabajo también, aunque tenga mejor prensa porque es algo productivo.
¿Cómo lleva la crisis de los 50?
Lo bueno que tiene la vida es aceptar cada una de las fases, y en el libro también hablo del dolor que supone decir adiós a una de las fases de mi vida, que es la fase de la juventud. Ahora ya soy un señor maduro y hay que aceptarlo, aunque es complicado. Yo creo que, físicamente, me veo mejor que nunca y emocionalmente también. Cuando estás contento con la vida, ves que los años pasan demasiado deprisa.
¿Los problemas de salud que ha tenido le han llevado a cuidarse más y evitar excesos?
No, lamentablemente. Cuando me sucede lo del ictus estaba en una discoteca, borracho, me sacaron de allí, estuve tres o cuatro minutos inconsciente y volví a entrar para continuar la juerga y acabé en un after. O sea, que no tuve ningún tipo de secuela, con lo cual es difícil cambiar de vida. A mí lo que me ha llevado a entender y aceptar el paso del tiempo ha sido la pandemia, que para mí ha sido terrible, la muerte de Mila Ximénez y luego la crisis de la edad. Se formó la tormenta perfecta para decir: "¿Pero que coño está pasando?". Yo nunca había tenido tan pocas ganas de vivir. Me parecía que ya la vida no podía sorprenderme.
Reconoce en el libro sus problemas con el alcohol, ¿ha tenido problemas con otro tipo de sustancias?
Este no es un libro sobre adicciones, así que he contado hasta dónde he querido contar. Lo que no quería es que se convirtiera en cuánto bebía o cuánto se metía. A mí, reconocerme como adicto me ha estabilizado y me ha provocado muchísima paz, porque ahora tengo mecanismos para enfrentarme a esos momentos en los que mi vida puede tambalearse.
Mila Ximénez es parte fundamental de Antes del olvido, ¿cree que ha descubierto lo importante que era ella en su vida después de perderla?
Con la enfermedad de Mila yo miré para otro lado, no quise ser consciente de la tragedia que se me avecinaba, lo que se me venía encima. Me pasó lo mismo con la muerte de mi padre. Le diagnosticaron un año y medio de vida y yo no quería ir a verlo mientras se moría. No quería ser consciente de ese camino hacia la muerte. Es una manera de protegerse contra el dolor, pero te acaba estallando en la cara.
A sus 52 años, ¿se ha liberado de la atadura emocional de necesitar pareja?
Sí, pero es que hay mucha presión social, cultural. Cuando subo una foto de mis viajes solo, recibo comentarios del tipo: "Mucho dinero, famoso, pero tiene que viajar solo". Qué poca inteligencia emocional tenemos en ese aspecto, porque únicamente relacionamos la felicidad con estar en compañía. Yo he elegido la soledad de manera consecuente y si aparece alguien que valga la pena puedo decidir compartir algunos momentos de mi vida. Yo no conviviría con nadie, ya por un mero instinto de protección. A estas alturas de mi vida, si quiero algo, quiero un novio de esos de cada uno en su casa, planear vacaciones, etc. Lo demás me parece una tortura.
¿Y se ha liberado del yugo del sexo también?
Cuando aceptas que puedes sentirte joven sin acostarte con alguien es una maravilla. Yo es que me he acostado con mucha gente, pero me lo he pasado bien con pocas personas. Es ahora cuando estoy disfrutando del sexo. Yo viví mi homosexualidad en soledad, me hubiera gustado no tener que hacerlo y poder compartirlo con mis padres, pero no pudo ser. A cambio, me volqué en la cultura.
¿Cómo recuerda aquella época?
Era diferente, se hacía en la clandestinidad. Yo jamás quedaba con alguien a comer o a almorzar, porque me sentía señalado. Sentía que los demás sabían que estaba con otro chico, que éramos pareja. Hubo dolor, pero también hubo mucho aprendizaje y ahora lo veo y tiene hasta cierto punto poético. Yo, afortunadamente, no sufrí bullying, no sufrí ninguna agresión física. Ahora, tenemos juventud más preparada de la historia de este país y la mayoría la relación que tiene con el sexo es sanísima y sobre todo esa ausencia de etiquetar me parece maravillosa.
Para terminar, ¿se ha escandalizado mucho su madre al leer el libro?
Me ha dicho que es muy porno y que no sabía que yo era así. Ella está encantada de que ya no beba, por ejemplo. Tengo la suerte de tener una madre que no juzga, porque hay madres muy pesadas, chantajistas y demandadoras de cariño y la mía no es nada de eso. Me encanta mi madre.