El nombre de Igor Yebra (48 años) era desconocido para el gran público -no así en el ámbito del ballet, donde ya atesoraba fama- hasta el verano de 2004. El 15 de septiembre de aquel año, el bailarín de danza clásica y coreógrafo contraía matrimonio eclesiástico con la presentadora Anne Igartiburu (53) en la ermita de San Juan de Gaztelugatxe, en el municipio vizcaíno de Bermeo.
Imposible olvidar cómo el emblemático rostro de Televisión Española en los últimos 30 años subía, vestida de blanco, emocionada, los 203 famosos escalones que llevan hasta la iglesia. Al final del camino, en la meta, estaba él, Igor, nervioso e impaciente por recibir a la mujer de su vida. Grandes amigos desde la infancia, la pareja decidió formalizar su relación de tres años con este magno enlace que fue muy seguido por la prensa.
Antes de su matrimonio, la comunicadora adoptó a su primera hija, Noa (22), una niña de la India que se convirtió en el centro de su vida y por la que todavía hoy Igor guarda un enorme cariño, pese a su separación de Igartiburu, dos años después de jurarse amor eterno.
Desde entonces, Igor Yebra lleva una vida discreta, centrado cien por cien en su trabajo y sin la posibilidad de seguimiento por parte de la prensa, así como sí que tuvo guardias de paparazzi en el tiempo en el que amó a Anne. El nuevo proyecto de Igor Yebra es una obra de teatro en la que interpreta un papel realmente sobresaliente.
Junto al genio de la escena Eusebio Poncela (74), desde el pasado 7 de septiembre en el Teatro Bellas Artes de Madrid, el bailarín protagoniza El beso de la mujer araña. Este clásico de la literatura argentina contemporánea, escrito por Manuel Puig, fue llevado al cine en 1986 y, en esta ocasión, ha sido adaptado en su versión teatral por Diego Sabanés.
El beso de la mujer araña habla de las relaciones humanas, de la dominación de unos frente a otros, de libertad, de identidad, de coacción... En una celda, dos hombres comparten confesiones. Se trata de una historia prohibida que saca a la luz la necesidad de amar del ser humano. Valentín y Molina son compañeros en un viaje existencial durante su encierro y, a su vez, compañeros de un periplo de liberación personal. Para llevar a cabo esta obra, Yebra se ha cortado su característica media melenita morena y, por exigencias del guion, representa a Valentín con el pelo rapado.
"Cuando el personaje lo requiere, por mucho cariño que se le tenga... Eso sí, lo hizo un amigo", comenzaba la publicación en la que se ve a Yebra en la peluquería. "No sé si tan sexy, pero lo requiere el personaje, jaja. Estamos a nada de estrenar", concluía el post en el que se veía el proceso de corte de pelo.
Parte de su trayectoria
Igor Yebra nació en Bilbao y recibió su formación en la Escuela de Víctor Ullate en Madrid de la mano de Karemia Moreno, ampliada posteriormente con Ángela Santos y Pino Alosa, entre otros. Debutó como profesional en el Ballet de Víctor Ullate (1988-1996), siendo el único bailarín aún en activo del estreno de la compañía en el Teatro Arriaga, fechado el 28 de abril de 1988.
Cuando emprendió su carrera en solitario, entró a formar parte del Australian Ballet (1997-1999), primera de las muchas compañías internacionales de los cinco continentes con las que ha colaborado a lo largo de su trayectoria. En 2004, ya era primer bailarín no ruso en protagonizar en Moscú Iván el Terrible.
"Consciente de la importancia de una enseñanza de calidad, Igor Yebra fundó su propia escuela de danza en Bilbao en 2006, y dos años después recibió el encargo de poner en funcionamiento la Escuela Municipal de Amurrio, dejando la dirección un lustro después de su inauguración. Otra faceta a destacar de Igor Yebra es la creación de sus propias coreografías", reza en su página web.