"Mi aita dice que soy la única de la familia que sabe leer y escribir, porque soy la única de los hermanos que hizo una carrera universitaria", desvelaba con humor la propia Amaia, hija de Karlos Arguiñano (73 años), en una reciente entrevista. La joven es ingeniera y especialista en telemetría, de hecho, ha llegado a trabajar ayudando a los pilotos de carrera a mejorar sus tiempos en pista. Pero tampoco se resistió a trabajar en el negocio familiar y es la actual responsable de la bodega de txakoli de su padre, Bodega K5.
Amaia gestiona de principio a fin el proceso de creación del vino, desde el buen hacer en los viñedos hasta el embotellado y etiquetado. Allí, entre el campo verde, también ha encontrado su pasión.
Además de ensuciarse seleccionando los más óptimos racimos de uvas o de presentarse ante los medios y visitas para enseñar su precioso entorno laboral, la joven Arguiñano también es una de las mentes pensantes que buscan rentabilizar al máximo la bodega. Debido al bello y casi infinito enclave en el que se encuentran los viñedos -en Aia, a 300 metros de altitud frente al Mar Cantábrico y muy cerca del parque natural Pagoeta, en Guipúzcoa-, pueden acoger en el lugar algunas actividades especiales. En este sentido, la Bodega K5 hizo una atractiva propuesta a los amantes del yoga.
Tras más de un año difícil debido a la pandemia que paralizó la actividad en muchos sectores que afectan a la producción en los viñedos, el pasado junio, Amaia ideó cómo añadir ingresos para compensar la menor venta debido a la Covid. Entonces, desde la bodega decidieron colaborar con clubs de yoga cercanos para invitarles a llevar a cabo sus sesiones en su verde campo.
La naturaleza y el yoga hacen una combinación perfecta debido al oxígeno puro que se puede respirar en los viñedos de los Arguiñano, así que la propuesta fue todo un éxito. Los fines de semana de junio, julio y agosto un grupo de personas se reunían en la Bodega K5 para practicar su deporte favorito. "Disfrutamos de una increíble mañana practicando yoga gracias a @yogazarautz @tidoreyogaclub, terminando la sesión con una degustación de nuestros vinos y visita por la bodega", escribieron en el perfil de Instagram oficial de los viñedos familiares. "Ven por el yoga. Quédate por el vino y el aperitivo, si no bebes alcohol, no te preocupes, tendremos zumos cold pressed elaborados en Tidore Food", añadieron en otro fin de semana.
Así se hizo durante varios fines de semana de este verano, pero después del inicio del nuevo curso en septiembre y tras anunciar que comenzará la vendimia, la Bodega no ha vuelto a promocionar esta actividad. Según ha podido saber JALEOS a través de uno de los clubs de yoga que disfrutaron de la experiencia, la joven Arguiñano quedó "encantada" con las sesiones y "se plantea retomar esta colaboración para los fines de semana venideros aún sin fecha exacta debido a la vendimia programa, la preparación del proceso para el otoño y a la espera de que la previsión meteorológica así lo avale".
La de ceder su espacio verde para la práctica del yoga no es la primera actividad que la familia Arguiñano crea para dar mayor utilidad a su negocio. Son muy frecuentes las visitas guiadas a la bodega, que se realizan de martes a sábado en dos modalidades: standard o premium. En la primera, que incluye viñedo, bodega y cata, se pueden degustar los dos vinos de la empresa con productos locales. Tiene una duración de poco más de una hora y el coste es de 25 euros por persona, si se lleva a cabo con un grupo de entre cinco y 15 adultos. Si es más reducido, entre dos y cuatro, el precio asciende a 32 euros. De esta forma, Amaia, sus seis hermanos y sus padres dan mayor visibilidad a su proyecto en común.
[Más información: Karlos Arguiñano busca jornaleros para la vendimia: 67,60 euros al día y un lugar privilegiado]
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