Fabiola Martínez (48 años) y Bertín Osborne (66) hace mucho tiempo que trazaron sus vidas por separado. Desde que el matrimonio confirmó su separación, cada uno ha tomado su rumbo y hoy, poco a poco, ambos van edificando su nueva vida como solteros. Fabiola, en Madrid junto a sus hijos, Kike y Carlos; Bertín, en Sevilla, en su finca, rodeado de naturaleza y campo. En el hábitat que siempre anheló, y con el que su mujer nunca terminó de casar del todo. Ella siempre argumentó que era más de ciudad.
Hoy, después de aquella dura decisión, parece que el todavía matrimonio se está adaptando a su nueva vida. Cuando se finiquitó su vida conyugal, tanto Bertín como Fabiola insistieron en que la suya iba a ser una ruptura en buenos términos, amistosa, con cariño y mucho respeto. Como la familia que seguirán siendo. Más tarde, se haría pública la disconformidad de la venezolana en cuanto al divorcio: ella no quería tanto como Osborne pretendía darle. "No quiero que me mantengan", sostuvo. Esa fue la razón que esgrimió para no firmar el divorcio. Hoy siguen sin hacerlo.
Se llevan bien, todo está en orden, pero no firman. Hace unos días, Fabiola aseguró que querían tomárselo con "calma". Y en medio de esa aparente cordialidad -que, además, el entorno se empeña en poner negro sobre blanco en conversación con este medio-, se avecina un acontecimiento familiar que, no cabe duda, supondrá el reencuentro de ambos tras la separación. Su primer acto oficial postruptura: la boda de Claudia Ortiz Domecq (32) y José Entrecanales (30), que tendrá lugar el próximo mes de octubre. JALEOS se ha puesto en contacto con el entorno amigo del matrimonio para conocer qué decisión se tomará al respecto. El quid de la cuestión está en la asistencia, o no, de Fabiola. Ella mantiene una relación "fabulosa" con todas las hijas de Osborne.
Como antes de la separación: nada ha cambiado entre ellas. Se llaman, quedan a comer y se "cuentan sus cosas". Se incide en la "gran conexión" que existe entre Fabiola y Claudia, si bien la relación de la venezolana es más sólida con las hijas mayores del cantante de rancheras. "Con Alejandra y Eugenia ha habido más roce", desliza quien bien lo sabe. Sea como fuere, e independientemente de esto, Fabiola Martínez está "invitadísima" a este enlace que, según se confirma a este periódico, se celebrará en la finca de Jerez de la Frontera, propiedad de las hijas de Bertín.
Se hace ver, en esa línea, que todas las invitaciones están extendidas, y casi todos los flecos del enlace, cerrados. A falta de pasarle revista a todo tras el verano. Esta boda "le hace muchísima ilusión a Fabiola". No solo a ella, también a los pequeños Kike y Carlos. Sin embargo, la empresaria todavía no sabe qué hacer, si acudir o no, como ya dejó caer hace unos días la protagonista. Quiere evitar así "habladurías, tensiones y malos ratos". Sobre todo, por parte de algunos medios de comunicación. Tiene claro Fabiola que ese día la única protagonista ha de ser la novia y muchos invitados del enlace "todavía no están al tanto de la separación".
Eso sí, una de las fuentes consultadas puntualiza: "Esto no quiere decir que entre ellos haya algún tipo de tensión, para nada. Se ven y se llevan estupendamente". Más bien es por no poner "en una tesitura" a los demás invitados, por no saber cómo tratar al "no matrimonio", como lo calificó hace unos días Fabiola ante los medios. Todavía no hay nada decidido y una persona que conoce bien a la empresaria hace ver que quienes sí acudirán, en todo caso con su padre, con Kike y Carlos. Con el cantante, los pequeños pasarán varias semanas en Sevilla.
Mudanza y planes de verano
Hace unos días, durante su último acto público, Fabiola Martínez atendía a los medios de comunicación, y desvelaba en qué punto anímico se encontraba: "Yo estoy fenomenal conmigo misma y quiero disfrutar de eso todo lo que puedo". Muy sincera, Fabiola habló, además, de su separación y explicó por qué su matrimonio con Bertín no funcionó: "Esto no pasa de la noche a la mañana. Son muchos años en los que intentas unir cosas y cada uno tenía sus espacios más llenos de trabajo, expectativas y esas son las cosas que al final van separando un matrimonio o un noviazgo. No es el tópico de que el matrimonio es difícil, es la convivencia lo que es difícil".
Y añadió en esa línea: "Él echa de menos la familia, nosotros hablamos a menudo, obviamente no estamos en la misma casa y a veces eso pesa, que te da nostalgia, pero también tengo nostalgia de Venezuela". Martínez aseguraba que sus hijos están bien tras la separación porque "ven que sus padres se tratan con cariño y respeto". La venezolana también explicó por qué ha decidido mudarse tras su ruptura con el cantante: "Quiero un sitio donde la vida sea un poquito más fácil, más cómoda, poder estar todos juntos. Cualquiera que lo piensa diría que estoy loca, cuando tu vida se hace más complicada porque tu día a día es complicado, hay escaleras, Kike hay que moverle con una máquina, todo eso es agotador. Lo que quiero es estar en un sitio más pequeños, pero con mis hijos, que los vea, que los oiga, que estemos juntos. En esta casa prometo que muchas veces no sé quién esta en la planta de abajo".
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