Joaquín Torres (50 años), el arquitecto de los famosos, ha entrado en 2021 con buen pie. Torres ha dado la bienvenida al nuevo año con la mejor de las noticias. El pasado 5 de enero, en plena noche de Reyes, veía cumplido, probablemente, uno de sus deseos más anhelados: su vuelta a la libertad, al menos en lo que a lo judicial se refiere. Y es que el arquitecto gallego ha recuperado sus facultades jurídicas después de más de 2 años con sus capacidades intervenidas tras presentar un concurso de acreedores en octubre de 2018.
Han sido dos años en los que el arquitecto ha tenido que convivir codo con codo con un administrador concursal que ha fiscalizado sus cuentas y su día a día autorizando sus gastos y negociando con los acreedores el pago de sus deudas. En todo este tiempo Joaquín Torres ha vivido con sus cuentas restringidas a las partidas asignadas por la autoridad judicial para sus necesidades básicas, comida, ropa, consumos de luz, gas, agua, etc. El resto de ingresos percibidos por sus honorarios como arquitecto eran destinados a amortizar deuda. Una intervención en sus cuentas en la que Torres tenía capacidad nula de decisión.
Su falta de patrimonio
Torres se declaraba en quiebra para poder reestructurar sus deudas y corregir su situación personal, después de meses sin éxito intentado resolver sus problemas económicos y tras fracasar sus negociaciones con sus acreedores, con los negociaba extrajudicialmente desde la primavera de 2018.
Finalmente, Joaquín Torres no tuvo más remedio que acudir al concurso de acreedores. El concurso fue ordenado por el Juzgado 1.ª Instancia número 48 de lo Mercantil de Madrid y su magistrada-juez, María del Belén López Castrillo. Hasta hace una semana en que la misma jueza dictaba auto de conclusión de concurso, dando por finalizado un procedimiento que ha servido para saldar una parte de sus deudas.
La magistrada da por concluido el concurso ateniéndose a una de las razones previstas en la Ley Concursal, la inexistencia de patrimonio suficiente para satisfacer las deudas contraídas. Según el auto el concurso se cierra "por insuficiencia de la masa activa para la satisfacción de los créditos contra la masa". Por este motivo acuerda el "archivo de las actuaciones" y establece el "cese de las limitaciones a las facultades de administración y disposición del deudor". Además, admite "provisionalmente la exoneración del pasivo insatisfecho", es decir, decir del resto de deudas no satisfechas, eso sí con una excepción: la deuda que el arquitecto aún mantiene con la Agenda Tributaria (AEAT), y que según el propio autoasciende a 81.799,96 euros.
El arquitecto se favorece de la llamada Ley de Segunda Oportunidad de 2015, que recoge el artículo 1911 del Código Civil, y que abre un verdadero mecanismo a personas físicas con deudas insalvables liquidar sus bienes y conseguir una condonación de buena parte de sus deudas.
La idea del legislador es clara: dar la posibilidad de encarrilar su vida a aquellas personas tras un fracaso económico empresarial o personal. El procedimiento es sencillo. El artículo 178 bis de la Ley Concursal, que recoge la exoneración de pasivo insatisfecho, lo considera un procedimiento extraordinario, en el que el deudor debe de solicitarlo al juez concursal siempre que reúna una serie de condiciones marcadas por la Ley, sin que sea preciso el consentimiento de sus acreedores. Entre las condiciones para optar a la condonación de parte de la deuda está no haber sido declarado culpable del concurso, no haber sido condenado por delitos contra el patrimonio, o fraude a Hacienda, haber satisfecho los créditos privilegiados (hipotecarios) y haber satisfecho al menos un 25% de la deuda contraída en el concurso.
En concurso de acreedores con A-Cero
No es la primera vez que el arquitecto dirime sus problemas económicos en los juzgados. En enero de 2014, ya solicitó el concurso voluntario de acreedores ante el Juzgado de lo Mercantil número 2 de A Coruña, en este caso no como persona física sino para una de sus empresas.
La sociedad A-Cero Inmobiliaria Joaquín Torres Arquitectos, creada en 1996 junto a Rafael Llamazares acumulaba más de diez millones de euros en impagos. Según Joaquín Torres, se trataba de deudas contraídas por empresas ligadas a la familia Cereceda propietaria de la exclusiva urbanización La Finca, que le hizo famoso con sus diseños vanguardistas de los millonarios chalets unifamiliares, viviendas que realizó en los primeros años de construcción de la urbanización.
La guerra abierta del arquitecto con las herederas de Luis García Cereceda vienen de lejos. El arquitecto reclama a Procisa, la constructora de La Finca cerca de 8 millones de euros el montante en concepto de diferentes proyectos realizados a lo largo de los siete años que trabajó estrechamente con el promotor de La Finca.
En octubre en 2019 el Juzgado de Primera Instancia de Pozuelo de Alarcón sacó a subasta una finca que figuraba como activo en Bravo Conciertos Inmobiliarios S.L., una de las sociedades en que participaba Torres. La subasta tenía que ver con una ejecución hipotecaria instada por el Banco Popular —ahora de Banco Santander—, que reclamaba al arquitecto una deuda de 1.155.758,76 euros. Se trataba de un solar ubicado en la calle Lérida, de Pozuelo de Alarcón, sobre el que recaía un préstamo hipotecario. La propiedad ejecutada era una parcela de casi 500 metros cuadrados con una superficie construida de 146 metros cuadrados —100 metros de vivienda y el resto de uso deportivo—, además de un solar sin edificar de uso urbano de casi 100 metros cuadrados.
Su padre, socio fundador de ACS
La economía de Torres deja de ser un motivo de preocupación si es que alguna lo fue para el arquitecto. Hijo de Juan Torres Piñón, un ingeniero de caminos que fue socio de Florentino Pérez (73), el actual presidente del Real Madrid, en diversas aventuras empresariales hasta que fundaron juntos el imperio ACS. En 1998 sus destinos se separaron después de llegar a un acuerdo económico que dejó la economía de la familia Torres más que saneada. Una fortuna que a través de los osados diseños del arquitecto se sigue moviendo en el mundo de la construcción, las inmobiliarias, el ocio y las energías limpias. El arquitecto, además de tener sus propias empresas, comparte con su familia la sociedad propietaria en un 99% de Cartera Kairos, la empresa matriz de los negocios familiares.
En lo personal, Torres parece haber encontrado la estabilidad. Tras un difícil divorcio de su mujer, la pintora Mercedes Rodríguez, comparte vida y relación desde hace más de 3 años junto a Raúl Prieto (44), director de Viva la Vida y uno de los factótum de la todopoderosa La Fábrica de la Tele, la productora de referencia de Mediaset. Desde julio de 2017, en que se dio a conocer su relación, ambos han demostrado ser una pareja unida ante la adversidad. Las dificultades económicas del mediático arquitecto, lejos de separarles, les han unido aún más si cabe.
[Más información: Joaquín Torres, el 'arquitecto de los famosos', en concurso de acreedores]