Cuando Álex Lequio García nació el 23 de junio de 1992, poco antes de que empezaran las Olimpiadas de Barcelona, casi nadie se percató de que había llegado al mundo un tataranieto del rey Alfonso XIII. Todos hablaban del hijo de Ana Obregón (65 años), uno de los rostros más conocidos del país en las últimas cuatro décadas, pero por el lado de su padre, Alessandro Lequio (59) descendía de los Borbón y Battemberg-Torlonia. El joven ha fallecido este miércoles 13 de mayo en Barcelona a los 27 años. Maldito signo zodiacal. Su destino parece que estaba marcado desde el principio.
Famoso desde la cuna, la primera imagen del pequeñín aparte de la exclusiva en la portada ¡HOLA! para presentarle en sociedad, se hizo en Mallorca. Una isla muy querida por los García-Obregón donde poseen una fantástica mansión en la Costa de los Pinos. Su llegada fue mediática. Mamá Obregón, papá Lequio y la abuela Obregón sostenían el canastillo donde el bebé empezó a saborear sus primeras vacaciones estivales.
Con 2 añitos, Álex Lequio ya dio muestras de su carácter. Vestido de demonio tras salir de una fiesta de disfraces, con el típico dolor de boca porque empiezan a salir los dientes y con "mucha hambre" –como él mismo llegó a recordar- le resultó normal morder la alcachofa (espuma que recubre los micrófonos de televisión) de uno de los reporteros. Ana se partía de la risa. Aquella imagen le persiguió toda la vida hasta el punto de que hace cinco años, en su primer photocall para una conocida ropa de marca, declaró: "Llevo 23 años digiriendo el micrófono. Es imposible olvidarlo porque siempre me lo recordáis".
Nunca perdió el sentido del humor y llevó con resignación ser hijo de dos de las personas más fotografiadas de nuestro país. La relación de sus padres se rompió por una infidelidad de Alessandro con la azafata Silvia Tinao, que rápidamente fue sustituida por la exmodelo Sofía Mazagatos (45) y la empresaria Sonia Moldes. Aquel mazazo sentimental pilló a la presentadora haciendo en directo el concurso Qué apostamos junto a su amiguísimo Ramón García (58), que tuvo que consolarla en los descansos porque no paraba de llorar. "Soy la cornuda nacional", afirmaba con gran pena. Corría el año 1995.
Álex se quedó a vivir con su madre en el lujoso chalé adosado de La Moraleja, donde también tenían sus propiedades el resto del clan. Los paparazzi tenían asegurada su bicoca a final de mes porque siempre había noticia a las puertas de la casa. En todo momento, Ana sacaba sus alas protectoras y procuraba mantener al margen a su único vástago. A diferencia de otros hijos de famosos, Álex siempre destacó por ser un excelente estudiante con ganas de seguir aprendiendo.
Estudió la primaria y secundaria el prestigioso International College de La Moraleja (Madrid) y en 2010, como en el pasado lo hiciera su primo lejano Felipe VI (52), cruzó el Atlántico para estudiar en la Duke University del estado de Carolina del Norte (Estados Unidos) donde se licenció en 2014 en Ciencias Políticas y Filosofía. A su regreso a la capital, obtuvo un máster en Marketing Online y Social Media en Inesdi Digital Business School, especializada en economía digital. El mejor consejo de su padre fue "hijo mío, estudia y cultívate". Y lo cumplió a rajatabla.
A raíz de estos conocimientos y a su espíritu emprendedor, fundó junto a su íntimo amigo Nacho Fernández las empresas Polar Marketing Solutions SL., Blend Solutions S.L y, por último, el año pasado crearon Celebrize, una plataforma privada para famosos que funciona a través de invitación. Tal y como adelantó JALEOS en su momento, esta aplicación nació con la misión de ofrecer a los influencers "a cambio de publicidad en sus redes sociales, desde comidas en restaurantes hasta viajes, hoteles o alquiler de barcos en verano". En este proyecto se dejaron tentar Anna Ferrer (23) –única hija de Paz Padilla (50)-, Anita Matamoros (19) –hija de Makoke (50) y Kiko Matamoros (63)- y el exconcursante de Supervivientes, Adrián Rodríguez (31).
En 2018, lo que en principio parecía un tirón en la espalda, resultó ser un cáncer contra el que ha luchado como una fiera en los dos últimos años. A pesar de su duro tratamiento contra la enfermedad llevado a cabo entre Nueva York, Madrid, Pamplona y Barcelona, Álex jamás se rindió y siguió al frente de sus negocios en la medida de sus posibilidades.
Hasta tuvo tiempo de lanzar al mercado una fragancia solidaria llamada Caring cuyos beneficios iban destinados a familias sin recursos económicos que tienen niños enfermos de cáncer. Este rasgo por ayudar a los más desfavorecidos lo heredó de su madre, que en más de una ocasión colaboró con diferentes causas sin estar delante del foco mediático.
Dos de los momentos más felices del empresario ocurrieron en los últimos años. Hacia el 2012 empezó a tener relación con Clemente (32), el hijo que tuvo Alessandro con Antonia Dell’Atte (60). Por culpa de la enemistad de sus respectivas madres, los jóvenes perdieron la oportunidad de crecer juntos. Pero enseguida recuperaron el tiempo perdido "porque nos llevamos superbién", recordaba Álex.
Tras casi veinticinco años de enemistad, Ana y Antonia firmaron la pipa de la paz tras el funeral de su suegra, Sandra Torlonia, en Roma. Y en agosto de 2016 nació su hermanita Ginevra Ena, fruto de la relación de su padre con María Palacios. "Es una niña muy guerrera", confesaba cuando la sujetaba en brazos.
Uno de sus pasatiempos favoritos era el beatbox, que consiste en producir sonidos de instrumentos con la boca para crear ritmos; escribió el libro El chico de las musarañas; le encantaba escaparse al mar (Costa Brava, Mallorca) para relajarse y juguetear con sus perros, Luna y Boby Puchum, a quien adoptó el año pasado.
En lo sentimental, siempre fue un joven muy discreto. Tras romper con Raquel Rodríguez -una doctora con la que al parecer tenía planes de matrimonio- mientras Álex recibía tratamiento en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, el empresario conoció a la también empresaria Carolina Monje, tan bien formada como su novio, con un máster MBA en Administración y Gestión Hotelera, habla cinco idiomas y es directora general del hotel La Torre del Canónigo en Ibiza.
Se da la circunstancia que su abuela es la prestigiosa doctora Josefina Vicario, una de las grandes precursoras en medicina estética que incluso llegó a tratar a Elizabeth Taylor. Hoy, la joven, su ángel de la guarda durante el último año y medio, tiene el corazón roto.
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