Una diva del cine y un torero. La belleza italiana mezclada con el atractivo español. Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín representaban la historia de amor más idílica de la década de los 50. Eran la pareja de moda y como tal su unión no fue al uso. Celebraron dos bodas, realizaron infinitos posados en revistas y se codearon con las estrellas del momento. Todo en ellos se antojaba envidiable.
La actriz aterrizó en España para rodar la película Muerte de un ciclista, cinta que vio la luz en 1955, el año del gran cambió de su vida. Gracias a su nueva aventura en territorio español, coincidió con Dominguín, quien por aquel entonces vivía un apasionado romance con Ava Gardner. El diestro rompió su relación con la intérprete estadounidense para casarse con Bosé.
El amor entre los dos personajes de la prensa social del momento fue instantáneo e intenso y decidieron darse el 'Sí, quiero' de la manera más excéntrica y hollywoodiense. Se casaron el 1 de marzo de 1955 en Las Vegas. Esa celebración demostraba fielmente el carácter provocador y apasionado que definía a Bosé.
Sin embargo, su enlace americano no fue bien visto por los ojos de la sociedad franquista. Ya la propia Lucía nada más poner un pie en España aseguró que el país estaba "50 años por detrás de Italia" y por eso tuvo que sucumbir a las reglas del dictador Francisco Franco, al que además conoció personalmente por su relación con el torero. De esta forma, se volvieron a casar por la Iglesia en una ceremonia celebrada el 16 de octubre en la finca de Dominguín, Villa Paz, situada en el término conquense de Saelices.
Esas dos bodas reflejaban a la perfección la cara y la cruz de los propios contrayentes. Ella, libre, rebelde y moderna. Él, conservador, metódico y arraigado a los valores machistas. El futuro de su matrimonio se auguraba caótico, aunque precisamente ese contraste de personalidades era lo que más atraía a los curiosos que seguían con recelo y admiraban a la pareja como si de dos protagonistas de película romántica se tratara.
La historia de amor continuó llenando páginas de periódicos. Llegaron a su vida sus tres hijos: Miguel (63), Lucía (62) y Paola (59). En sus bautizos y comuniones no faltaron personalidades de renombre como Pablo Picasso y Ernest Hemingway, grandes amigos de la pareja, que seguían introduciendo a esos miembros en un ambiente artístico que les envolvió e influenció eternamente.
Durante su matrimonio, Lucía Bosé abandonó su carrera en el cine. En ese momento aseguró que "valía la pena hacerlo", pero la vida en casa no estaba hecha para una mujer reivindicativa y curiosa como ella. A esta situación que iba en contra de su carácter, la actriz soportaba los continuos rumores de infidelidad de su marido.
Doce años después de jurarse amor eterno, en 1967, el ya frágil matrimonio se rompió definitivamente y decidieron separarse. Esto resultó un shock para toda España porque entonces el divorcio estaba prohibido en el país. Fue tan insólito que su situación copó portadas de revistas de medio mundo y cientos de páginas en publicaciones de la prensa rosa. A pesar del caos y la polémica que se instauró en ese momento, Lucía luchó por sus hijos y logró quedarse con la custodia de todos ellos.
"No podía soportar más cuernos ya", dijo explotanto la propia Lucía en televisión. En esas mismas declaraciones afirmó que la infidelidad que más le dolió fue la de su prima carnal, Mariví Dominguín: "Fue la gota que colmó el vaso, porque además hizo una portada en los medios donde ella aparecía sobre él", apostilló el periodista que la entrevistaba.
En cuanto al cómo se fraguó el divorcio, Bosé narró que fue ella la que tomó la decisión de romper la relación y que en un primer momento el torero "se hizo el sordo" y no creía que su mujer fuera capaz de echarlo de casa. Pero lo hizo. Y mientras le pedía que abandonara el hogar quiso intimidarle dirigiendo su mirada a la escopeta con la que se iba de cacerías, mostrando que sería capaz de usarla si no dejaba el nido matrimonial ipso facto. En esa misma entrevista también reveló que "se sintió muy sola, porque España se puso del lado de él".
Tras distanciarse del "torero", como ella le llamaba, Lucía tuvo varios amores furtivos y breves romances pero algo que tuvo claro siempre es que "nunca más volvería a casarse". Su mayor amor siempre fueron sus hijos, quienes además jamás tuvieron una relación fluida con su padre. La rectitud y la mente tradicional de Luis Miguel Dominguín chocaban de lleno con la educación libre y sin censura que estaban recibiendo sus tres descendientes de la mano de su madre, algo que siempre rechazó. De hecho, no aceptó ver a su hijo Miguel Bosé vestido con mallas de ballet cuando mostró interés por la danza, y es que el diestro quería hacer de su único hijo un hombre que derrochara "el vigor y la hombría estereotipada".
Precisamente por la complicada relación que su marido mantenía con sus hijos nunca le perdonó su actitud. Sin embargo, la realidad es que en la víspera de la muerte de Dominguín, a los 69 años de edad, la cordialidad entre los miembros de la familia era palpable. Aunque, durante décadas Lucía siempre fue clara al hablar de sus pensamientos acerca de su exmatrimonio. "Son recuerdos, no buenos recuerdos".
Y este lunes 23 de marzo ha sido la italiana la que ha tenido que decir adiós por culpa del coronavirus. Pero lo ha hecho habiendo vivido como solo ella sabía y quería. Sus hijos siempre la admiraron y recibió el cariño de España entera a pesar de vivir sus últimos años refugiada en su humilde casita del pueblo de Brieva (Segovia). El azul celestial se vuelve hoy más eléctrico para recibir a la inimitable Lucía Bosé.
[Más información: Muere Lucía Bosé a los 89 años de edad]