Daniel Illescas (26 años) aterrizó en la prensa rosa el pasado 19 de febrero de la mano de Laura Matamoros (26). Desde entonces sus seguidores en redes sociales se han multiplicado, y ahora alcanza los 840.000 fans. No obstante, ya cargaba a sus espaldas una vida ligada al mundo de la moda y la fotografía prácticamente desconocida hasta el momento. Es este mes de septiembre cuando sale a la luz el lado más oculto del influencer, gracias a la publicación de su primer libro, Be part of it.
A lo largo de sus 170 páginas, inundadas de 91 fotografías, Illescas relata su auténtica vida, esa que no se ha visto nunca en sus 1.658 publicaciones de Instagram. Desde sus orígenes, su familia, sus problemas en la infancia, sus duros inicios y la decisión que cambió su vida.
Las consecuencias del divorcio de sus padres
"Mis padres se separaron cuando yo tenía más o menos dieciséis años y mi hermano, Joel, unos ocho. Vivir el divorcio de tus padres, sobre todo cuando no se llevan bien, siempre es traumático para un adolescente: de repente la familia, ese lugar en el que siempre te has sentido protegido, se desmorona. Y todo tu mundo parece venirse abajo. Como consecuencia de la separación, mi vida cambió de golpe: mi madre se fue a vivir a una casa donde veraneábamos, en una pequeña localidad de apenas cien habitantes cerca de Castellón, y mi padre se marchó a Tordera, un pueblo de Barcelona, ya pegado a Girona. Mi hermano era pequeño, por lo que mi madre decidió llevárselo con ella, pero a mí, que ya era mayor, me dieron a elegir. Para un adolescente, irse a vivir a un pequeño pueblo no era una gran opción, pero escoger entre tus padres, tampoco (...) Así que mi abuela, la iaia Carmen, se ofreció a acogerme en su casa de Barcelona, en el barrio de Poblenou".
Es por ello que tiene un vínculo muy especial con su abuela y se alegra de haber crecido junto a ella porque le ha permitido "desarrollarse de manera sana y sin miedos (...) lleno de amor, respeto y protección".
Del súper de camping a doblar camisetas
Illescas habla en el primer capítulo de su libro sobre sus inicios, en los que narra los primeros pasos en el mundo de la moda. Empezó con 16 años, gracias a que abrió un Fotolog -una especie de blog digital que ya no existe- y un fotógrafo profesional, Miguel Ángel, se fijó en él y se convirtió en su padrino por excelencia del que aún no se ha separado. Era novato en la materia, pero tras recibir muchos noes, consiguió que las agencias confiaran en él gracias al apoyo constante de Miguel.
Sin embargo, en los primeros años los ingresos por el modelaje no eran suficientes para sobrevivir y tuvo que buscar otras vías con las que compaginarlo: "Mi primer trabajo fuera del mundo de la moda fue en el supermercado de un camping (...) Tras unos trabajos en Barcelona para varias firmas comerciales, algunas agencias de otros países se fijaron en mí y quisieron representarme (...) Pero el trabajo como modelo tampoco era algo constante, por lo que para mantenerme en las épocas más duras conseguí un puesto de dependiente en una tienda de ropa de la marca Hollister".
"¿Tú qué es lo que quieres ser?"
"Hubo un momentos en que crecieron las oportunidades, así que tuve que tomar la decisión de renunciar a ellas o dejar el trabajo en la tienda". Entonces, su padrino Miguel le hizo la temida pregunta: "¿Tú qué es lo que quieres ser?". "Y no me hizo falta responderle para darme cuenta del camino que debía tomar. Hice la maleta y en una semana dejé la tienda de ropa para poder viajar".
Tras años escuchando que era "bajito" por medir 1'80 metros y no permitirle triunfar en las pasarelas, y de no conseguir sus metas programadas en el difícil mundo de la moda, vio en las nuevas oportunidades que ofrece Internet una salida. Las redes sociales eran el cambio que necesitaba y cuando manejó el medio y comenzó a crear contenido de calidad e interesante, los seguidores crecieron y los expertos le denominaron influencer.
Una vieja amiga y un mensaje al móvil
El nombre de Sandra apareció por primera vez en la vida de Daniel cuando trabajaba en Hollister. Era su compañera de 'batallas' en esa tienda. Pasaban horas hablando y doblando camisetas. Su relación se hizo tan íntima que hasta llegó a ser ella la encargada de depilarle las piernas cuando lo necesitaba. Pero tras dejar el trabajo de dependiente perdieron el contacto. Ella estudiaba Biología y trabajaba en la firma para costearse la carrera.
"En 2017 volvía tener noticias de Sandra. En todo ese tiempo me imaginaba que habría terminado sus estudios y estaría trabajando en alguna empresa del sector (...) La primera noticia que tuve en mucho tiempo fue en una WhatsApp. En él Sandra me contaba que estaba en una asociación en Kenia (...) Me pedía si podía colaborar difundiendo la asociación entre mis seguidores (...) Pero recibir noticias suyas de repente, después de tanto tiempo, y que vinieran acompañadas de una petición de ese tipo no acabé de entenderlo". El joven desconfió de las intenciones de su vieja amiga porque creía que ese acercamiento solo era interesado debido al gran número de seguidores que ya estaba consiguiendo.
Así que ignoró el mensaje. Sin embargo, tras una reunión de antiguos compañeros charló extensamente con un amigo que le habló de cómo le cambió la vida viajar a África y conocer la situación de allí de primera mano. Más aún cuando su amigo le nombró una asociación que ya le sonaba: Índigo. La organización creada por Sandra y su hermana. Fue entonces cuando no dudó en que tenía que viajar al lugar.
Su mayor miedo como 'influencer'
"Aunque puede parecer una exageración, cuando eres influencer el tema del altruismo no es algo sencillo y cualquier acción que hagas, aunque sea bienintencionada, puede malinterpretarse en las redes sociales". Por este motivo, Daniel rechazó la oferta de Sandra de ayudarla con su proyecto, pero solo en lo que respecta a su faceta de personaje conocido. No podría dar voz a la labor de la asociación para conseguir el dinero que necesitaban, pero le propuso ir de manera anónima, con el requisito de que "ninguno de sus seguidores se enterara de su presencia allí". Ante tal respuesta, Sandra fingió comprenderlo pero "tiempo después le confesó que en ese momento hizo un gran esfuerzo para que él no notara su decepción" por la decisión que acababa de tomar.
Illescas tenía miedo de tomar la decisión equivocada y que se malinterpretara su buen gesto. Sin embargo, tras conocer de primera mano la labor del lugar y los esfuerzos de equipo de Sandra, cambió de opinión. El influencer compartió su experiencia en redes, con imágenes llenas de sonrisas, bondad y generosidad, pero sin ocultar las dificultades que viven los niños y niñas de África y la necesidad de ayudar más. Por eso creó Be part of it, una frase que ideó como diseño para las camisetas del proyecto solidario, para invitar a la colaboración. Pero esa frase se ha hecho más real que nunca y él más que nadie es parte de ello.
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