Julián Muñoz (69 años) no está ahora para muchos bailes, y mucho menos después de que un ritmo flamenco le haya devuelto al Centro de Inserción Social y a un paso, literalmente, del centro penitenciario. Y es que el CIS de Algeciras en el que ha tenido que ingresar se encuentra en la misma parcela que la prisión de la localidad, por lo que el exedil puede ver desde su ventana el futuro que no quiere que llegue en caso de que las cosas salgan mal y el juez decida echar atrás su tercer grado.
Por el momento no hay mayor información que el hecho de que Muñoz hace su vida entre las cuatro paredes de una de las habitaciones del centro. No puede salir de ese lugar, pero dentro de él puede encontrar un gran abanico de opciones para que el tiempo no se le haga eterno. Y es que el complejo acapara instalaciones para todo tipo de usos, desde los que cubren los instantes de ocio hasta los que pueden ofrecerle herramientas muy favorables para la vida laboral.
El CIS Manuel Montesinos y Molina cuenta con 156 habitaciones que disponen de baño en suite -integrado en el dormitorio-, aulas para talleres, salas multiusos, comedor, sala de juegos, área deportiva, restaurante, biblioteca y farmacia. En el exterior pueden disfrutar de una zona ajardinada común tanto para presos como el resto de trabajadores del centro. También tienen otro tipo de servicios a su alcance como la zona de lavadoras, secadoras y planchado, así como el economato en el que adquirir productos de primera necesidad o pequeños lujos para su habitación.
No obstante, en la misma edificación se reúnen varios bloques. En el principal se encuentra el centro de operaciones directivas donde se agolpan los funcionarios, asistentes y el personal técnico así como las salas de juntas y los despachos de control administrativo. Esta es la zona donde se supervisa toda las labores y responsabilidades. Además, desde el edificio principal se distribuyen diversos pasillos que dan acceso al resto de bloques que conforman el CIS.
Para cualquiera que lo vea desde fuera, las instalaciones del centro así como sus servicios muestran una muy buena imagen del lugar. No obstante, no pensará lo mismo Julián en su condición de preso. Hace solo cinco días era un hombre que gozaba de la libertad -a medias-, únicamente limitada por una pulsera que le recordaba de dónde venía, pero ahora su encierro en el CIS -con vistas privilegiadas al centro penitenciario desde su ventana- le habrá traído a la memoria los tres años que pasó en la sombra y a los que no desea volver. Por eso aún mantiene la esperanza de que su episodio actual se quede en una breve pesadilla y así después poder salir a celebrarlo, aunque seguro que no será a ritmo de sevillanas.
De momento, Julián Muñoz ha podido gozar de su primer permiso. Este fin de semana el exedil ha tenido la autorización penitenciaria y se ha marchado a casa junto a los suyos. Este régimen no es extraño cuando los condenados tienen el tercer grado. Aunque haya podido disfrutar junto a sus hijas, Muñoz debería haber vuelto al CIS de Algeciras el domingo por la noche para cumplir con el régimen que se le ha impuesto.
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