Irene Sánchez-Escribano (25 años) tiene la edad de Dulceida y la gran mayoría de las conocidas bajo la profesión de influencers, pero a pesar de tener aptitudes de sobra para ser una de ellas, ha tomado un rumbo muy distinto en su vida. La joven, natural de Toledo, se coronó campeona nacional de 3.000 obstáculos de Atletismo y esta semana compitió en el Mundial de Londres. Con un cuerpo en forma, un positivismo infinito y siendo amante de la fotografía se ha convertido en una itgirl saludable que muchas jóvenes deberían copiar.
Cuando no se enfunda sus mallas y se calza las deportivas, su atuendo es una bata blanca y unos zuecos. Y es que Irene fue alumna de la Universidad Complutense de Madrid en la licenciatura de Medicina y junto al atletismo, la disciplina médica es su mayor sueño.
Hasta hace muy poco compaginaba los duros entrenamientos, con las clases de laboratorio. Afirmó en una ocasión que cuando se saturaba leyendo apuntes de la carrera, era el momento perfecto del día para ponerse a correr y ejercitar su cuerpo; del mismo modo que cuando comienza a aburrirse en las sesiones deportivas, buscaba despejarse de todo retomando sus horas de estudio.
Sánchez se ha proclamado a su corta edad dos veces Campeona de España, en 2015 y 2017, además de ser nombrada internacional absoluta en tres ocasiones. Todos sus esfuerzos atléticos quedan atestiguados en sus redes sociales, donde muestra fotografías desde sus entrenamientos, con lesiones incluidas, competiciones y eventos público de índole deportiva a los que acude.
Pero, a pesar de la dura rutina que mantiene, la joven también tiene tiempo para el ocio y para hacer lo mismo que cualquier chica de su edad. Y de ello también hay pruebas en su Instagram. Fotos con su novio, con sus padres o escapadas con amigas, son las maneras en las que Irene aprovecha su valioso tiempo libre.
Siempre con una gran sonrisa en los labios, la toledana no tiene miedo a fallar o a que las cosas salgan diferente a lo esperado. Y es que no cabe duda del esfuerzo que realiza para conseguir sus objetivos y cuando algo no termina con el éxito merecido, como el pasado jueves en Londres que no logró colarse en la final, la sonrisa de Irene permanece imperturbable.
La joven transmite en sus redes sociales los valores de perseverancia, humildad, profesionalidad y disciplina con un toque fresco y desenfado. No necesita filtros especiales ni fotografías idílicas para demostrar lo bien que trabaja, lo mucho que quiere a sus seres queridos o lo bien que se lo pasa en su tiempo libre. Además sabe lo que quiere y es consciente de que cuando acabe su carrera deportiva comienza su meta más importante: salvar vidas como médico.