Andando muy despacio, con mala cara y visiblemente más delgada. Así ha llegado María José Campanario (37 años) a las diez de la mañana al juzgado de Primera Instancia de Arcos de la Frontera (Cádiz) para verse las caras con María Patiño (45) con motivo de la querella que interpuso contra la periodista por intromisión a la intimidad y al honor.
La mujer de Jesulín de Ubrique (43) ha acudido junto a su marido y su suegra, Carmen Bazán (71), quien ha declarado en calidad de testigo, pues es la implicada en el caso. Según la colaboradora de Sálvame, Campanario agarró del cuello a la madre del torero en una reunión familiar, una acusación que es la que ha llevado ante el juez.
María José, a su llegada al juzgado, ha hecho unas declaraciones al programa Espejo Público, en las que ha remarcado que "el hecho de haber entrado en los medios de comunicación para defenderse es algo que no le ha beneficiado de cara al juicio, pero que siempre lo hizo para defenderse y nunca para arremeter contra nadie". Además, ha asegurado que lo afirmado por María Patiño "les ha perjudicado a todos los de su familia".
Más tarde entraba Carmen Bazán, quien, según ha confirmado a esos mismos micrófonos, ha desmentido ante el juez cualquier agresión por parte de Campanario. "Nunca ha pasado nada entre nosotras", le ha dicho a la reportera del programa matinal. De hecho, al terminar su declaración como testigo, se ha fundido en un abrazo con su nuera.
María José tenía un gran interés en que este juicio se celebrara. De hecho ha acudido al lugar de la cita con grandes dolores. La mujer del diestro ingresó el pasado jueves Santo en un centro hospitalario cercano a su casa por una crisis de fibromialgia tras pasar por urgencias. Sus dolores de cervicales aún persisten y por ello todavía no ha recibido el alta médica.