El ‘falcon crest’ español se ha reactivado. La pugna fratricida de la familia Álvarez ha vuelto a reactivarse tras la junta general de accionista de Eulen celebrada este martes. Los dos bandos siguen claramente diferenciados: por un lado, los dos hijos fieles a su padre y fundador del holding, David Álvarez, (María José y Jesús David) y por otro los cinco hijos díscolos (Marta, Elvira, Juan Carlos, Emilio -exmarido de Paloma Segrelles- y Pablo). Un clan enfrentado por el control de una de las empresas familiares más importantes de España.
La junta se celebró en un notario de Madrid para que todo quedara registrado. En la misma se ratificó los acuerdos adoptados en la Junta General de Accionistas de Eulen que se celebró en junio de 2011 y que el Tribunal Supremo anuló el pasado mes de diciembre obligando a repetirla. En aquella junta se facultó al entonces presidente de la compañía, el ya fallecido David Álvarez, para evitar que sus cinco hijos díscolos maniobraran para quitarle el control del grupo familiar y hacerse con él. Por tanto, la compañía sigue como la dejó el patriarca del clan, en manos de sus dos hijos fieles. Los díscolos ya han anunciado la impugnación de la junta.
David Álvarez siempre hizo todo lo posible por evitar lo que finalmente ha ocurrido, que sus hijos se enfrentaran por su imperio. “Siempre fue una familia bien avenida. Eran una piña. Estaban muy unidos”, aseguran personas del entorno familiar. Pero todo se tuerce cuando Don David, como era conocido el patriarca, designa para María José y Jesús David el tercio de mejora de su fortuna a la vez que saca a los otros cinco hijos del control de Eulen. Desde ese momento la familia se rompe en dos y los ‘desheredados’ le declaran la guerra a su padre.
El amor desencadenó la guerra
La decisión del padre de apartar a esos cinco hijos fue la consecuencia de los actos de estos, que se aliaron para retirarle de Eulen y hacerse con el control de la empresa. ¿Y por qué tomaron esta decisión sus hijos? Sencillo. Su padre, que ya había enviudado en dos ocasiones (en 1985, de Vicenta Mezqueriz, su primera mujer y madre de todos sus hijos, y en 1999, de María Teresa Vidaurrázaga, quien fue su primera secretaria), se había vuelto a enamorar. De su secretaria, otra vez. María Teresa Esquisabel Barrena se convirtió en 2009 en su tercera mujer.
La batalla saltó a los medios de comunicación con mensajes acusándose mutuamente de dinamitar las relaciones familiares y de tomar decisiones desfavorables para el buen desarrollo de las empresas. Incluso el padre llegó a acusar a sus hijos díscolos de vaciar la caja de las bodegas Vega Sicilia. Para él la familia era lo primero, pero nunca perdonó la traición de esos hijos. Él siempre quiso solucionarlo, aunque para ello sus hijos tenían que pedirle perdón; algo que nunca ocurrió. “Primero que me devuelvan mi chaqueta y a continuación hacemos la paces”, decía cuando hablaba de este asunto con personas allegadas.
Don David falleció en noviembre de 2015 y el reparto de su herencia sigue bloqueada al no haber llegado a un acuerdo entre los siete hijos. En este reparto el control accionarial de la multinacional está en juego, y todo indica a que hay conflicto para rato.