Todavía no ha llegado el verano y ya andamos quejándonos del calor. Si no es así, tiempo al tiempo: llegará ese momento en el que digas ¡quiero el invierno de vuelta!
No tenemos excusa para tirarnos un día en casa viendo series
No habrá una tarde de verano que pases en casa sin experimentar una terrible sensación de culpa. Te estás perdiendo el calorcete y el sol y, posiblemente, unas cañas en la plaza con los colegas, de esas que siempre se alargan. Pero lo que realmente quieres es quedarte en casita, sin salir, tranquila, a tu aire, con tu camiseta XXL y en bragas. Necesitas ese día de soledad, pedirte una pizza en La nevera roja y devorar seis horas de tu serie favorita frente al ventilador.
Y hablando de ventilador…
Probablemente el utensilio más aborrecible de todos los tiempos. Puede que nos salve de días insoportablemente calurosos, sin embargo, ese ir y venir, eso que hace de remover el airecillo caliente de nuestra casa nos jeringa tanto como el calor. Si eres de las que no tiene aire acondicionado, también serás de las que quiere que regrese el entretiempo.
Echamos de menos la cuchara
Que si mucha ensaladita y mucha fruta fresca. El cuerpo se diluye con el calor y pide cosas ligeras, pero, joder ¡cómo echas de menos las lentejas! O un buen puchero gallego, o un cocido madrileño, o una sopita de pollo, o… Que vale, que el gazpacho se toma con cuchara, pero tanto ajo no sabemos digerir.
Porque vivo en Madrid
Y vivir en Madrid implica muerte lenta y dolorosa desde que sale el sol hasta que se vuelve a esconder. Sinceramente ¿hay algo peor que Madrid en verano? Y no lo toméis a mal, pero es que entre el sol incesante y el asfalto que abrasa nos quemamos de arriba a abajo y viceversa. La alternativa a la no-playa son atestadas piscinas públicas donde torrarte mientras piensas que lo único que quieres es que llegue la noche para quitarte el sol de encima.
Para llevar la contraria
Es lo típico ¿no? Quejarnos del calor, de la crema de sol pegajosa, de los excesos, de las sillas que se nos pegan al glúteo, de lo destrozados que andan los pies por tenerlos al descubierto, del sol que pica, de la humedad estival que ahoga, que… Dentro de poco estaremos llorando porque el verano se acaba.