Cuando me enteré de que la actriz Gwyneth Paltrow publicaba nuevo libro de recetas me puse contenta. Tenía por delante una semana de reto para demostrar al mundo que sus recomendaciones en It's all easy no eran las más sanas, saludables ni difíciles del mercado.
No era la primera vez que me enfrentaba a probar cosas locas que hace Gwyneth. Con esto quería desmontar el mito sobre los libros de famosas cocinando cosas que ellas venden como sanas a pesar de contar con tres cucharadas de mantequilla por receta. Y, por qué no, quería conseguir hacerme amiga de Gwyneth. Lo primero creo que lo he conseguido. Lo segundo, a medias.
La historia empezó el viernes de la semana pasada cuando adquirí el libro en Amazon y me lo descargué en el móvil para tener más facilidad a la hora de realizar las recetas en mi cocina. Todo legal. Hay una aplicación de Kindle para Android que hace esas cosas, para los despistados.
Por delante tenía 290 páginas de fotos, letras, más fotos, fotos otra vez y alguna receta sobre cómo cocer un huevo, cómo hacer una tostada con aguacate (ojo, cuidado) o cómo freír una pechuguita de pollo a la plancha. Y todas las recetas en inglés porque todavía no está traducido al español.
La compra
Al principio estuve reticente a comprar ciertos alimentos de los que propone en el libro pero decidí sumergirme sin oxígeno en las aguas turbulentas de su cocina extrema. Quienes conozcan la trayectoria de esta actriz saben lo exquisita que es con su comida. Como por ejemplo, aquí, cuando dio la receta del batido que toma por las mañanas. Una bebida de lujo para quitarte las legañas por la mañana.
Fui al supermercado con miedo a dejarme el sueldo en productos con los que cocinar sus recetas. Tuve que comprar por primera vez pasta miso, semillas de chía, polenta, aceite de sésamo o avena para hacer granola. También eché a la cesta salmón, arándanos, bacon, aguacate, espárragos, frambuesas, queso parmesano o ramen. Elegí estos productos tras haber echado un ojo a las recetas que llevaban foto, así podría comparar el resultado de mis platos con las imágenes del libro.
Todo esto me costó 48 euros, además del resto de productos que tenía en casa y que me sobraron de aquel experimento siguiendo la dieta de Gisele Bündchen. Esta vez, sin embargo, no he basado toda mi alimentación esta semana en los platos del libro, solamente algunos, y he seguido una dieta normal y gastando los tuppers de mi congelador.
La peculiaridad de todos los platos es que, dice la actriz, pueden hacerse en menos de 30 minutos, el tiempo que tardas en pedir comida a domicilio. ¿Cómo podría comprobarlo? Decidí que las 8 de la mañana sería una buena hora para poner en marcha el cronómetro y empezar a cocinar: justo antes de salir hacia el trabajo para que mi tartera fuera la más deseada en la cocina de EL ESPAÑOL. Otra vez, lo primero lo conseguí; lo segundo no tanto.
Día 1: La primera “receta” fue algo sencillo, no quería manchar demasiado mi delantal. Y empecé por el final: un postre hecho con yogur, miel, arándanos y granola. Tardé exactamente cuatro minutos. “Esto no va a ser difícil”, pensé sabiendo que había cumplido con el objetivo de la oscarizada actriz.
Día 2: Me llevé una sorpresa cuando descubrí que Gwyneth dedicaba gran parte de su libro a las tostadas con aguacate y añadidos. Y como los aguacates están muy caros utilicé medio para una receta y medio para otra. Decía al principio que casi conseguí hacerme amiga de Gwyneth: cuando subí la imagen a la cuenta de Instagram de comida de EL ESPAÑOL ella la vío y decidió compartirla en su perfil. “Se ve perfecta”, escribió en su también perfecto español de Talavera.
Imaginad la felicidad cuando ves que el plato en el que comes todos los días aparece en el perfil de Instagram de una eminencia: más de 18.000 me gustas. Es lo más cerca que estuve de conseguir su amistad.
Pasamos a la acción
Día 3: Después de tres recetas súper fáciles cociné unos espaguetis a la carbonara en 25 minutos. Gwyneth sigue sin mentir sobre el tiempo en el que se terminan sus platos. Minipunto para ella. Sin embargo, el bacon, el queso parmesano y la salsa carbonara escapan un poco del concepto healthy que vende en su libro.
Día 4: Otra mañana cociné una piccata de pollo, un plato que lleva harina, aceite y cuatro cucharadas de mantequilla. Olía bien y tardé 18 minutos en hacerlo. Estaba rico, sí, pero sigue sin ser un plato bajo en grasas y me resultó algo pesado.
Día 5: Le tocó el turno a experimentar con la polenta. En mi vida había utilizado esto y ni siquiera conocía su sabor ni cómo se preparaba. Otra receta acompañada de mantequilla y queso parmesano. El resultado fue repugnante. Seguí la receta al pie de la letra y la polenta me supo fatal. Lo siento por los seguidores de este tipo de comida pero yo no la recomiendo.
Día 6: Otra de las difíciles “recetas” fueron unos espárragos a la plancha con huevo rallado por encima y una salsa de mostaza Dijon. ¿Qué cocinero metería una receta de espárragos a la plancha como un plato a destacar? Se me pasaba de todo por la cabeza pero, al final, entendí que Gwyneth no es cocinera y que debía incluir productos verdes para compensar las toneladas de mantequilla de sus recetas.
Día 7: Luego llegaron las brochetas de salmón, un plato que me sirvió para reconciliarme con mi cuasi instafriend. Gwyneth propone aquí una salsa para marinar los trozos de salmón que estaba muy sabrosa. Aquí explico la receta.
Día 8: Y como broche final tiré la casa por la ventana con un ramen con un olor que me recordaba a los mejores restaurantes de Tokio. Es una receta súper sencilla que he tenido lista en unos 15 minutos. Sólo hay que poner agua a cocer, echar los tallarines, la pasta miso y los champiñones. Luego lo puedes decorar con un huevo cocido para finalizar el plato.
En resumen
Si comparo los dos experimentos con comida que he hecho, gana Gwyneth. Si lo comparo con mi dieta normal, gano yo. Nunca jamás utilizaría cucharadas de mantequilla para freír un filete de pollo así como tampoco incorporaría a mi menú la polenta. A pesar de lo mucho que he leído sobre otras periodistas probando su libro, en el que alaban las recetas, yo me muestro más escéptica que ellas. Tiene recetas fáciles, cumple el objetivo de cocinar en menos de 30 minutos y, algunas, son sanas.
Sin embargo, creo que no todo vale cuando se escribe un libro de recetas en el que la mayor parte de las páginas son fotos de una misma, con sus hijos, sus amigos y disfrutando de la vida de actriz, que al fin es lo que es. Además, utiliza esas imágenes para vender todo lo que sale en el libro en su blog, Goop, a un precio bastante alto.
Una mujer normal, con un trabajo de oficina y un sueldo medio no puede rascarse el bolsillo con los alimentos que utiliza Paltrow para hacer feliz a sus hijos y a ella misma. No es tan easy.