Ya tiene mérito convertir Castroverde de Campos (Zamora), una pequeña localidad situada en medio de Tierra de Campos, en un lugar de peregrinación para los gastrónomos patrios. Buena parte de la culpa es de Cecilio Lera, todo un personaje: cocinero, cazador, criador de burros, ex-diputado y alcalde semi-vitalicio de Castroverde.
Cecilio, cocinero de base clásica formado en escuelas de Suiza, vio que la caza podría ser una buena alternativa frente a los lechazos Arandinos y los cochinillos de Arévalo para atraer visitantes a su pueblo. Así empezó con los pichones de su tierra y los guisos basados en la tradición castellana pero elaborados con precisas técnicas de base centroeuropea.
Hace ya algunos años que Cecilio le cedió las riendas del restaurante a su hijo Luis Alberto, formado con Luis Irizar, Arzak, Abraham García o Hilario Arbelaitz, quien ya había triunfado con el restaurante homónimo en Toro.
Hace poco más de un mes que la familia Lera se trasladó desde el viejo Mesón del Labrador al más moderno hostal de la Senda de los Frailes, donde disponen de unas instalaciones, un magnífico comedor y unas acogedoras habitaciones por si se quiere quedar uno a pernoctar. Un cambio necesario en las formas, pero no en él fondo. Lo más importante, la cocina, sigue intacta.
Aquí los guisos poseen una hondura memorable. Desde las patatas con ajo, vinagre y pimentón que sirven de aperitivo hasta unos magníficos torreznos o unas legumbres inmarcesibles. El otro día unas judías estofadas con liebre se convertían por derecho propio en uno de esos platos que por sí mismo justifican el desvío.
Tampoco le van a la zaga las patatas con níscalos. Mención especial merecen los escabeches, sin lugar a dudas entre los mejores de España: el bonito, la perdiz y el conejo adquieren en esta casa una dimensión especial con el punto justo de cocción y de acidez. Platos que elevan la cocina tradicional a un nivel superior.
Pero si por si esto fuera poco motivo para visitar este restaurante, en los platos de caza es donde Luis Alberto Lera da el 'do de pecho'. Los pichones de Tierra de Campos estofados son de una delicadez y profundidad pasmosa, la pechuga de paloma finísima y las perdices con repollo, berzas y castañas estofadas en una especie de escabeche caliente serían magistrales si se aligerase un poco de grasa el plato.